Cristina afina la embestida contra Moyano y los gremios para su segundo mandato

Tras la amplia victoria en las primarias, comenzó a circular en el Gobierno un proyecto para quitarle el control a los sindicatos de los fondos de las obras sociales. Se trata de casi $ 30.000 millones anuales, que serían manejados por un nuevo organismo oficial de salud. La continuidad del plan de Néstor Kirchner para desplazar a Hugo Moyano.
Tras el rotundo triunfo de Cristina Kirchner en las elecciones primarias, cobró fuerza en el Gobierno un proyecto para reformar el actual sistema de obras sociales. El objetivo sería doble: concentrar en el Estado la caja que hoy va a manos de los sindicatos y debilitar el poder sindical, según publicó Clarín.

La iniciativa se complementaría con otras que plantean reformar la ley de asociaciones profesionales, permitiendo y ampliando la participación de las minorías en los gremios. Y no faltan en el oficialismo los que impulsan una reforma que separe en forma tajante el patrimonio de las obras sociales de los sindicatos.

Todas estas versiones, que se acrecentaron en las últimas horas, indican que el tema de los sindicatos y las obras sociales está en la agenda del Gobierno. Lo que aún no se sabe es por cuál postura se inclina la Presidenta.

Fuentes del Gobierno admitieron a Clarín que circula un borrador –elaborado por sectores juveniles vinculados al Ministerio de Economía– que, básicamente, plantea que los aportes y contribuciones que hoy van a las obras sociales -unos $ 30.000 millones anuales – pasen al Estado. Y que sobre esa base se forme un superorganismo oficial de salud que contrate los servicios médicos, como hoy hacen las obras sociales.

En este esquema las obras sociales que cuentan con clínicas y farmacias podrían ser contratadas por el ente oficial como cualquier otro prestador privado.

Esta iniciativa “de máxima” formaría parte de las medidas que el Gobierno buscaría implementar para reforzar las alicaídas finanzas públicas y hacer frente a los eventuales impactos de la crisis internacional. De paso, con este esquema, el Gobierno daría por cancelados los $ 6.000 millones que adeuda a las obras sociales por el remanente del Fondo de Redistribución y que la CGT viene reclamando en forma insistente.

El proyecto sería presentado como una mejora del sistema de salud con varios argumentos. El más importante es que se suprimiría, en la mayoría de los casos, a un mero intermediario que se limita a recibir aportes y contratar profesionales y clínicas privadas, ya que muchas obras sociales no cuentan con infraestructura propia. También se sostendría que las obras sociales están salpicadas por casos de corrupción que el nuevo esquema cortaría de raíz. Otro golpe a los sindicatos, en medio de la tensión entre Cristina Kirchner y Hugo Moyano.

Sin embargo, en su columna del diario La Nación, Carlos Pagni revela que el plan para desplazar a Moyano ya lo había activado Néstor Kirchner. «A mediados de octubre pasado, el sindicalista de Luz y Fuerza Oscar Lescano fue invitado a comer con Néstor Kirchner en Olivos, a solas. Lo convocó un funcionario del área económica, íntimo amigo del ex presidente. La reunión se pactó para la noche del 28 de octubre. Pero no pudo hacerse. Un día antes de la cita, Kirchner moría en El Calafate», escribió el periodista.

Y agrega: «Si Lescano consultara al intermediario de aquel encuentro sabría de qué se iba a hablar en aquella comida frustrada. Kirchner quería poner en marcha la defenestración de Hugo Moyano de la CGT. Ahora su viuda lleva adelante ese proceso, con el que cumple un mandato póstumo».

Lo cierto es que el proyecto para quitarles el control sobre los fondos de las obras sociales en una nueva demostración de que las relaciones están interrumpidas. Según Pagni, el enfriamiento de la Casa Rosada se vio precipitado por tres factores. El primero, el desprestigio de Moyano, un dirigente según todas las encuestas, genera un 80% de rechazo social. La segunda evidencia de que Moyano ha perdido poder es que su plan político ha fracasado: con el cierre de listas la Presidenta demostró el poco lugar que se le ha dado a la central obrera.

Pero la fragilidad mayor de Moyano es su soledad dentro de la CGT. A las reuniones de consejo directivo ya no concurren «los Gordos» (Lescano, Armando Cavalieri, Carlos West Ocampo), pero tampoco lo hacen Roberto Fernández (UTA), Oscar Maturano (La Fraternidad), Juan Belén o Antonio Caló (UOM), Mario Manrique (Smata), Gerónimo Venegas (Uatre), José Luis Lingieri (Obras Sanitarias) o Luís Barrionuevo (Gastronómicos).

Las conversaciones por la salida de Moyano estarían más avanzadas de lo que se percibe: la Presidenta habría conseguido abrir una herida importante en la conducción de la CGT al aflojar el vínculo de Omar Viviani con el secretario general. Es que Viviani sueña con ser el heredero de Moyano. Debería imponer su candidatura por sobre la de «los Gordos». Ellos trabajan sobre dos postulaciones. La de Héctor Daer, segundo de West Ocampo en el sindicato de Sanidad, y la de Raúl Guiot, líder de los empleados de comercio de San Martín.

Pero se sabe que para reemplazar a Moyano habrá que encontrar a un sindicalista independiente de los bandos en pugna. En los papeles de Olivos figuran dos: Caló, de la UOM, y Ricardo Pignanelli, el próximo secretario general de Smata. Pignanelli corre, como mecánico, con una ventaja: la industria automotriz es el sancta sanctorum del modelo productivo, como demuestra la confraternidad que existe entre Cristina Kirchner y los empresarios del sector.

La estrategia de desplazar a Moyano, sin embargo, tiene en el oficialismo a un disidente. Es Julio De Vido. El ministro de Planificación considera que se trata de un conflicto artificial, que sólo sirve para introducir perturbaciones en la política laboral y económica. «Cuanto más lejos, Moyano se volverá más irresponsable y más agresivo», dice la tesis de De Vido.
Fuente: lapoliticaonline.com