El Cairo, 18 jul (PL) Las noticias sobre la gravedad del expresidente egipcio Hosni Mubarak, circuladas aquí hoy, encontraron poco eco en los manifestantes en la Plaza Tahrir en espera de que el gobierno militar acelere las prometidas reformas.
Desde la semana pasada miles de personas volvieron a congregarse en la céntrica plaza, frustradas por la morosidad en la aplicación de las reformas y lo que califican de indulgencia en los juicios contra personeros de la era Mubarak acusados de delitos de lesa humanidad y malversación.
El abogado de Mubarak declaró a la prensa el domingo que el exmandatario estaba en estado de coma, apenas 24 horas después de haber sido interrogado sobre la acusación de ordenar a la policía y a la «mujabarat» (inteligencia) abrir fuego contra los manifestantes.
Un portavoz del Movimiento 6 de Abril calificó las noticias de «intento de evitar la demanda de los egipcios de que (Mubarak) sea juzgado en público».
Las alegaciones fueron desmentidas por el director del hospital en el que se encuentra Mubarak, quien precisó que este fue asistido de un descenso de la presión arterial, pero se encuentra estable.
En tanto, la situación política aquí sigue signada por el crispamiento entre los manifestantes y el Consejo Militar Supremo (gobierno de transición), con los primeros dando muestra de impaciencia y, los segundos, tratando de evitar que los acontecimientos se salgan de cauce.
Los anuncios de que los juicios contra funcionarios y policías del anterior gobierno acusados de diversos delitos serán a puertas abiertas, sobre el paso a retiro de 669 oficiales de la policía y de una profunda remodelación ministerial, tampoco apaciguaron a los concentrados en la Plaza Tahrir.
A fines de la semana pasada, los manifestantes dejaron entrever que conceden un período de gracia al gobierno, pero sin abandonar sus exigencias, muchas de las cuales es más que posible que herede el próximo gobierno.
También días atrás, el primer ministro Issam Charif, anunció la posposición hasta septiembre u octubre próximos de los prometidos comicios generales y una remodelación ministerial que, hasta el presente, ha costado el cargo a los titulares del Exterior y de Finanzas.