Quilmes cambió los arcos viejos de su estadio antes del partido ante Newell’s (¿por cábala?), los puntas la metieron y pudo ganar por primera vez en el torneo.
El Arco del Triunfo se erige majestuosamente en la plaza Charles de Gaulle, en la ciudad de París. El mismo fue construido a pedido de Napoleón Bonaparte luego de vencer en la Batalla de Austerlitz; y su edificación duró aproximadamente tres décadas. En Quilmes desde anoche también tienen uno. O, mejor dicho, dos. ¿Cómo? Sí, porque el club decidió cambiar los dos arcos del Estadio Centenario porque estaban viejos (¿y para cortar la mufa?). La renovación, a fin de cuentas, dio resultado: el equipo de Caruso derrotó a Newell’s y mantiene viva la esperanza de salvarse del descenso.
Aunque hay que decirlo: de entrada, lejos de tener una estructura sólida como el monumento francés, el equipo del Sur se apoyó demasiado en los pelotazos largos y centros a Romeo (el primer gol de Bernie llegó tras un tiro libre); mientras que defensivamente se mostró frágil. Del otro lado, el 4-4-2 de Johansen buscó destruir, pero le costó generar juego y sólo inquietó cuando el fondo local se desarticuló y generó espacios para los desbordes de Sperdutti. El trámite era chato …
Entonces, ¿qué cambió para que Quilmes ganara 3-1? Básicamente fue la lectura que Caruso Lombardi hizo del partido. El DT realizó una modificación de nombres que, por rendimientos, era necesaria. Porque con el ingreso de Cauteruccio (¿cómo no es titular?) en reemplazo de Gervasio Núñez, Quilmes aceleró la marcha y fue mucho más profundo al momento de atacar. El delantero no sólo lastimó a espaldas del mediocampo rival, sino que también tiró bien las diagonales y le aportó al equipo algo de lo que carecía: juego. De hecho, su gol coronó la primer jugada colectiva de Quilmes.
Los muchachos de Caruso se acomodaron después del 2-1, ganaron confianza y terminaron adueñándose definitivamente del trámite. El cambio fue tan radical que, del desorden del primer tiempo, Quilmes empezó a jugar a uno o dos toques y, con paciencia, fue arrinconando a Newell’s. Romeo se liberó un poco más, marcó el tercero y tranquilizó a la gente que, pese a ir en ventaja, no se animaba a cantar victoria.
Después sí hubo fiesta. Una, dos, tres rondas de cerveza … Porque con la victoria ante Newell’s se rompió el maleficio: Quilmes ganó por primera vez en el Clausura. Cambió la cara y los arcos, que desde ayer son los del triunfo …
Fuente: Olé