El Indec y el descaro de las cifras oficiales

El gobierno se niega sistemáticamente a modificar la metodología usada por el Indec para las mediciones nacionales, levantando honda polvareda en la clase dirigente nacional. Por qué el kirchnerismo se empeña en seguir “dibujando” los números del organismo público y el descreimiento popular en cifras que nada tiene que ver con lo que vive la gente en su vida diaria.

El 0,7% de inflación en el mes de febrero dado a conocer ayer por el Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), volvieron a poner nuevamente el acento en las cifras que mide en forma cotidiana el organismo público, que desde su intervención en el año 2007 por el entonces presidente Néstor Kirchner, ha perdido cualquier índole de credibilidad ante la población.

El descreimiento popular en los números del Indec, manejado políticamente por el inefable Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, ha dado en todo este tiempo números que muchas veces sonaron ridículos a los oídos de la ciudadanía, que van desde la cifra oficial de la inflación, hasta el nivel de inversión, tanto nacional o extranjera que tiene nuestro país.

Nuestro país, al no tener datos reales la manifiesta aplicación de un singular método para medir las principales cuestiones económicas del país, hay una completa desinformación e incredulidad sobre el aumento que han tenido los precios a lo largo de este tiempo. Esto existe porque no son reales los precios que marca el Indec, que dice que en los últimos dos años subieron un 10%.

Luego de la devaluación los precios han subido (según organismos privados), a un promedio de entre el 350 y el 400 por ciento, y desde el gobierno se han escondido los datos reales a partir del año 2007, que fue cuando se dio la intervención del organismo público. Con todo este tipo de cosas, lo único que se logra es que se pierda el horizonte real sobre las cosas que suceden en nuestro país. Sin números reales el país pierde en credibilidad en sus cifras de crecimiento, lo cual terminó siendo un boomerang muy negativo para los intereses de la Argentina , y eso es algo que el gobierno y las autoridades económicas deben cambiar en forma urgente.

El manejo de los números del Indec por parte del gobierno nacional, no ha hecho más que aumentar el recelo popular a las cifras que brinda el organismo público, que había pasado las décadas en forma totalmente independiente, sin que ningún gobierno pudiera tocar las cifras oficiales, ya que ni siquiera la última dictadura militar, que gobernó el país a sangre y fuego, lo tocó.

La joven democracia argentina se enaltecía en señalar que uno de sus orgullos era la libertad que tenían los profesionales del Indec para decir y trabajar como querían, sin que ningún miembro del gobierno lo retara por eso. Pero llegó el gobierno kirchnerista, y con él la presencia de Guillermo Moreno, que metió mano en el organismo público echando a profesionales de dilatada trayectoria y honestidad intelectual, cambiándolos por personajes políticos que responden ciegamente a las órdenes emanadas desde la Casa Rosada y supervisadas por el controvertido funcionario nacional.

La continuidad en el cargo del polémico Secretario de Comercio Interior, se ha transformado en estos momentos vital para las ambiciones kirchneristas, ya que el mismo le brinda al oficialismo las cifras que desean ver de los indicadores nacionales. Es así que seguiremos viendo los números “dibujados” por parte del Indec con respecto a la inflación y las cifras de crecimiento de la Argentina.

Es válido preguntarse cuáles son las ganancias que tiene el kirchnerismo al ocultar los datos de la realidad con las mediciones “dibujadas” que hace el Indec mensualmente con la inflación, los índices de crecimiento, de construcción, de empleo, etc, y que han hecho que no sólo se pierda la credibilidad en los números oficiales en la Argentina , sino en el exterior donde la Argentina sigue perdiendo cada día más el respeto internacional.

Queda evidentemente en claro que el problema del manejo de las cifras oficiales es vital para hacer un país más serio de cara al futuro y de esa manera poder recuperar las inversiones perdidas en los últimos años, que eligieron nuevos rumbos (Brasil, Uruguay, Chile) antes que nuestro país, y de esa manera empezar con la recuperación económica de la Argentina.

Las necesidades del gobierno nacional lo ha llevado al papelón internacional de meter mano en el Indec, con consecuencias de desprestigio aún incalculables y que llevará muchísimos años volver a corregirlas. Este error gigantesco en la política K, llevó a la Argentina a sufrir humillación tras humillación en el extranjero, porque en todos los países considerados serios en el mundo, las estadísticas son intocables y la manejan en su mayoría gente que está ligada políticamente al partido gobernante, para darle a las mismas una muestra de claridad notable y la sospecha sobre cualquier manipulación quede totalmente de lado.

Todo este marco de situación ha llevado a la sociedad a tener un alto grado de descreimiento hacia los números que da a conocer periódicamente el estado nacional, porque es vox populi dentro de la ciudadanía que nada de lo que hace o dice el Indec es verdad. Las cifras oficiales, que son las que mueven a un Estado para hacer sus negocios tanto dentro como fuera del mismo, como por ejemplo negociar con los bonistas “old hout”, son indispensable para la construcción de un país serio, pero mientras las cifras se sigan manejando desde un despacho de la Casa Rosada o desde la Secretaría de Comercio Interior, va a ser muy difícil para el gobierno forjar una imagen de unidad ante la comunidad internacional.

Es cuestión de que la clase política, ya sea el oficialismo como la oposición, vean lo que sucede a su alrededor y dejen de pregonar viejas prácticas denostadas por la población, y se pongan a trabajar seriamente en la necesidad de contar con un país más serio, con estadísticas que digan lo que se vive en la realidad y deje de ser un entramado para intentar consumar hechos electorales. La Argentina merece un cambio de actitud, sino la salida para el descalabro moral, económico, social y político que vive el país, será cada vez más grande y por lo tanto, complicado de sortear.

Fuente: www.agenciacna.com