¿PORQUE ES NECESARIA UNA ESTATEGIA DE SEGURIDAD NACIONAL?

Enrique Fojón (*). Es notorio que el mundo vive una época de profundos cambios en las relaciones de poder, lo que hace crecer la sensación de incertidumbre. La transición desde un mundo bipolar a otro unipolar y de ahí a la multipolaridad, en un espacio de veinte años, constituye un recorrido histórico a gran velocidad.

Las guerras de Irak y Afganistán y la crisis del capitalismo occidental, parecen señalar el declive americano, el ascenso de China y su creciente inestabilidad, la emergencia de otras potencias, la «primavera árabe», la crisis de la Unión Europea y de las instituciones del mundo occidental, la proliferación de armas de destrucción masiva y un largo etcétera, no pueden verse como hechos aislados, están conectados, dentro de un contexto dominado por un alto grado de conectividad entre personas, entidades de todo tipo y estados, lo que llamamos globalización.

Las épocas de crisis son propicias para recuperar lo que permanece, lo esencial y, en estas condiciones, parece oportuno preguntarse por el papel que España tiene que desempeñar en el mundo. Aunque parezca extraño, hay que plantearse la pregunta, de por qué cada vez que surge un problema se recurre al sonsonete de «más Europa» o la OTAN resolverá. Hay que ser plenamente conscientes de que los problemas de España sólo los van a resolver los españoles. Si lo resolviesen otros, como la historia nos demuestra, España caería en la irrelevancia.

El papel de un actor estratégico en el mundo se basa, como en el resto de las potencias, en sus intereses nacionales. La posición geoestratégica de España conforma la especificidad de sus intereses nacionales, y la situación geopolítica de cada momento determina el contexto para la actuación. La supervivencia e integridad de la entidad política, la seguridad, el bienestar y progreso de los ciudadanos y la defensa de los valores esenciales de la nación forman esos intereses.

España es una nación geográficamente dispersa con un núcleo continental en la Península Ibérica, dos archipiélagos, uno en el Mediterráneo y otro en el Atlántico, y territorios en el Norte de África. España ejerce una posición de bloqueo sobre el Estrecho de Gibraltar y sus accesos, ya que el Estrecho es un choke point de importancia global y, además, es paso natural entre Europa y África. Esta situación, desde el punto de vista estratégico aporta ventajas y crea servidumbres. La forma de gestionar esos factores será determinante para nuestra seguridad.

España forma parte de la Unión Europea lo que determina en gran parte su situación geopolítica. La UE es un «proyecto» en formación cuyo futuro está determinado por los intereses de sus miembros en una determinada situación geopolítica. La pertenencia de España a la UE forma parte de la defensa de nuestros intereses.

El carácter de frontera de España la hace particularmente sensible a las condiciones sociopolíticas que existan en el Norte de África. Por lo tanto, esas circunstancias afectan permanentemente a los intereses nacionales, tanto desde el punto de vista de la prevención de riesgos como de las relaciones de colaboración y comercio. La estabilidad de los países de la ribera Sur del Mediterráneo es esencial para la seguridad española.

La pertenencia a la Alianza Atlántica es otra forma de defender los intereses nacionales. Hay que tener presente que el artículo V del Tratado de Washington no es un mecanismo automático. Una alianza es un hecho político que se comporta de acuerdo a esa naturaleza. Sin un activo protagonismo político nacional en la Alianza, España estará al «diktat» de lo que decidan el resto de los aliados.

España es madre de naciones que están unidas por una cultura común, que se basa en una lengua, el español, que hablan cientos de millones de personas en todo el mundo, lo que la convierte en una «lingua franca». Esta circunstancia es un potencial estratégico que debe aprovecharse en todos los ámbitos, sobre todo con la comunidad iberoamericana. Ello requiere una permanente actuación proactiva hacia esa zona en los aspectos político, comercial y cultural.

Entre las servidumbres de la globalización hay que destacar la creciente vulnerabilidad de las poblaciones a ataques desde el exterior, sin que sea necesaria la ocupación militar. Por ello hay que articular el concepto de Seguridad Nacional para integrar todas las actuaciones relacionadas con la seguridad de la nación, lo que incluye la Defensa, aunque manteniendo su plena identidad, la seguridad energética, la cibernética, la inmigración, las epidemias y los desastres naturales o por accidentes.

La Seguridad Nacional se conforma, como su nombre indica, como el ámbito para proteger los intereses nacionales, por lo que se convierte en la principal responsabilidad del Gobierno de la nación. Para ello hay que articular una estrategia para definir esos intereses, atribuir los medios necesarios y articularlos para su empleo en un ambiente internacional complejo y cambiante. La necesidad de una estructura de Seguridad Nacional implica un sistema integral con capacidad de dirección, un sólido Servicio Exterior, unas Fuerzas Armadas adecuadas a los riesgos a enfrentar, servicios de Protección Civil que puedan integrase según las circunstancias, el desarrollo legislativo para la movilización de las personas y la asignación de recursos, públicos y privados, para cubrir las necesidades de Seguridad Nacional.

Para España contar con una Estrategia de Seguridad Nacional es la forma de definir el lugar que quiere ocupar en el mundo. Supone para la sociedad española un cambio cultural importante, labor nada fácil, que necesita de una inteligente pedagogía. La condición previa para ponerla en marcha es que el poder político esté convencido de ello, como consecuencia de un conocimiento de las condiciones en el ámbito internacional. Conocimiento, y no sólo información, que está ligado a los hechos y a la experiencia histórica, lo que implica, por molesto que resulte, el alejamiento de concepciones utópicas.

El sujeto de la Seguridad Nacional es la nación española, al igual que la del Reino Unido es la británica, la de Francia, la de Estado Unidos, la de Rusia y un largo etcétera. Los demás países tienen clara su conciencia de nación y ese argumento ya es suficiente para que los españoles tengamos la nuestra. Hay que insistir que en nuestro caso, además, supone un cambio cultural y, sin duda, un factor de cohesión nacional. Sin un sólido protagonismo exterior es difícil arreglar nuestros problemas interiores.

A modo de reflexión conviene recordar la cita del poeta y escritor libanés Kahlil Gibran: «Compadezcámonos de la nación fragmentada, en la que cada fragmento se considera una nación»

REVISTA ATENEA.DIGITAL.ES, 22Set11, http://www.revistatenea.es

(*) Enrique Fojón es Coronel del Cuerpo de Infantería de Marina Y Licenciado en Derecho.

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