Y esta vez no hubo salvador. Román jugó mal, Boca perdió de nuevo y en Lanús hasta gozaron a Falcioni…
Fueron tres. Tres pases. Los tres primeros del segundo tiempo. Y los tres afuera. Una (mala) devolución a Clemente y dos (malas) entregas a Chávez. Así, seguiditos. Ni cortos, ni largos: todos afuera. ¿Y de quién? De Ripley. Porque el que los falló fue él, justo él, la figura de los últimos dos partidos: Riquelme. Esa rareza, esa situación anómala, infrecuente, casi insólita, marcó el partido. El de Román y el de Boca. Si el 10 no pudo con su propio botín, ¿cómo habrá sido para los demás? Por eso, por todo, chicana a Falcioni mismo (de pasado campeón en la contra), el hincha de Lanús, lleno de goce, explotó en el final. Fue cuando se escuchó el “Poné a Riquelme, la puta que te parió”. Hasta eso sufrió Boca. Claro, además de lo abstracto: quinta derrota en el torneo, cero margen de error de acá al final, ocho puntos de distancia con el líder (que encima es River).
Tan cierto es que Román esta vez no salvó al equipo, como que el equipo tampoco lo salvó a él. Ni siquiera lo ayudó a evitar que jugara su peor partido desde el indulto JCF (y en definitiva del torneo mismo). Más allá de su tarde poco feliz, se lo vio lejos del arco. Esta vez el esquema, y luego el partido, lo llevaron más atrás. Porque Chávez y Erviti se movieron delante de su propia línea. Sin embargo, desde ahí, prácticamente arrancando otra vez como enganche, JR tampoco tuvo margen de acción. Fue bien marcado por el rival, pero principalmente bien rodeado. Dijo Gabriel Schurrer que Lanús buscó cortarle sus conexiones externas (Monzón/Clemente) y también las internas (justamente Pochi y el ex Banfield). Efectivamente, lo logró.
Sin salida, asfixiado, Román se mostró fastidioso con él mismo, pero también con sus propios compañeros. Muchos de sus reclamos fueron visibles, expuestos al ojo del hincha. Como su insistente pedido para que Monzón le pasara por afuera a la hora de atacar. O esas señas para que Erviti diera el paso atrás para mostrarse como opción de pase y juego. O la explicación que le dio a Insaurralde, antes del segundo tiempo, para que no la reventara desde el fondo y moviera la pelota buscando una salida más limpia. Mucha respuesta no recibió.
Aun en ese marco adverso, Riquelme tuvo una de las tres chances de gol de Boca: un disparo que en el final del primer tiempo le sacó Caranta al córner. Sin embargo, esta vez no cayó en sus pies ningún tiro libre cerca del área para marcar la diferencia, como ante Colón y Estudiantes. De eso también se cuidó Lanús, de las faltas en zona de riesgo. Y así también expuso a un Boca que cada vez tiene más problemas para atacar.
A esta mala tarde personal y general, también hay que atribuirle a Román un error en el 1-0 de Lanús. Fue él quien perdió la pelota ante Pelletieri, cuando arranca la jugada del gol de Valeri. Aunque también, hay que decirlo, fue una falla a 70 metros de su arco, sin contención de equipo, acaso lo que más sufre este Boca. No tiene red. Si falla, paga. Y a veces, como ayer, no le alcanza ni con poner a Riquelme…
Fuente: Olé