Proclaman fin de la guerra en Irak

WASHINGTON.— El presidente Barack Obama aseguró ayer que sólo la historia juzgará si la guerra en Irak fue una estupidez o una equivocación de su antecesor en el cargo, George W. Bush, y se limitó a festejar el fin de un conflicto de más de 8 años que ha dejado a una nación que, si bien se libró de una dictadura, sigue bajo la amenaza de una guerra civil.

“Estamos aquí para marcar el fin de esta guerra, para honrar el sacrificio de quienes han hecho posible este día y un cambio de página para iniciar un nuevo capítulo en la historia de nuestros dos países, una relación entre naciones soberanas y una asociación igualitaria basada en el intereses comunes y en el mutuo respeto”, dijo el presidente Obama al escurrir el bulto de una polémica atizada por una guerra que ha costado poco más de 800 mil millones de dólares, la movilización de más de un millón de efectivos y la muerte de poco más de 4 mil 500 personas desde 2003.

“La historia se encargará de juzgar la decisión original de iniciar una guerra en Irak”, enfatizó el presidente Obama cuando los periodistas le preguntaron si seguía considerando que la decisión de abrir un segundo frente en Irak, en medio de la ofensiva que Estados Unidos había lanzado en Afganistán, había sido una estupidez.

En 2002, siendo senador por Illinois, Obama lanzó una feroz crítica contra quienes apostaron en aquel entonces por la expansión del conflicto en Irak en el seno de la administración de Bush. “Es una estupidez que no toma en cuenta la pérdida de vidas y los costos”, aseguró en aquel entonces.

A sólo dos semanas de que concluya el repliegue anunciado por EU, Obama se hizo acompañar por el primer ministro de Irak, Nuri al-Maliki, primero en la Casa Blanca y luego hasta el cementerio de Arlington para rendir homenaje a los miles de soldados estadounidenses que perdieron la vida durante los más de ocho años de guerra.

La decisión de Maliki, de rendir homenaje a las tropas de Estados Unidos que participaron en la invasión en marzo de 2003 y en una guerra que dejó tras de sí entre 100 mil y casi 700 mil víctimas entre la población civil —según el recuento de distintas organizaciones humanitarias—, marcó así la segunda y, quizá, menos edificante parte de una visita que ha tenido como fin recibir de manos de Barack Obama el testigo de la gobernabilidad y la estabilidad de una nación que aún tardará varios años para recuperarse de la guerra.

En este sentido, el premier iraquí consideró que la salida de las tropas estadounidenses de su país no marcará el fin, “sino el principio” de una relación de colaboración y confianza entre ambas naciones. A pesar del anuncio del repliegue, poco más de 6 mil efectivos, más de 15 mil empleados de la embajada y un ejército de contratistas, permanecerán en Irak para garantizar un proceso de transición que amenaza con descarrilar.

Al mismo tiempo, Obama confirmó que ya ha propuesto al Congreso la venta de 18 aviones caza F-16 a Irak, además de los 18 que ya había acordado vender a principios de este año.
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