Poco después de su presentación en Boca, hace 4 meses, el DT aseguraba que contaba con «el mejor plantel» del fútbol argentino. Hoy considera que hay que «fortalecer al plantel» y que, en consecuencia, pedirá más refuerzos.
Julio Falcioni suele sorprender con sus declaraciones: cuando debe hablar después de los partidos, muestra su identificación con los «hubiera o hubiese» («si hubiese entrado la pelota de…», «si hubiéramos ganado no se hablaría tanto»), y sus evaluaciones son cuanto menos llamativas cuando asegura que «“Boca jugó bien», que «tuvimos varias llegadas pero nos falta concretar». Ahora, otro Falcioni dixit superó todo lo esperado: «Vamos a pedir varios refuerzos para fortalecer al plantel».
Él, que pidió a Somoza y a Somoza tuvo, que pidió a Rivero y a Rivero tuvo, y él que, sobre todo, trabajó para sacar a Erviti de Banfield y a Erviti tuvo, ahora vuelve a pensar en una lista de nombres rimbombantes porque lo que tiene (entre lo que había y lo que pidió), no le alcanza
Boca fue el club que más gastó en refuerzos entre el Apertura 2010 y el Clausura 2011: más 6 millones de dólares en tres jugadores, de los cuales, hasta el momento, ninguno rindió como se esperaba.
Erviti no fue el de Banfield. ¿Motivos?, puede haber varios: la posición en la que juega, no es el líder del equipo, no es la única figura, juega opacado por Riquelme. Lo cierto es que, cuando lo pidió, Falcioni conocía todos esos factores. El DT quería que su jugador predilecto fuese el armador de juego del equipo en detrimento de Román, a quien nunca pensó entre sus once pero a quien debió indultar por presiones ajenas y necesidades propias
Rivero no fue el de San Lorenzo. Explotó todo su arsenal en un partido de verano ante su ex equipo: despliegue, velocidad, gambeta, gol. Cuando Boca jugó por los puntos nunca pudo hacer su juego. Hoy, víctima de una seria lesión, está fuera de la cancha.
Somoza tampoco fue el de antes. En Vélez era amo y señor en defensa o en el medio según la necesidad. Quite, buena visión del juego, anticipo y gol. En Boca no es ni defensor ni volante, comete muchas faltas y su función está desdibujada.
El trabajo de Falcioni da cuenta de un entrenador que tampoco supo cómo dirigir a Boca, que su trabajo por ahora no es probo, y que entró, principalmente, en la sintonía equivocada de pensar que al fútbol se juega con nombres en vez de con equipo. Así está hoy el Boca de Falcioni, lleno de estrellas…pero estrellado.
Fuente: Infobae