Mourinho se envenenó con su propia medicina y El Barsa le ganó por Messi y por respetar la historia.Y un día, Mourinho se envenenó con su propia medicina.
Tanto barro verbal, tanto cuidado extremo, tanto estudio sobre lo estudiado, tanto despilfarro de atacantes en el banco… Tanto fuego que el portugués terminó quemado y escupiendo ese mismo fuego. Porque decir que el Barcelona gana por los arbitrajes es una falacia tan grande como su arrogancia.
Si el 0-5 por la Liga lo hizo escarmentar, el 1-1 le permitió cambiar y el 1-0 por Copa del Rey lo llevó a radicalizar esas variantes, el doblete de Messi pone a Mourinho de rodillas. Y no sólo por el 0-2, porque por encima del resultado emergen las formas. El Barcelona respetó su idiosincrasia, su estilo y su historia. El Real Madrid, no. Y el responsable es Mourinho.
La justa expulsión de Pepe, una especie de anticristo moderno para el barcelonismo, profundizó tendencias. Hasta ahí, el equipo de Guardiola había manejado la pelota durante el 71% del tiempo. Desde ahí, se la mostró como se la muestra a un Almería u Osasuna, lo distrajo como a un principiante y lo apuñaló con el jugador que abrió el partido. Porque si no estaba Messi, y aun 10 contra 11, el 0-0 parecía inmodificable.
La única voz madridista que se alzó en contra del sistema Mourinho fue la de un viejo sabio como Alfredo Di Stéfano. Anoche, con la sangre derramada, se le sumó Cristiano Ronaldo. Es que tener en el banco a Kaká, Benzema, Higuaín y Adebayor, y jugar con Pepe de volante central, amontonar jugadores atrás de la mitad de la cancha y apostar a pelotazos cruzados o a tiros libres (esta vez todos malos) de Cristiano, suena a escarnio. Te puede salir bien una vez, pero no siempre contra un Barcelona que puede no ser tan brillante como en pasajes de esta misma temporada y lamentar la ausencia de Iniesta, pero que mantiene su culto por la pelota en cualquier estadio del mundo (¿o no, Santiago Bernabéu?) a partir de un siempre genial Xavi.
Esos silbidos de los hinchas del Real Madrid sobre el final, cuando el Barcelona era una perfecta cadena de pases, sonaron a lamento por poder ser y que justo sean del enemigo. Sonaron a real envidia…
Fuente: Olé