En una nueva jornada del juicio por el encubrimiento del crimen de María Marta García Belsunce, el testimonio de un vigilador del country El Carmel de Pilar, Eduardo Vera, complicó a Irene Hurtig al asegurar que estaba en la casa donde acababan de asesinar a la víctima cuando la masajista Beatriz Michelini aún esperaba en la puerta para ingresar. Ayer, también declaró Catalina Vargas, la ex mucama de la familia Bártoli, que ahora recordó una llamada que beneficia a sus ex patrones.
Ayer se llevó a cabo una nueva audiencia del juicio por el encubrimiento del crimen de María Marta García Belsunce, en donde lo más relevante fue el testimonio de un vigilador del country El Carmel de Pilar, Eduardo Vera, que complicó a Irene Hurtig al asegurar que estaba en la casa donde acababan de asesinar a la víctima cuando la masajista Beatriz Michelini aún esperaba en la puerta para ingresar.
Vera declaró ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de San Isidro que Hurtig fue quien llamó a la guardia para avisar que «la señora de Carrascosa tuvo un accidente» y que llamaran a la ambulancia.
«Cuando recibo el llamado, Michelini estaba ahí», aseveró el testigo y agregó: «Era la señora Irene. Pedía una ambulancia porque la señora de Carrascosa había tenido un accidente».
Vera también afirmó que la masajista quedó registrada en su llegada a las 18.55, pero que como en la casa de Carrascosa nadie atendía el teléfono, la hicieron esperar «entre quince y veinte minutos».
Siguiendo esa línea horaria, si Carrascosa llamó a la ambulancia desde su casa a las 19.07, y de fondo en la grabación de esa comunicación se escucha a una mujer gritando frases, la fiscalía presupone que quien estaba ahí no es Michelini -que aún permanecía en la puerta-, sino Irene Hurtig.
De todas formas, cuando le tocó interrogar al abogado de Bártoli, Alejandro Novak, los dichos del vigilador Vera no parecieron del todo convincentes.
Novak le preguntó si cuando llama Irene él la atiende y observa que la masajista aún estaba esperando el permiso para su ingreso, por qué no se le ocurrió mencionarle que en la puerta estaba Michelini que quería pasar a la casa donde había ocurrido ese accidente.
«Ahora no recuerdo si estaba la señora Michelini esperando ahí o si no estaba en ese momento», respondió el testigo, tras lo cual Novak pidió que se dejara constancias en acta.
Luego la fiscal Laura Zyseskind le leyó al ex vigilador el tramo de su declaración de la instrucción, donde también dice que el llamado de Irene lo recibió con la masajista esperando en la guardia y Vera volvió a ratificar esa versión.
Otro vigilador que declaró ayer fue Claudio Maciel, quien era el jefe de los empleados de la empresa «Cazadores» en ese momento.
Maciel también recordó que Michelini tuvo que esperar en la puerta, pero a diferencia de Vera, dijo que el llamado de Irene Hurtig fue cuando ya se le había dado ingreso a la masajista.
A quien sí complicó Maciel es a los imputados Sergio Binello y Horacio García Belsunce (H), acusados de encubrimiento por haber «parado» la llegada de la policía al country.
Maciel contó que alrededor de las 21.30 de aquel domingo 27 de octubre y luego de que se supiera que María Marta había fallecido, él estaba con el entonces presidente del country, Alberto White, cuando desde la guardia le informaron que de un country vecino, La Martinica, avisaron que un patrullero estaba llegando a Carmel.
«White me dijo: ‘que no pase, lo atiendo yo en la puerta’. Fuimos para allá pero el patrullero nunca llegó», contó Maciel.
Luego reconoció que White habló por teléfono con alguien y esa llamada podría comprometer a Binello, amigo de Carrascosa, quien, según la acusación, le dijo al presidente del country: «Que no pase la policía y si tenés que pagar, pagá».
Ayer también declaró Catalina Vargas, la ex mucama de la familia Bártoli que durante toda la causa comprometió a la familia, pero en el juicio recordó una llamada telefónica que beneficia a sus ex patrones.
Vargas continuó la declaración que el pasado 30 de mayo ya había comenzado a exponer ante el Tribunal, hasta que, por sus problemas de memoria, los jueces ordenaron someterla a una pericia psiquiátrica que concluyó que estaba en condiciones de ser testigo.
Con los mismos inconvenientes de memoria que tuvo en aquella oportunidad, Vargas continuó relatando lo que ya había empezado a describir en la jornada anterior y que a lo largo de la historia de la causa, comprometió a Carrascosa y a su ex patrón Guillermo Bártoli.
Recordó que aquel domingo 27 de octubre de 2002, al término del partido River-Boca, ella escuchó el top de las 6 de la tarde en la radio, fue al living de la casa a levantar las tazas de café y a acomodar los almohadones y que allí «no había nadie».
Esta afirmación siempre se contrapuso con la versión de Carrascosa y Bártoli, respecto a que después del superclásico, se quedaron en el living viendo el segundo partido entre Independiente y Rosario Central y que recién cuando el equipo de Avellaneda convirtió el primer gol, el viudo se retiró a su casa.
Para la fiscalía este horario siempre fue clave, porque indicaría que a la hora en que asesinaban a María Marta -entre las 18.20 y las 19-, Carrascosa y Bártoli no estaban en el lugar que ellos dijeron estar.
Sin embargo Vargas ahora se acordó de algo que no figura en ninguna de las tres primeras declaraciones que realizó en la causa: primero en 2003 ante el fiscal Diego Molina Pico, después en un careo con Carrascosa y en 2007 en el juicio oral con el viudo.
Dijo que mientras ella acomodaba el living en la casa sonó el teléfono y que cuando ella se acercó para atender «dejó de sonar» porque atendieron y que al instante escuchó a su entonces patrona, Irene Hurtig, diciendo a los gritos que había que llamar a una ambulancia.
«Escuché a la señora que decía ‘llamen a la ambulancia’ desde el living. Yo escuchaba que iba rápido y por el lado del pasillo. No sé a quién se lo decía», comentó Vargas.
También recordó que escuchó, pero no pudo ver, que de la casa «dispararon», en alusión a que alguien salió con urgencia.
Esta parte del relato beneficia al matrimonio Bártoli porque coincidiría con la versión de la familia respecto a que Carrascosa, al llegar a su casa y encontrar a su mujer en la bañera, llamó a esa casa para pedir ayuda y sus cuñados salieron rumbo a la casa.
«¿Cómo se explica que ahora introduzca este elemento? ¿Usted mintió?, le preguntó la presidenta del tribunal, la jueza María Elena Márquez, a lo que la testigo contestó: «No, lo que pasa es que me olvido».
«Tengo 24 años en la función judicial. Soy un funcionario público y si estoy frente a un delito debo denunciarlo. ¿Por qué usted no dijo esto en las cuatro o cinco oportunidades que ya declaró?», le preguntó el juez Alberto Ortolani.
Vargas, algo nerviosa y confundida, como a lo largo de todo el interrogatorio, dijo: «No me lo habrán preguntado».
La ex mucama de los Bártoli exasperó a los jueces con sus lagunas de memoria al punto que en un momento parecía que podía quedar detenida por reticente, pero finalmente cuando se agotaron las preguntas, la dejaron ir.
Vargas fue una de las testigos clave del fiscal Molina Pico para demostrar que Carrascosa y Bártoli mintieron y es uno de los testimonios tomados en cuenta por el Tribunal de Casación bonaerense cuando en 2009 condenó al viudo a prisión perpetua por el homicidio calificado de su esposa.
Fuente: InfoRegión