Piden sueldos atrasados y la indemnización, pese a que no les enviaron el telegrama de despido y que se llevaron sus cosas de la confitería. El lugar fue vaciado el domingo de madrugada. Sólo quedaban 12 empleados.
Como no les mandaron telegrama de despido, ni les pagaron sus sueldos, ni les avisaron nada de nada, sino que, por el contrario, el sábado les dijeron “hasta el lunes”, los trabajadores de la confitería Richmond decidieron que la situación -cierre del lugar y pérdida de los puestos de trabajo- ameritaba la toma pacífica del ex bar. Y así lo hicieron. Ayer al mediodía fueron a Florida 468, rompieron el candado y se metieron en el lugar, completamente vacío desde el domingo a la madrugada, cuando, en penumbras, en dos camiones se llevaron todo el mobiliario. El reclamo de sueldos atrasados y de indemnización fue contundente: “Seguiremos con la toma hasta que aclaren nuestra situación”. El Gobierno convocó para hoy a las 12.30 a las partes -ex dueños y trabajadores- para intentar un acuerdo y levantar la toma.
“Lo único que tenemos es una notificación verbal de despido por parte de la patronal que no servirá para nada hasta que no se convierta en un documento firmado”, señaló Sergio Parla, del sindicato gastronómico. “Se comprometieron a depositarnos el sueldo de este mes, por adelantado. Mañana (por hoy) recibiríamos el telegrama de despido aunque la indemnización todavía la estamos negociando. Nosotros no tenemos apuro, nos quedamos a dormir acá”, contó el mozo Alejandro Maciel.
El cierre de la tradicional confitería Richmond, ubicada en Florida entre Lavalle y Corrientes e inaugurada en 1917, cuyo inmueble, se dice, quedará en manos de un grupo empresario que lo alquilaría a una marca de ropa deportiva se conoció la semana pasada. Los trabajadores de la Richmond también denunciaron que los llamaron para retirar sus pertenencias, pero que los casilleros estaban rotos y sus cosas no estaban. “Esto se veía venir”, afirman. Es que en los últimos meses, despidieron a una veintena de empleados y hasta el sábado -último día de la confitería- sólo quedaban doce trabajadores permanentes.
Ayer a la tarde, sin manteros a la vista sobre la peatonal Florida, la situación era algo ruidosa por los bombos de los “compañeros gastronómicos”, algo húmeda por la lluvia, algo resbalosa por la harina, los fideos y los sobrecitos de edulcorante desparramados por el piso y algo tensa por el ir y venir de los trabajadores, la custodia policial, las pintadas y la recolección de firmas de la Comisión de Patrimonio (“para que no lo tiren abajo”).
Mientras, políticos de todos los partidos salieron a dar propuestas. Los legisladores porteños Gabriela Alegre y Juan Cabandié (Encuentro para la Victoria) presentaron un pedido de informes al Ejecutivo y los de la UCR, Rubén Campos y Claudio Presman, presentaron un proyecto de ley para que la parcela que ocupa la confitería se conserve como uso exclusivo de “confitería-bar-restaurant”.
El Defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad, Gerardo Gómez Coronado, envió una recomendación al Ministerio de Cultura porteño para que apliquen las leyes que protegen el Patrimonio Cultural y los Bares Notables “y así evitar el cierre tal como se hizo en 2006 con el Bar Británico y el Gato Negro”. Para el ministro Hernán Lombardi, “hay que buscar un equilibrio entre la protección histórica y el derecho a la propiedad, sobre el que no se puede avanzar. Queremos dar una propuesta que interese a los inversores”.
Fuente: La Razón