¿Y ahora qué? El peronismo sabe “gobernar” con caja llena. Ahora se abre un tiempo de dudas para despejar el futuro. La oposición queda en el piso y es más probable que la presidenta enfrente problemas con los sindicatos que con los partidos opositores.
Por Nelson Fernández Salvidio
Una victoria electoral como la de ayer no es común. La diferencia entre la presidenta y el segundo candidato es tan grande, que fuera cual fuera la exigencia constitucional para triunfar en primera vuelta, Cristina Fernández la hubiera superado.
La oposición quedó en el piso. Atomizada y golpeada. Sin argumentos para justificar el histórico resultado electoral. Sin explicaciones para dar sobre su horrendo resultado de las urnas. ¿Por qué no se juntan? ¿Lo harán ahora tras la lección que le dieron los votantes con un desprecio generalizado?
Los que reclamaban que la oposición compitiera en mejores condiciones mediante una alianza político electoral, no tuvieron en cuenta que la oposición no es un bloque común natural. Sería sumar cosas distintas que no tendrían sustento en el tiempo.
El fracaso de inicio de los dos mil con aquella “Alianza” entre el partido tradicional “Unión Cívica Radical” y peronistas escindidos de izquierda de lo que se conoció como “Frepaso” (Frente País Solidario”), dejó una sombra de dudas sobre acuerdos electorales armados para ganar. ¿Y después de ganar qué?
Ahora, observadores locales y externos de la Argentina, analizan si será posible que la oposición logre articular acuerdos para plantarse con cierta firmeza a un gobierno que inicia un tercer período (Néstor Kirchner en 2003- 2007; Cristina Fernández de Kirchner en 2007-2011 y ahora 2011-2015). Si tejerán desde la derrota una alternativa para que la República logre rotación en el poder.
No será fácil para la oposición pararse frente a Cristina y los suyos. Por un lado, porque el gobierno ha recibido un tremendo aval popular para ejercer el poder con mayoría propia. Por otro, porque en primera instancia es lógico esperar cruces de reproches en filas opositoras para tragar una derrota demasiado amarga.
Pero cada período es diferente. El gobierno de Néstor Kirchner (2003-7) estuvo marcado por la recuperación de la dura recesión de fines de los noventa y principios de los dos mil, y la crisis durísima de 2001-2002. La administración de su esposa, ahora viuda, Cristina Fernández (2007-11), estuvo marcada por un tiempo económico de bonanza
La salida de aquella crisis económica y social se hizo con el modelo de “letra V”, o sea de repunte rápido. Argentina es un país con un potencial económico tan fuerte como para lograr un rebote como el que se dio en aquel tiempo. No fue producto de un plan de política-económica como el gobierno ha querido vender. Fue por el viento a favor de un contexto económico externo tan favorable como no se recuerda en el pasado reciente.
El kirchnerismo complementó esto con medidas populistas de efecto de corto plazo y costo de largo. El problema creado por estas medidas preocupa a una elite pero sus resultados lo viven una mayoría de argentinos que no se para a pensar que está a viviendo a cuenta de un futuro comprometido.
El primer período, el de Néstor, fue el rebote de la crisis. El segundo, el de Cristina, ha sido el del disfrute de la bonanza. El tercero, que comienza ahora, acusará al comienzo una desaceleración y será una época de pago de costos diferidos.
No se puede subestimar el potencial argentino con un mercado interno de mucho empuje de consumo, una zona de destino turístico de captación de visitantes de orígenes diversos y un país generador de productos que son demandados por el mundo.
Pero la pérdida de reservas, el deterioro fiscal, tendrán una incidencia poco amistosa con el gobierno. Cristina y su entorno estarán más exigidos por esas “soluciones creativas” de los populistas para estirar la vida buena gastando a cuenta.
¿Cristina ganó por el voto de la billetera? Seguramente ese contexto económico de bonanza influyó en el voto, pero el oficialismo ha estado muy ayudado por la ausencia de alternativas políticas capaz de captar un voto de esperanza.
¿Y ahora qué? El peronismo sabe “gobernar” con caja llena. Ahora se abre un tiempo de dudas para despejar el futuro. La oposición queda en el piso y es más probable que la presidenta enfrente problemas con los sindicatos que con los partidos opositores.
El oficialismo se mostró exultante anoche, pero la unidad del peronismo-kirchnerista se puede averiar si en medio del período surgen dudas sobre el futuro. Sin oposición relevante, sin alternativas en el horizonte, con amplio respaldo popular, Cristina se siente una reina. Pero nada es para siempre.
Autor de Nota: Infolatam