En diálogo con LPO, el analista internacional Fabián Calle consideró que el encuentro entre Cristina y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, no genera «fisuras en el relato» kirchnerismo. «En un mundo multipolar, Argentina no debe cerrar al UNASUR y de poner su huevos en más de una canasta», opinó el especialista.
Cristina Kirchner recibió al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, tras diez años de frías relaciones entre ambos países. La Política Online se comunicó con Fabián Calle, un prestigioso analista internacional, licenciado en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires y master en Relaciones Internacionales en la FLACSO y en la Universita di Bologna, para analizar el contexto del encuentro.
¿Cómo se explica la visita de Juan Manuel Santos a la Argentina, luego de diez años sin encuentros de primeros mandatarios de ambos países?
Podríamos decir que en el marco de un Chávez «vegetariano», más flexible y cercano a Santos, es lógico que la Argentina se muestre más cooperativo, con una relación más estrecha con Colombia. Es coherente que el kirchnerismo se anime a esto sin que haya fisuras en su relato.
¿No se trata de un alejamiento con Chávez, entonces?
No. Durante el gobierno de Néstor Kirchner y los primeros años de Cristina Fernández, si bien a nivel político e ideológico era conveniente un tono distante y frío con Colombia, siempre se cuidaron bastante de criticar a Uribe explícitamente. Dejaban entrever la distancia que existía y la predilección por Chavéz, pero no manifestaban abiertamente lo mal que estaba la relación. Lo que sucedió con la asunción de Santos es que Colombia comenzó a reconstruir la relación con Venezuela. Se retomó, en ese sentido, lo que había hecho Uribe en el primer tramo de su mandato. Restableció los vínculos comerciales y diplomáticas. Su idea es que Venezuela es un socio. Uno de sus socios. No rompe con EEUU, pero tampoco pone todos sus huevos en la misma canasta. Su giro hizo que Uribe esté un poquito enojado. Y eso lo percibió Chávez, que se refiere a Santos como su «nuevo mejor amigo». Los gestos se incrementaron rápidamente. En los últimos días, por ejemplo, Venezuela pagó la deuda que tenía con empresas colombianas. También se empezaron extraditar terroristas a Colombia. A nivel presidencial hay guiños, aunque haya temas no resueltos. Pero se recuperó un clima de cordialidad. En ese marco se da la visita a la Argentina.
¿Argentina podría ocupar el rol de mediador o facilitador de la unidad, como ya lo intentó en los picos del conflicto entre esos países?
Me parece que no hace falta que Argentina sea mediador o facilitador, porque los actores ya están acomodándose naturalmente. Santos está resolviendo los temas con Ecuador, con Venezuela. Este clivaje bolivariano o anti-bolivariano no existe más. El propio Chávez pidió que no se usen más cosas rojas, sino amarillas. Dijo que había que cambiar el «socialismo o muerte», por «vida o muerte». No sé si será por la enfermedad, pero también propone menos confrontación, otro clima, donde cada gobierno puede hacer sus negocios, sacar sus provechos.
¿Hay un clima propicio para avanzar hacia la integración?
Es un momento. Veo una colombia conciliadora. Incluso Correa -que duplica la apuesta en lo interno- se moderó en lo externo. Veo gobiernos más prudentes, más dialoguistas. Pero no veo que la región esté avanzando hacia unidades políticas y económicas estratégicas. Cada uno hace su juego. Como las economías de la región crecen, los commodities suben y la crisis parece que no golpea tanto en nuestros países, entonces es negocio para todos.
¿La UNASUR no es un paso hacia adelante?
La UNASUR es una estructura simbólica y retórica muy importante, pero la verdadera estructura que hay que reformar, por la que hay que apostar, es el MERCOSUR. «Somos la misma geografía, nos tenemos que integrar», es la idea que prima en la UNASUR, y no es del todo cierto. Hay modelos políticos y económicos muy diferentes. Diría que es un espacio de integración más político y diplomático que económico. Y la primera apuesta debería estar en el MERCOSUR, un espacio más reducido que tenemos hace 20 años, y aún no supimos explotar. No sabemos manejar ese FIAT 600 y queremos manejar una Ferrari. Eso es escapar hacia adelante. Aún así, la UNASUR debería ser sólo un tablero, uno de los muchos tableros en los que hay que jugar.
¿Argentina debería abrirse a otras regiones, entonces?
Claro. Quiero decir que un tablero es la UNASUR, pero también deberíamos jugar en el tablero asiático, norteamericano, europeo. Centrar la mirada en Sudamérica también es un error. Habría que hablar de Latinoamérica. Porque si no se deja afuera a México, que es un actor muy importante y valioso. Se lo deja afuera por su cercanía con Estados Unidos, pero me parece que en realidad es un discurso impuesto por la diplomacia brasilera. Es lógico: Brasil quiere dejar afuera a México para convertirse en el líder indiscutido de la región. Así es como construye su fuerza y, por ejemplo, pide al resto del mundo que un lugar en el comité de seguridad de la ONU. Estamos yendo hacia un mundo multipolar. Por eso debemos poner los huevos en distintas canastas. Eso es casualmente lo que está haciendo Santos. Y lo mismo hace Brasil, que apuesta por el UNASUR, pero también a su relación con China, Rusia, India, Estados Unidos. Abrir un poco los frentes no implica ser «anti» algo. Y los procesos de integración no tienen ideología. No es que formar parte de la UNASUR es de «progre», y al apuntar a otros socios dejás de serlo. De hecho, uno no se puede integrar solamente con los que piensan igual. Porque si mañana en Brasil asume un gobierno de centro-derecha, ¿dejamos de ser socios?
¿Qué puede ganar la Argentina con un acercamiento a Colombia, tanto en términos políticos como económicos?
Colombia es un país que viene creciendo muy fuerte. Es el cuatro país de la región, detrás de Brasil, Argentina, México. Se está transformando en un productor de petróleo, de minerales. Tiene un estado fuerte, organizado. Es, sin duda, un player de la región. Y, además, el mercado interno colombiano es más que interesante. Ellos necesitan productos industrializados. Son productores importantes de alimentos, pero requieren productos que empresas argentinas bien podrían exportar.
Fuente: lapoliticaonline.com