DAMASCO — Miles de personas participaron este sábado en Siria en los funerales oficiales y populares para las 26 personas muertas en el atentado suicida del viernes en Damasco, un ataque «terrorista» según el régimen de Bashar al Asad que promete responder con «mano de hierro».
En tanto, al menos 21 civiles murieron el sábado, 17 de ellos por disparos de las fuerzas de seguridad y cuatro por un cohete contra partidarios del régimen, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Los funerales, retransmitidos en directo por la televisión estatal, empezaron tras el rezo de mediodía en la mezquita Hasan, en el barrio histórico de Midan, donde un kamikaze hizo estallar el explosivo que portaba el viernes, provocando 26 muertos y 63 heridos.
Rodeado de personalidades religiosas, el mufti de Damasco Bashir Eid pronunció un discurso en la mezquita frente a varios ministros, responsables políticos y fieles.
Fuera, miles de sirios portaban banderas y retratos del presidente Bashar al Asad, y gritaban: «¡Con nuestra alma y nuestra sangre nos sacrificaremos por ti, Bashar!».
Las autoridades atribuyeron el atentando suicida, ocurrido dos semanas después de un ataque similar, a «terroristas», mientras que los opositores acusaron al régimen.
El ministerio del Interior advirtió el viernes que las autoridades responderían «con mano de hierro» a todos los que «atentaran contra la patria».
El periódico del partido en el poder Baas publicó el sábado fotos de los fallecidos y de restos humanos que yacían en el suelo, estimando que el atentado buscaba minimizar el papel «indiscutible» de Damasco en la región.
«Los autores (del atentado buscan) minimizar a Siria hasta (convertirla) en un elemento marginal en conflictos en los que desempeña hasta ahora un papel indiscutible», destacó el Baas.
«El terrorismo no se trata, se extirpa, su erradicación es inevitable», afirmó por su parte el diario oficial As Saura, que acusa a los islamistas del ataque.
El Hezbolá libanés, aliado de Siria, acusó a Estados Unidos de estar detrás del atentado suicida.
En Irán, un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores, Ramin Mehmanparast, condenó «enérgicamente» el ataque y acusó a «los enemigos de Siria, que sólo piensan en guerra civil, en dividir el país y en someterlo a las exigencias del eje sionista-norteamericano».
Estados Unidos, por su parte, también condenó «enérgicamente» el atentado, según declaró la portavoz del departamento de Estado, Victoria Nuland.
En un comunicado, el Consejo Nacional Sirio (CNS), que reúne a la mayoría de la oposición, acusó al régimen de Al Asad de querer «crear el caos y desviar la atención de sus crímenes de asesinatos y torturas», además de atribuirle «la total responsabilidad del atentado».
El 23 de diciembre, un doble atentado con coche bomba dejó 44 muertos y 150 heridos. Las autoridades sirias acusaron a la red Al Qaida, mientras que la oposición lo atribuyó al régimen.
Ese ataque tuvo lugar poco antes de la llegada de la misión de observadores de la Liga Árabe, encargados de aplicar el plan árabe para salir de la crisis.
La oposición ha calificado la misión de «fracaso» y ha pedido a la ONU que intervenga con sus propios observadores.
Actualmente, la Liga Árabe tiene 153 observadores desplegados en Siria, mientras que se espera la llegada de otros 10 expertos jordanos.
La ONU calcula que unos 5.000 sirios han muertos desde el inicio de la represión al movimiento de contestación contra Al Asad, a mediados de marzo.