● La primera vedette de Excitante se muestra más natural que nunca. Se anima a hablar del actual vínculo con su padre, a quien no vio durante muchos años, de su necesidad de recurrir al psicoanálisis para llevar adelante su profesión, y de la sorprendente relación que mantiene con su novio.
Acaba de bajarse del escenario. Se la nota con las energías exacerbadas, con una evidente aceleración en su ritmo cardíaco y respiratorio. ¡Y no es para menos! Adabel Guerrero (32) es la primera vedette de Excitante, y le hace honor a ese título. Curvas descomunales, rasgos angelicales y un tono de voz seductor se combinan con su experiencia de años en baile y algunas temporadas de gastar taco en el escenario. En pareja hace dos años y medio con el empresario automotriz Martín Lamela, la morocha despliega toda su verdad a la hora de hablar de por qué decidió retrasar su casamiento, y en qué quedó la relación que intentó recomponer hace poco con su padre. “Hay que saber esperar a que vayan llegando las cosas. Sobre todo, hay que hacer las cosas bien y no desesperarse. Siempre intenté que mi carrera fuese en forma ascendente. Sentí que me costó porque me fueron poniendo palos en la rueda o, quizá, esa sensación fue parte de mi ansiedad. Hoy tengo el alivio de que todo lo que fui buscando, llegó. Un montón de veces pensé en dedicarme a otra cosa. Primero porque el ambiente es muy difícil. Según con qué compañía estés, es muy complicado trabajar porque te hacen la vida imposible a propósito. Por eso dejé de aceptar propuestas, por no soportar cosas así… y nunca me arrepiento de las decisiones que tomo. La gente no sabe cómo es la vida del artista, pero hay que decir que es muy sacrificada porque se pierde la vida privada. Si no estás encerrado adentro de tu casa y con la cortina baja, no tenés intimidad, y eso ya es muy difícil de soportar. Después, sucede que lo que no querés que se haga público, sí o sí lo termina sabiendo todo el mundo. Y nos dedicamos las veinticuatro horas del día a la profesión: si no es una nota, es un ensayo, un evento, el teatro, y todo se vuelve estresante. Hay veces que siento que no tengo vida propia. Y me pasa que cuando estoy por salir al escenario, me planteo por qué no me pongo una verdulería, de los nervios en el estómago que siento. Todo el tiempo tengo un estrés que hay que aprender a manejarlo. De hecho, estoy yendo al psicólogo para manejarlo. Pero también es complicado relajarse porque uno llega a un punto que es difícil sostenerlo. Cada escalón que subís tiene sus pro y sus contras. Mi próxima quintita es cantar, y estoy preparándome para eso porque cambiar es parte de no estancarse”, admite.
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–¿Cómo está la relación con tu padre, con el que hace dos veranos te reencontraste?
–Respecto a mi infancia y mi familia biológica es todo muy complicado. Hasta el día de hoy no entiendo muchas cosas. Por eso, leo mucho de metafísica y un montón de religiones distintas, y creo que por algo se dieron las cosas. Pero está en uno salir adelante, por más que la vida no te dé todo servido, y eso te hace más fuerte. Y me hace pensar que el día que yo tenga hijos, va a ser algo serio. Quiero estar madura para eso porque si no los chicos sufren, y no todos tienen las fuerzas para superarlo. Y después están durmiendo en la calle, drogándose o robando porque no tienen educación, contención o no les enseñaron a conseguir las cosas de otra manera. A mi papá ya le di la oportunidad de volver a estar juntos como familia, pero noté que a él mucho no le interesó, y se cerró la situación.
–Además, ahora tu familia son tus amigos, tus mascotas y Martín, tu novio. ¿Qué etapa atraviesan como pareja?
–Hace dos años y medio que estamos juntos, pero vamos cambiando, conociendo cosas nuevas. Charlamos todo el tiempo de lo que nos gusta y de lo que no. Ya le dije que me voy a casar con él cuando vea que es perfecto. ¿Viste que la gente se casa y después se recaga a puteadas? ¡Yo le pedí hacer al revés! Primero tenemos que seguir viviendo juntos, creciendo, y después nos casamos. Ese momento tiene que suceder cuando sepamos que uno está hecho para el otro. Si hay algo que no nos gusta se habla, o grita, pero siempre llegamos a un acuerdo. La convivencia no es fácil, y mi vida tampoco, porque siempre tengo poco tiempo. Llego cansada y Martín me reclama sexo cuando yo me quiero ir a dormir. Y aprovecho para recordarle que tiene que ir al gimnasio. Y muchas veces terminamos discutiendo por eso. Pero estoy feliz de haber encontrado una persona pata y completa. Me pasó de salir con gente que se te adosa porque no tienen su propia vida y lo terminás sufriendo, porque se transforman en una pesadilla.
Fuente: paparazzirevista.com