Argentina vs. Brasil, una pelea entre desiguales

Las restricciones levantadas a la importación de autos dictada por el gobierno de Dilma Rousseff, evidencian un fuerte golpe para la economía local. Qué pierde la Argentina ante las medidas proteccionistas del gigante latinoamericano, y por qué nuestro país ha perdido la preponderancia en la región que supo tener en otros tiempos.
Todos aquellos que vivieron entre los años 1945 y 1955 y ven la Argentina de hoy, no pueden creer como un país que era la principal potencia de la región y que tenía todas las posibilidades para explotar a nivel internacional, se ha convertido en lo que es hoy, una tierra donde el 7 por ciento de los hogares pasan hambre y más de un 15 por ciento, según los datos suministrados por el propio gobierno, ha caído en la pobreza.

La vergüenza de un país que supo tener el Estado de Bienestar y ver crecer a sus hijos en la alegría de un futuro mejor ha desaparecido por completo, para dar paso a una generación que pasa hambre, que no tiene expectativas de futuro y cuyo crecimiento se ve mermado por las necesidades básicas totalmente insatisfechas.

Del 2003 al 2008, el país comenzó a vivir una etapa de florecimiento económico, que llevó a que los números de la macroeconomía se incrementaran enormemente, pero lamentablemente ese crecimiento no pudo pasarse a la micreconomía, es decir, aquella que viven y sufren a diario más de 40 millones de argentinos.

La crisis del 2008-2009 melló mucho la situación de la industria nacional, que dejó de crecer como lo venía haciendo en los primeros años del kirchnerismo, y que desde el segundo cuatrimestre del año pasado volvió a tener una suba en su producción, permitiendo que nuevas fábricas se abrieran a lo largo y ancho de la Argentina , con una gran predominancia de las automotrices, que comenzaron a exportar en gran forma a diversos países del mundo, principalmente a los países de la región.

Pero la semana pasada la Argentina amaneció con una buena nueva, como fue que el gobierno del Brasil, encabezado por Dilma Rousseff, decidió poner más trabas a la importación de autos, en una especie de revancha hacia las medidas de la Argentina de frenar muchos de los productos hechos en el país vecino, lo que sumerge en una virtual parálisis a la relación entre ambos gobiernos.

La aplicación de las licencias no automáticas fue anunciada el pasado jueves, provocando la paralización en la frontera de al menos 2.000 automóviles procedentes de nuestro país. El déficit de Brasil en el sector de automóviles llegó a 1.900 millones de dólares en el primer cuatrimestre, 1.111 millones más que el mismo período del 2010.

Análisis estimativos de la consultora Abeceb.com, resaltan que las pérdidas que la Argentina puede tener por estas trabas, pueden trepar a los 7.000 millones de dólares, ya que estas medidas golpean duro en el sistema económico K, basado en los precios de las commoditties y las automotrices. Datos extraoficiales hablan de que estas restricciones brasileñas llegan al 80 por ciento de los autos fabricados en el país y al 65% de las autopartes que tienen como destino el país vecino.

El país carioca, la sexta economía a nivel mundial, ha vivido desde la llegada al poder de Fernando Henrique Cardoso y con la continuidad de Luiz Inácio Lula Da Silva, un crecimiento como nunca de su economía, transformándose por lejos en el motor de la economía regional, levantando los celos de los países vecinos, principalmente de la Argentina , que hace unas décadas atrás estaba muy por encima del Brasil, pero que su decadencia moral, política y económica, la llevó a ocupar puestos lejanos hoy en día en el concierto latinoamericano.

La Argentina, al no tener una continuidad en su política económica, cambiando con cada uno de los traspasos del gobierno, pasando del neoliberalismo al conservadurismo, del libre cambio a recetas proteccionistas, lo único que logra es perder peso a nivel regional, cayendo bajo las redes del gran pulpo sudamericano, que se regodea ante los descalabros de nuestro país.

Al no tener reglas claras de juego y cambiarlas según las conveniencias políticas, la Argentina lo único que logra es seguir perdiendo la poca confianza que habían en el mundo sobre ella, llevando al país a una hecatombe de la cual no se tiene reales dimensiones hoy en día, y que la pagarán las futuras generaciones.

El genial escritor francés Charles-Louis de Secondat, más conocido como Montesquiu, decía que “la descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principio sobre los cuales fue fundado”, y en esto parece estar sumergido el gobierno nacional, cuando piensa sólo en su supervivencia más allá de diciembre, y no tiene reparos en usar cualquier clase de artilugios políticos para ir en ese sentido.

Todos estos hechos marcan una decadencia profunda de la Argentina , donde las escuelas continúan sin calefacción en invierno y refrigeración en verano, los hospitales siguen sin insumos básicos para la atención de la población, los caminos dejan mucho que desear, las tarifas de los servicios aumentan indiscriminadamente sin que el Estado intervenga para dar una solución definitiva a este problema, y tantas otras cosas que muestran que el país en vez de mejorar y crecer mirando al futuro, lo único que hace es hundirse más y más en una situación de la cual será muy difícil salir.

El diccionario de la Real Academia Española, señala que decadencia es la declinación, el menoscabo, o el principio de debilidad o de ruina de una cosa. Este mote le encaja a la perfección, por estar la Argentina en franco declive, tanto desde lo político, económico y social, así como también es patente el estado de debilidad en el que se haya el gobierno nacional ante la crisis financiera internacional.
Fuente: www.agenciacna.com