«En el marco de los esfuerzos de Israel y Egipto y con la ayuda de Estados Unidos, Egipto ha aceptado liberar a Ilán Grapel. A petición de Egipto, Israel acepta liberar a 25 presos egipcios, entre ellos tres presos menores», ha anunciado a última hora de la tarde la Oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. La aprobación final -un trámite- se realizará este martes en la reunión del minigabinete en Jerusalén. El canje se prevé este jueves.
De esta forma, se pone punto final al llamado Caso Grapel, un joven israelí, con pasaporte estadounidense, que Egipto arrestó el pasado 12 de junio acusándole de «espionaje y de alentar la violencia confesional» en tierras egipcias. Desde entonces, tanto Israel como Estados Unidos han negado con rotundidad las acusaciones uniendo gestiones para presionar a Egipto a que le pusiera en libertad.
Pero es también, o sobre todo, el epílogo del canje del soldado israelí cautivo Guilad Shalit en manos del grupo islamista Hamas por 1027 presos palestinos efectuado el pasado martes. Un intercambio que contó con la decisiva mediación de Egipto, el primer país que firmó la paz con Israel. Es otra fase del precio pactado. Se puede afirmar que sin el acuerdo por Shalit, el pacto por Grapel se hubiera retrasado meses.
Acciones delictivas
Netanyahu ha informado de que «no se trata de presos por motivos de seguridad nacional». En otras palabras se trata de detenidos egipcios por acciones delictivas como entrada ilegal en el país o tráfico de drogas. En los últimos días se había rumoreado incluso con la liberación de 81 presos egipcios a cambio del joven turista convertido en el centro de una trama de espionaje y crisis diplomática.
Los padres de Grapel, que viven en Estados Unidos, ya han recibido la noticia. «Yo no he participado en las negociaciones que se han desarrollado lejos de los focos. Espero que todo se resuelva ya e Ilán vuelva a casa», ha afirmado al Canal 2 de la TV israelí.
Su liberación se enmarca tanto en las negociaciones por Shalit y los presos palestinos como en un intento por superar las tensas relaciones entre Israel y Egipto, meses después de la caída del presidente Hosni Mubarak. Fuentes del Gobierno israelí reconocen que «el hecho de que tuviera pasaporte norteamericano ha ayudado a resolver por fin este extraño caso».
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