Análisis político y económico de los doctores Vicente Massot y Agustín Monteverde.- Repasar con lujo de detalles los resultados de la elección del pasado día domingo excedería con creces el alcance de esta newsletter. Nos faltaría tiempo y papel para dar cuenta de lo que sucedió a lo largo y ancho del país, con precisión de centavo. Si para no pasarnos de la raya decidiésemos ensayar un análisis sólo a vuelo de pájaro, el mismo sería tan incompleto como poco serio. Por lo tanto, ¿qué hacer? —No entrar en disquisiciones respecto de cuanto ya pasó y es de todos conocido, y concentrarnos, en cambio, en el panorama que despunta en el horizonte político de los argentinos.
Que ganó Cristina Fernández sin atenuantes y que el triunfo es básicamente suyo, más allá de los aportes que resulta dable reconocerle a Daniel Scioli —por ejemplo— no parece materia discutible. Que haya ganado el peronismo, dicho así, sin explicaciones ulteriores, es materia opinable. Si nos fijamos con alguna atención en las cifras electorales conocidas desde 1983 a la fecha, pronto caeremos en la cuenta de que, al menos en teoría, el radicalismo se impuso en dos ocasiones —con Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa— y el justicialismo en cinco –dos veces con Carlos Menem y las últimas tres de la mano de los Kirchner. Ahora bien, la idea según la cual hay una masa fija y decisiva de votantes de la UCR y del PJ no resiste análisis, salvo que consideremos a los radicales y peronistas un conjunto de veletas.
En realidad lo que ha ocurrido en estas playas, desde el fin del Proceso Militar, tiene más que ver con la forja de coaliciones muy abarcativas, basadas en la UCR y el PJ, que con la victoria en solitario de los así llamados partidos tradicionales. Muy claramente, tanto Alfonsín, Menem, y los Kirchner, en el 2007 y ahora, fueron capaces de nuclear en torno suyo a una masa de
voluntades que carece de observancias ideológicas firmes. Por el contrario, fluctúa en busca de oportunidades y vota en función de las circunstancias. Si los partidos contasen con multitudes cautivas, sería otra su consistencia. Han perdido peso específico, hasta desaparecer casi, porque hay pocos peronistas, radicales y socialistas definidos. A la gente le atraen los hombres más que
las agrupaciones y las circunstancias coyunturales más que las plataformas partidarias.
¿Ganó, pues, el peronismo? Sí y no. Al conservar todavía una estructura a nivel nacional, reforzada desde el poder central, las ventajas que acredita el PJ a la hora de organizar una campaña en toda la geografía del país, son considerables. Pero si mañana se desplomasen los precios de las materias primas, Brasil entrase en crisis y China dejase de crecer, nadie podría asegurar que el peronismo triunfaría. Dependería, en buena medida, de esas mayorías mutantes.
Las que convirtieron en presidente al dirigente de Chascomús, al riojano y al santacruceño que, entre sí, no tenían demasiadas coincidencias a la hora de definir políticas públicas.
Segunda incógnita: ¿Hermes Binner será el líder de la oposición? Si la idea no tuviese hoy tanto calado periodístico, la pregunta sonaría a disparate. Es que —por definición— no existe ni existirá un jefe de la oposición entre nosotros, en atención a que no hay tal cosa como una oposición. Existen, sí, islotes opositores; algo muy distinto. Con todo, hagamos un ejercicio para ver qué consistencia tiene la supuesta capitanía de Binner.
El actual gobernador santafecino acaba de cosechar un nada despreciable 16 % de los votos nacionales, lejos de la candidata oficialista aunque claramente superior a los porcentajes obtenidos por Alfonsín, Duhalde, Rodríguez Saa, Altamira y Carrió. Creció, además, su caudal electoral en mayor proporción que el de cualquiera de los contendientes —incluida Cristina Kirchner— desde el 14 de agosto hasta el domingo pasado. Sin menospreciar los datos antedichos, hay que agregar en su contra que en agosto, como hace tres días, perdió en los comicios de su provincia contra el FPV; que el socialismo no cuenta con una estructura nacional y que, de los escasos diputados nucleados en torno del Frente Progresista, sólo cinco responden a Binner. Los demás forman parte del aporte hecho a ese frente por partidos como el de Margarita Stolbizer.
Esto, nada quita al hecho de que Binner será, sin duda, uno de los dos principales dirigentes del arco opositor junto a Mauricio Macri en el caso —claro— de que ambos decidan ocupar ese lugar. Dicho de otra manera, nada asegura que frente a tamaño poder acumulado por el gobierno, Binner y Macri quieran desenvolver una estrategia confrontativa, al menos en 2012. De los demás dirigentes —Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín, Pino Solanas, Eduardo Duhalde y los Rodríguez Saa— es conveniente olvidarse. Ninguno hará abandono de la actividad política, pero, a su vez, ninguno estará en condiciones de desempeñar un rol protagónico en los próximos años.
El veredicto de las urnas ha sido con ellos impiadoso y edad les sobra para librar futuras batallas en lugares de relevancia.
La tercera incógnita cae de maduro: ¿qué hará Cristina? —Salvo ella, nadie lo sabe.
Sobran al respecto las especulaciones y faltan las certezas. En tren de sumar una opinión más a la larga serie de pronósticos lanzados en las últimas horas, en cuanto al rumbo que seguiría la presidente, hela aquí: más de lo mismo. Quizás algún retoque por acá y un afeite por allá en materia económica y financiera. Pero nada de fondo: ni devaluación, ni desdoblamiento del
mercado cambiario, ni crawling peg. Podrán irse Boudou de Economía, Fernández de la Jefatura de Gabinete, Tomada de Trabajo y Domínguez de Agricultura. ¿Quiénes llegarán? Seguramente los entrantes pertenecen al riñón cristinista y, por lo tanto, imaginar modificaciones de peso luego de haber obtenido 54 % de los votos, es no entender el ADN kirchnerista. Lo que funciona no cambia y la señora cree, a pie juntillas, que el modelo no sólo funciona bien, sino que representa un ejemplo digno de ser imitado.
Sólo la economía mundial podría hacerla entrar en razón. Mientras tanto tendremos una presidente imperial, plebiscitada democráticamente y montada sobre un poder hegemónico con pocos antecedentes en la Argentina contemporánea. Hasta la semana próxima.
Las elecciones pasan, la corrida sigue. Récord histórico de la fuga de capitales
*Las elecciones quedaron atrás pero la demanda de divisas continúa siendo sostenida y la oferta genuina, escasa.
*Ayer lunes el BCRA debió vender U$ 90 MM y hoy martes se tuvo que desprender de U$ 170 MM.
*En lo que va de octubre, las ventas de contado orillan U$ 1450 MM.
*Sólo durante la semana pasada, la entidad vendió unos U$ 670 MM en el mercado de contado; las ventas en el mercado de futuros habrían superado los U$ 1200 MM.
*Las reservas muestran un descenso de más de U$ 4000 MM desde julio.
*El jueves pasado el BCRA se vio obligado a realizar una de las intervenciones más grandes del año, vendiendo poco más de U$ 230 MM en el mercado de
contado y una cifra similar en la plaza de futuros para los contratos de noviembre, diciembre, enero, febrero y marzo.
*El gobierno ha recurrido a una práctica tan vieja como ineficaz, habitual en épocas de tensión cambiaria: inspecciones de AFIP, UIF y BCRA en casas de cambio y requerir a las entidades que informen sobre las órdenes de clientes para comprar dólares. Cuanto más se limite la actividad de los llamados coleros, más amplia será la brecha del tipo de cambio marginal con el oficial; y esto significa un mayor aliciente para fugar al dólar.
*Medidas de este tipo pretenden acabar con la corrida actuando sobre los efectos y no sobre las causas; surgen de no entender la lógica de la oferta y la demanda.
*La política de congelar el tipo de cambio como si fuera fijo, cuando —supuestamente— es flotante es otra muestra de la falta de comprensión oficial sobre la mecánica económica: mantener barato —subsidiar— un bien muy demandado acelera la erosión de los stocks y desbalancea al mercado.
*Lo mismo ocurre con la intención oficial de mantener, en el presente contexto de fuerte demanda de divisas, bajas las tasas de interés activas: en el extremo, se termina financiando y subsidiando la corrida que por otro lado se quiere detener.
*La semana pasada el gobierno siguió inyectando liquidez al mercado, refrenando la suba de tasas y dando oxígeno a la fuga.
*En la licitación de Letras y Notas, al rechazar parte de las propuestas, el BCRA inyectó $ 490 MM.
*Y el resto de la banca oficial y la ANSES siguieron comprando bonos en pesos.
*Las operaciones del BCRA en el mercado de futuros también significan un subsidio a la compra de dólares.
*Los futuros del dólar en el mercado doméstico contemplan una suba mucho más moderada que la que espera el mercado de Nueva York.
* La tasa de devaluación esperada en los mercados a término locales se ubica entre 2,4 % y 3,3 % para los próximo tres meses.
* Los Non Deliverable Forwards (NDF) prevén una depreciación de 10 % contra el dólar en tres meses.
* Hay más de 30 centavos de diferencia entre el dólar para enero que se negocia en Nueva York y los contratos locales.
*La diferencia se debe a la intervención del Banco Central en los mercados de futuros locales.
*Para contener la demanda, se ha montado una bicicleta financiera que —con el paso del tiempo— no hará otra cosa que potenciar el estallido.
*Mientras que el peso se ha desvalorizado 6,6 % en lo que va del año, la tasa de interés ronda 20 %.
*Vender dólar contado y recomprarlo al 31 de diciembre rinde una tasa de hasta 18 % anual para operaciones de más de $ 1 MM.
*La fuga hacia el dólar, comandada por las operaciones minoristas, se ha extendido al frente corporativo.
*La transferencia al exterior de dólares blue —denominada dólar cable y usada para operaciones relativamente menores— cuesta 20 centavos menos que el contado con liquidación.
*Debido a la fuerte salida de divisas se ha encarecido a tal punto la operatoria que algunas casas no cobran comisión a las empresas que ingresan fondos.
*Las compañías que ingresan fondos al país vía contado con liquidación ganan 15 % respecto al valor que obtendrían en el circuito oficial.
*Comprando algún bono o ADR argentino en Nueva York y vendiéndolo en la bolsa local, obtienen un dólar de casi $ 4,90 mientras que en el circuito oficial apenas les pagarían $ 4,20.
*Todo indica que este año —de no haber un brusco cambio en la actitud de la demanda— la fuga de capitales superará con comodidad los U$ 23000 M que se fueron en 2008, año en que confluyeron el enfrentamiento con el campo y lo peor de la crisis internacional.
Massot / Monteverde & Asoc. 25/10/11 – Año IX, número 420 inc@ar.inter.net