El ídolo de la “T” y de los de Liniers fue homenajeado en un partido que ganó Vélez a Talleres. Con 68 años, recibió el calor único de los hinchas. En el Kempes, anoche hubo otra gran muestra de amor: 47 mil personas fueron al estadio.
Daniel Willington se paró en la mitad de la cancha. Puso los brazos en jarra y adelantó el pecho, como dicen que hacía cuando iba a tomar esos tiros libres que eran tres cuartos de gol. Una especie de rito propio para contemplar la escena.
Dirigió la vista a la platea Roberto Gasparini (ex descubierta, ahora con bandeja y techada) y la vio llena. Miró a la Osvaldo Ardiles (la cubierta de siempre) y la notó igual. Vio la popular sur, la de Luis Fabián Artime, máxima ídolo de Belgrano, y se sonrió.
Ahí estaban los hinchas de Vélez, con fotos del joven Willington campeón del 1968.
La rotación de sus ojos se detuvo en el norte. La que lleva su nombre, que estaba repleta. Por una minoría que lo vio jugar y la mayoría respetuosa que escuchó de la leyenda, pero más por el título de 1994 como DT de Talleres.
Y ahí se “fue”. Partió de la escena, del estadio y de la fiesta. Su viaje fue al pasado, a los días en los que don Pepe Amalfitani, “el” presidente de Vélez, que le perdonaba su bohemia porque lo quería como un hijo y porque… era un crack. A esos tiempos en donde su papá Atilio “el Toro”, otro prócer de Talleres, le enseñaba a ser un tipo derecho.
A esos días en los que jugaba con su compadre Humberto Taborda, José Omar Reinaldi, Luis Ludueña, Luis Galván, entre otros.
Fueron segundos y una lágrima que corrió por sus cachetes lo hizo volver en sí. Cuando bajó la mirada, se encontró con la pelota. Lista para que le diera el puntapié inicial. El “olé, olé, Loco, Loco”, lo terminó de traer al presente para ser reconocido. Por los jugadores de la “T” y Vélez, los clubes en los que alcanzó la categoría de ídolo, para ser reconocido por siempre.
Por caso con la disputa de su Copa, la que será un hecho tradicional. Se arrimaron Paco Cabasés, intendente histórico de la Boutique, el Fondo de Inversión (Alberto Escalante, Ernesto Salum y Rodrigo Escribano) y un hincha de siempre (René Batán). Todos para darle más cariño.
Mientras, las tribunas fueron poblándose de tal manera que se decidió la apertura de las puertas. “Hay 47 mil personas. Pagaron entre 25 y 30 mil. Abrimos las puertas por seguridad”, dijeron los inversionistas. Esa fue la otra muestra inconmensurable de amor de anoche: la de los hinchas de Talleres a sus colores.
El ídolo, Gareca y la pasión
“El Daniel” recibió varias distinciones más, incluidas la de la peña local velezana. Luego se dirigió al sector de los bancos para encontrarse con Ricardo Gareca, DT doble campeón con Vélez en 2009 y 2011, y con Talleres en 1998 (histórica definición por penales ganada a Belgrano), y en 1999 con la Copa Conmebol.
“Fue mi ídolo de pibe junto con Carlos Bianchi”, había dicho “el Tigre”, también goleador en Vélez, que mereció un “Olé, olé, olé; Tigre, Tigreeee” de todo el estadio cuando fue distinguido por Diego Garay y Daniel Albornos, ex dirigidos por él.
Luego, “el Daniel” se fue a sentar para seguir el partido tranquilo y hasta ensayó un trote. “Vieron cómo corro”, ironizó y se fue a seguir el partido junto a su familia. Vélez ganó 3-2 y le hizo sentir la diferencia de categoría a un Talleres que hoy vive en el Argentino A.
Daniel se impresionó con la potencia de Silva, la calidad de Canteros en el gol de tiro libre y con los gritos esperanzadores de Sáez. “Vélez es una marca. Talleres va a resurgir, pero con la ayuda de todos”, soltó Willington y ahí les entregó la Copa a los jugadores del cuadro del Fortín. Y se fue “el Daniel”, contento, feliz. Merecido homenaje en una fiesta repleta de pasión.
Nunca olvidará las fotos de esta noche.
Fuente: Mundo D