A través de su abogado, Breivik advirtió que la ofensiva «continuará». Contó, también, que no siente empatía con sus víctimas, que tomó drogas antes del ataque y que esperaba morir durante los hechos.
Anders Behring Breivik «detesta a quienes creen en la democracia», señaló su abogado Geir Lippestad. Preguntado en varias ocasiones sobre el estado mental de su cliente, el letrado reconoció que, «el caso en su conjunto indica que es un enfermo mental».
En una conferencia de prensa, el abogado ha podido comentar más detalles de las declaraciones de Breivik en estos días. «Él cree que esto es el comienzo de una guerra que durará por 60 años», contó. «Pero su mente está… bueno, no quiero comentar más cosas sobre su mente, pero eso es lo que él cree».
Lippestad añadió que su cliente se ve a sí mismo como un guerrero. «Y él como él empezó esta guerra, pues siente algo como orgullo al respecto».
Breivik también anunció, de acuerdo con lo que dijo el letrado, que cuenta con dos «células» en Noruega, varias en el extranjero, pese a que insiste en que él trabajó en solitario. Dado que está en un «estado de guerra», siente justificadas sus acciones.
En la audiencia del pasado lunes, en la que Breivik fue interrogado, Lippestad indicó que fue cerrada al público por miedo a que su cliente emitiera señales que pudieran servir de advertencia a otras personas o grupos.
El fiscal de la policía de Noruega, Christian Hatlo, afirma que, en efecto, hay una «especie de red» en Noruega y en otros países europeos basada en una ideología islamófoba y de extrema derecha.
Si bien las fuerzas de seguridad no han logrado hasta el momento localizar ninguna conexión entre el detenido y otros sujetos, la policía no descarta que Breivik pudiera «contar con ayuda de otros» para perpetrar la matanza en la que murieron 76 personas.
El indicio que hace sospechar a la policía de posibles colaboradores proviene de los testimonios de los testigos, ya que varios han contado «de manera convincente» que había, al menos, dos personas disparando contra los jóvenes que asistieron al campamento del gobernante Partido Laborista en la isla de Utoya, en donde murieron 68 personas.
Sobre la posibilidad de que Breivik pudiera recibir de condena sólo 21 años de cárcel, que es lo que marca la legislación noruega, la fiscalía no muestra ninguna preocupación. El código penal establece varias opciones para no dejar en libertad a convictos que puedan ser un peligro para la sociedad.
Fuente: america.infobae.com