Una batalla que el kirchnerismo ganó sin combatir

Por Carlos Tórtora para el Informador Público

La crisis entre Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá y la suspensión -tal vez definitiva- de las internas adelantadas del Peronismo Federal, tiene cierto paralelismo con la confrontación que dos semanas atrás protagonizaron Ricardo Alfonsín y Ernesto Sanz cuando este último abandonó la interna adelantada prevista para el 30 de este mes. En las dos crisis se cruzaron acusaciones sobre pactos con terceros para volcar el resultado. Sanz sospechaba que Alfonsín había acordado que el kirchnerismo movilizaría la participación masiva de sus militantes para asegurarle el triunfo. En el caso de los disidentes, Duhalde sospechaba que su rival puntano le había empatado la interna en la Capital con la ayuda de votantes movilizados por punteros K y hasta por el moyanismo. Pero ya desde antes de este episodio, Rodríguez Saá acusaba al lomense de contar con el apoyo de la cúpula del PRO.

Otro factor decisivo en el fracaso de las dos internas adelantadas fue la frialdad del electorado. Sanz decidió bajarse al percibir claramente que los independientes no se mostraban demasiado interesados en votar ahora y que sólo se movilizarían los militantes. Duhalde y Rodríguez Saá apostaron, por su parte, a que el antikirchnerismo concurriría a la interna adelantada en forma masiva. De hecho, el promedio de votantes calculado sobre el padrón de los cinco distritos donde se realizó la interna (Capital Federal, Entre Ríos, Corrientes, Chaco y Misiones) indica un promedio del 1,5% aproximadamente. Uno de los factores que conspiró en contra de una mayor participación es el hecho de que la interna carecía de efectos jurídicos, porque los candidatos sólo se podrán elegir el 14 de agosto.

Para poder presentar candidaturas en la elección nacional, los partidos deberán alcanzar en la primaria del 14 de agosto un número muy parecido, el 1,5% de los votos válidos emitidos. El mensaje de la interna suspendida para el conjunto de la oposición es grave: la participación masiva está lejos de alcanzarse, aunque como las primarias son obligatorias la afluencia será mucho mayor. Pero, después de lo ocurrido con estas dos internas adelantadas aparecen serios interrogantes. Por ejemplo, si Macri es candidato a presidente y se presenta sin rivales en la primaria, ¿tendrá un apoyo masivo o cosechará un resultado mediocre? Si Sanz no compite con Alfonsín, ¿éste no corre el mismo riesgo que Macri? El caso es que una baja cantidad de votos en la primaria debilitaría notoriamente a cualquier candidato con vistas a la elección general. A CFK también le valen las generales de la ley -y más todavía por ser gobierno- y debería montar una movilización masiva de votantes para no quedar afectada.

¿Quiénes ganan?
El balance de los fracasos de la UCR y el Peronismo Federal para definir sus candidatos antes de las primarias es, por el contrario, ampliamente favorable al gobierno. Sin arriesgar nada, el kirchnerismo se beneficia con la crisis que jaquea a dos de las tres principales fuerzas opositoras. Como ya argumenta Aníbal Fernández, el gobierno usará mediáticamente los errores de sus rivales.

Claro está que esta ruptura con final abierto entre Duhalde y Rodríguez Saá tiene también tiene otros beneficiarios. Felipe Solá, por ejemplo, con sólo cruzarse de brazos y cuestionar la conveniencia de la interna adelantada, acaba de colocarse en una óptima posición para aspirar, por ejemplo, a ser el compañero de fórmula de Alfonsín o Sanz. Francisco De Narváez es otro vencedor, porque se mostró distante y crítico de la interna adelantada y probablemente algunos dirigentes duhaldistas ahora se crucen para su lado. A Mauricio Macri, el tembladeral en el Peronismo Federal también lo impacta. El sector del PRO que impulsa su candidatura presidencial acaba de encontrar un fuerte argumento: como están las cosas, el Peronismo Federal debería acompañar la postulación del jefe del PRO sin demasiadas pretensiones. Pero la liquidez del proceso político hace que cualquier cálculo sea endeble. Por ejemplo, Rodríguez Saá podría plantarse y presentarse en octubre aun sin alianzas, como hizo en el 2007. En aquel entonces estuvo cerca del 9% y, en el actual escenario, podría tratarse de votantes que, de no presentarse el puntano, terminarían apostando a Macri.