En el almuerzo organizado por ACDE, donde discutía la embestida del Gobierno sobre Fibertel del Grupo Clarín, y el bloqueo de Camioneros a Techint, Juan José Aranguren les pasó factura a sus pares que no cuando Kirchner promovió el boicot a sus estaciones de servicio y congeló los precios del combustible. “Tememos enojar a las autoridades y a provocar una reprimenda –dijo- “El empresariado se preocupa de lo que le conviene aunque sepa que no es lo correcto”.
En medio de las críticas del empresariado a las políticas del Gobierno, el presidente de Shell, Juan José Aranguren, le pasó factura a su pares por jamás reaccionar cuando el piquetero Luis D´Elía, con el aval del oficialismo, bloqueó y llamó boicotear las estaciones de servicio de su petrolera. Les dijo que es «muy tarde» para quejarse y que en los últimos años, si bien en el sector veían que las medidas de los Kirchner no eran correctas a nivel jurídico, sólo alzaron la voz, cuando estaban tocando a su puerta, les enrostró parafraseando al pastor alemán Martin Niejmoller.
«El empresariado se preocupa de lo que le conviene aunque sepa que no es lo correcto”, sintetizó según el diario La Nación, en un almuerzo de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), en el NH City Hotel, donde los dirigentes de grandes compañías discutían la embestida del Gobierno a Fibertel del Grupo Clarín, del proyecto del diputado Héctor Recalde para distribuir las ganancias de la empresas entre los trabajadores y de la política permisiva hacia Hugo Moyano, cuyo gemio en las últimas semanas bloqueó las plantas de Siderar de Techint.
Aranguren quedó enfrentado con el Gobierno en marzo de 2005, tras el boicot convocado por el entonces presidente Néstor Kirchner contra Shell, que incluyó el bloqueo de piqueteros de Luis D´Elía a 33 estaciones y el llamado de Kirchner a no comprarle a la petrolera «ni una lata de aceite». Ese conflicto, seguido de 57 causas penales del Gobierno contra Aranguren -aún pendientes-, fue debatido internamente en las cámaras más importantes, que evaluaron respaldar a Shell. Sin embargo, todas lo descartaron para no irritar al poder.
De ahí que Aranguren aprovechara ayer para aludir al episodio. «En los últimos días -dijo-, tal vez muy tarde, nos hemos dado cuenta de que, como decía el pastor alemán Martin Niejmoller, estaban golpeando a nuestra puerta, y el frente empresarial se ha unido en contra de los bloqueos a Siderar o la pretendida cancelación, a mi entender contraria a derecho, de los servicios de Fibertel, situaciones ambas desgraciadas y que requieren una urgente solución, además de contar con mi más rotunda solidaridad. Sin embargo, son muy pocas las voces que se alzaron contra la aberración jurídica y económica de congelar el precio de los combustibles sine die . ¿Será porque no habían tocado a nuestra puerta? ¿Será que porque los combustibles son parte de nuestros costos y nos conviene que no suban, aunque no sea correcto, es preferible no decir nada? ¿Solamente reaccionamos ante una confiscación? ¿Sólo lo haremos si ésta es de capital mayoritariamente local? Tenemos, discúlpenme la generalización, temor reverencial a hacer, decir o proponer algo distinto de lo que solicitan o, peor aún, pueda enojar a las autoridades y a provocar una reprimenda, aun cuando nuestra conducta o propuesta sea avalada por el marco jurídico y regulatorio vigente. Todavía el empresariado nacional se sigue preocupando más de aquello que le conviene, aunque en su conciencia sepa que no es necesariamente lo correcto».
Fuente; lapoliticaonline