Por Juan Ruiz para el Informador Público
Después de leer -hasta donde soporta el estómago- las admoniciones de la viuda de Kirchner al G20 fundadas en su particular visión del capitalismo es lícito preguntarse si de verdad los efluvios de su “triunfo” electoral le provocan tal desubicación temporo-espacial que se cree que el número 54 le da autoridad científica como para instruir a los líderes del mundo sobre la cuestión económica o simplemente es una tilinga creída que padece una megalomanía delirante que le hace confundir al selecto grupo de presidentes con el auditorio de Lita de Lázzari.
Más temprano que tarde los traviesos yanquis se encargaron de hacerle tragar su “poquito de orgullito” recordándole con un mensaje claro y fuerte que “pague la cuentita” antes de dar lecciones de economía al uso nostro a naciones que admitieron a la Argentina únicamente por el alineamiento estratégico del entonces presidente Menem ahora socio estratégico del kirchnerismo en el Senado. Parafraseando a Groucho la señora H2cero debería decir en clave pro-capitalista “nunca me hubiera hecho socia de un club que me aceptara a mí como socia”.
Ahora que por fin la realidad comienza a tocar la puerta de los millones de esperanzados votantes que creyeron que la reelección de la viuda les garantizaba la continuidad de la fiesta consumista de los años de falsa prosperidad esos discursos fantasiosos encuentran cada vez menos incautos dispuestos a comprar baratijas retóricas y más inclinados comprar dólares para protegerse de la inevitable tormenta que los meteorólogos del oficialismos se encargan de anunciarles con la implementación de medidas delatoras de la debilidad el “modelo” que fue a vender sin éxito la cónyuge supérstite del matrimonio Kirchner.
Lo lamentable de este bodrio desatado por la tradicional impericia kirchnerista es que ha tendido sin querer una espesa cortina de humo sobre una cuestión mucho más grave: la intromisión del Estado en la esfera privada de las personas como metodología intimidatoria, algo que reiteradamente se ha denunciado desde esta columna como parte del plan de dominación social pergeñado en los recovecos ideológicos
del difuso “modelo” que pregona a los cuatro vientos sin saber muy bien de qué habla la inefable presidente de “todos y todas”.
La disparada cambiaria en realidad ha tenido también otro efecto que quizás no le resulte muy conveniente a la nomenklatura K desde que le ha obligado a desnudar antes de tiempo algunas de las herramientas de su artillería represiva que pensaba aplicar gradualmente siguiendo la vieja táctica hitleriana de “matar de a uno a los lobos marinos” para que los demás no se espanten.
Más de uno de los millones de satisfechos habitantes de la clase media que arrollados por la promesa de continuidad del “mundo feliz” fue como un zombie a poner la boleta celeste en la urna se estará empezando a preguntar ahora si no apretó el botón equivocado. Si hubiera leído a Le Bon -un ícono de la psicología social- o a José Ortega y Gasset hubiese encontrado en seguida la explicación de su acto reflejo: es un hombre masa.
“Por más indiferente que se la suponga, una masa, por regla general, se halla en un estado de atención expectante que facilita la sugestión. La primera sugestión que le sea formulada se implantará inmediatamente, por medio de un proceso de contagio, en los cerebros de todos los reunidos y la orientación idéntica de los sentimientos de la masa será inmediatamente un hecho consumado”
Hablando de las masas electorales dice el maestro: “De las características peculiares de las masas en general las electorales presentan sólo la escasa aptitud para razonar, la ausencia de espíritu crítico, irritabilidad, credulidad y simplicidad. Más allá de ello, en su decisión puede rastrearse la influencia de los conductores de masas y la parte que juegan los factores que hemos enumerado: afirmación, repetición, prestigio y contagio.”
Por su parte Ortega afirma “En los motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan, y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías. Esto puede servir como símbolo del comportamiento que en más vastas y sutiles proporciones usan las masas actuales frente a la civilización que las nutre.”
En el caso argentino, como todo sucede al revés para perplejidad del mundo, lo que provocó la destrucción de las instituciones no fue la escasez sino la sensación de abundancia y el deseo adictivo de que se prolongue en el tiempo aún a costa de tolerar la corrupción, la inseguridad, los excesos de poder y otras lacras fácilmente visibles en el accionar de las mesnadas que se apoderaron del Estado.
Ahora que el modelo policial de gestión inspirado en el régimen estalinista empieza a mostrar los dientes con las amenazas de la AFIP y el también amenazante anuncio presidencial de la identificación de las personas mediante el sistema informático empleado por la dictadura cubana quizás la parte de la sociedad que tiene los lóbulos frontales normalmente desarrollados advierta que la serpiente ya salió del huevo y va por las libertades públicas.
Fuente: http://www.informadorpublico.com/Juan_Ruiz.html