A dos meses de la tragedia, la viuda de Emiliano Martinó habla de lo que es sufrir la inseguridad.
Gisela de Luca tiene 34 años y hace poco más de dos meses enterró a su marido, Emiliano. Tuvieron una hija, Alma, que hoy apenas pasa los 11 meses. Luego de que mataran a su esposo, Gisela cerró para siempre su casa recién comprada y se mudó a lo de sus padres. Ahora, casi no vuelve. Dice, mientras hace esfuerzos por no quebrarse y seguir hablando, que allí adentro quedó todo lo que tenían: ropa, muebles y una cuna sin estrenar para la beba.
“Ese ultimo día, así como salí de mi casa, la cerré. Vuelvo de vez en cuando para buscar alguna que otra cosa, pero no quiero vivir más ahí. No me hace bien, me da impotencia y bronca –dice, en medio de un sollozo que durará pocos segundos–. Todo lo construimos con mucho sacrificio, todo por mi hija. Y Alma ni siquiera pudo estrenar su habitación . También habíamos puesto todas las medidas de seguridad que puedan imaginar. Pero cuando nos tuvo que pasar, nos pasó. Y no hubo alarma ni rejas que pudieran evitar eso”.
Todo viró en tragedia el 14 de junio pasado. Emiliano Martinó (33) volvía de trabajar en su pizzería. En su casa de Ramos Mejía lo estaba esperando su familia. Pero antes de entrar, fue sorprendido por cuatro asaltantes (entre ellos, una mujer) que se metieron en el chalet con él. En medio del robo, alguien llamó al 911 y la Policía cercó el lugar.
Los asaltantes tomaron de rehén al joven y se lo llevaron como escudo en su camioneta. Tras una persecución de diez cuadras, Martinó, que estaba al volante, se tiró del vehículo, recibió un tiro en la espalda y murió . La camioneta, fuera de control, ya sin conductor, chocó unos cien metros más adelante. Uno de los ladrones también cayó muerto a balazos. Los demás fueron detenidos. La duda sobre quién mató a Emiliano todavía persiste.
La versión oficial sostiene que fueron los asaltantes, pero su familia viene exigiendo que los policías que participaron del tiroteo también sean investigados. “Todavía están viendo de dónde salió la bala, pero yo considero que la culpa de que mi marido no esté acá es, en parte, también de la Policía. Tiraron habiendo visto que yo estaba a los gritos desde el balcón y con la nena en brazos . Antes de que Emiliano sacara la camioneta de la casa, yo les grité: ¡Por favor, que el que maneja es mi marido, no disparen! ”, recrea la mujer.
La madrugada del hecho, Gisela, con su beba “a upa”, escuchó el portón y la camioneta de su esposo metiéndose. Pero también le pareció raro escuchar bullicio. Al abrirle la puerta, Emiliano le dijo: “¡Quedate tranquila!”. Detrás suyo aparecieron los asaltantes.
Uno de los momentos de más deseperación se vivió cuando, con toda la Policía agazapada afuera, los delincuentes decidieron llevarse a Emiliano como escudo. Pero la ladrona intentó algo aún más arriesgado: “ La mujer me arrebató a la beba , se la quería llevar. A los gritos, yo le pedia que por favor me devolviera. Finalmente uno le dice que me la entregue, que la nena estaba gritando. Después supe que a esa mujer la apodaban La Matapolicía ”.
“Los ladrones me mandan arriba y dicen que me quede tranquila. Desde la ventana veo un patrullero y un montón de policías atrás. Ellos también me veían. Escucho el portón. Ahí salgo y empiezo a los gritos para que no disparen”.
Gisela alcanzó a ver la cara de miedo de su marido cuando sacaba la camioneta y a uno de los asaltantes encañonándolo: “Y cuando arrancó, arrancó todo –acentúa Gisela, arrastrando la r –.
Los tiros eran impresionantes . La camioneta sale y empiezan a perseguirla. Yo bajo corriendo y le digo al policía que había quedado en casa: Por favor, da aviso a los demás porque se lo van a confundir y lo van a matar . Y así pasó. Emiliano era muy miedoso. Yo no puedo ni pensar en la agonía que pasó mi marido hasta que lo mataron”.
Fuente: Clarín