La misión imposible de acercar a Moyano

Unos ya no quieren saber nada. Otros hacen intentos de acercamientos, por ahora fallidos.

Carlos Tomada, el ministro de Trabajo, no quiere ni oír hablar de Hugo Moyano. «Bien, gracias», repite cuando se le pregunta por un nuevo reclamo del líder gremial a Cristina Kirchner. José Ignacio De Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina, se sentó la semana pasada a conversar con Moyano. «Tenés que calmarte. La política la define Cristina», le dijo. Ambos se llevan bien, se respetan y suelen cargarse con bromas.

Julio De Vido promueve el acercamiento, pero, dicen a su lado, Moyano no lo entiende. Aníbal Fernández repite a quien quiera oírlo que el líder camionero está mal asesorado, y apunta, siempre, a Julio Piumato, mano derecha de Moyano y jefe de los judiciales, como el responsable de enardecerlo en sus reclamos al Gobierno. Florencio Randazzo suele dialogar con él mucho más de lo que se sabe. Y Amado Boudou sigue haciendo intentos, aunque cada vez más espaciados, para convencerlo de abandonar la batalla.

Pero la que no le habla es Cristina Kirchner. La última vez que se encontraron a solas fue en noviembre de 2010. Fue en una reunión entonces secreta, que luego trascendió, en la quinta de Olivos. Pasó un año y nunca más tuvieron ambos una charla formal para mostrar sintonía.

Quienes más conocen el pensamiento de la jefa del Estado destacan que Cristina lo necesita alineado y sin poder. Lo explica así uno de los hombres más cercanos a ella: «Cuando Kirchner llegó al poder casi sin votos, hizo dos alianzas, los piqueteros y los trabajadores. Ahora es otra época. Y Moyano tiene que entenderlo». Esa época no es otra cosa que el 54 por ciento de los votos que obtuvo Cristina Kirchner en las elecciones, un poder que la convierte en dueña de las decisiones públicas.

Eso es lo que le dicen, una y otra vez, los funcionarios del Gobierno que siguen intentando un acercamiento con Moyano. Pero entre las personas que hablan a diario con Cristina destacan una característica de la Presidenta que la hace dudar sobre el verdadero interés del sindicalista en la disputa. «El quiere ser presidente, que lo vote la gente», cuentan que suele argumentar la jefa del Estado cada vez que surgen nuevos reclamos de la CGT. Se refiere a la manifestación que hizo Moyano hace dos años, cuando en la cancha de River, con más de 50.000 seguidores, propuso que un trabajador llegue a la Casa Rosada.

Tampoco la jefa del Estado perdona las cuestiones personales. Según pudo reconstruir LA NACION entre empresarios y funcionarios, la distancia se ahondó cuando trascendió que Moyano llamaba, en la intimidad, con el apodo de «Mínimo» a Máximo Kirchner. Se sabe: el mayor de los hijos presidenciales es el preferido de la Presidenta y la juventud, su apuesta para el futuro. «No puede decir una cosa así», reflexiona un santacruceño muy allegado a Cristina.

Otra de las intervenciones de Moyano que más irritó a Cristina también provino desde el ámbito personal. Fue en el homenaje que le hizo a Néstor Kirchner cuando se cumplió un año de la muerte del ex presidente. Allí, Moyano se despachó con críticas a la Casa Rosada y con exigencias sindicales. «No era el ámbito ni el momento», insistió ante LA NACION un funcionario del entorno presidencial.

Desesperado

«Moyano está desesperado porque Cristina no le habla. Yo lo consuelo y le digo que hasta nosotros pasamos por la misma situación. Capaz que durante 15 días no hablamos con ella», insiste uno de los más cercanos funcionarios del ala pingüina.

Los hombres de confianza de Moyano refieren que él seguirá reclamando lo que considere necesario. Sin embargo, lo que más parece molestar en el Gobierno son los modos. Entre quienes más cerca están de Cristina siempre destacan con molestia las diferencias que hace el jefe de la CGT respecto al modo en el que se comunicaba con el ex presidente. Kirchner lo escuchaba, negociaba, y hasta lo consolaba con un «ya se le va a pasar» con el que siempre justificaba los enojos de la Presidenta.

Pasado un año de aquel único encuentro tras la muerte de Kirchner, la distancia con Cristina es total..

Fuente: La Nación