Sebastián Piñera: un año de gobierno con éxitos e incertidumbres

Asumió tras 20 años de gestiones de centroizquierda. En el balance, hay algunos éxitos y también marcados fracasos. Muy mediático, el chileno recogió mieles por el rescate de los mineros, pero no por el incumplimiento de modificar la economía chilena. Según un analiste del país trasandino, con la derecha en el poder, “la economía está bien, pero el país (la gente) está mal”. Los roces entre los partidos oficialistas han jugado también contra su imagen.
Sebastián Piñera cumple este viernes un año en la presidencia de Chile, a la cabeza de un gobierno de derecha, tras 20 años de administraciones de centroizquierda, con algunos éxitos y también con incertidumbres, según los analistas.

Éxitos de relevante exposición pública, como el rescate de los 33 mineros de Atacama, tras 70 días atrapados a 700 metros de profundidad, e incertidumbres relacionadas con la capacidad del gobernante de cumplir promesas ambiciosas, como asentar las bases para que Chile sea un país desarrollado en 2018.

Caracterizado por una omnipresencia constante en los medios y por sus frecuentes lapsus verbales, Piñera ha arropado la parte positiva de su gestión en una economía ordenada que, según los expertos, avanza a velocidad de crucero.

La chilena es una economía que a despecho de la crisis financiera de 2008-2009 y de los 30.000 millones de dólares de pérdidas que dejó el terremoto de febrero de 2010, creció ese año más del 5 % y que según todos los pronósticos tocará el 6 % en 2011.

La reconstrucción tras el terremoto, que aceleró la creación de empleos por encima de las metas oficiales, también han alimentado los éxitos del gobierno, matizados, en todo caso, por descoordinaciones y escasez o falta de ayuda directa a los 800.000 damnificados por el sismo.

Esto se traduce en que, con la derecha en el poder, «la economía está bien, pero el país (la gente) está mal», dijo a Efe el analista Santiago Escobar, quien opina que eso explica en buena parte el descenso constante en la aprobación a Piñera, que las últimas encuestas sitúan en el 42 % frente a un 49 % de desaprobación.

Fuertes alzas de precios del transporte y los combustibles o la autorización para construir generadoras térmicas de carbón también han mellado, según Escobar, la imagen del gobierno y neutralizado el efecto positivo de otras medidas de Piñera.

Entre ellas, la anunciada extensión del permiso posnatal hasta seis meses o la eliminación de la «ley reservada del cobre» para financiar las compras militares.

Según Escobar, «nadie cree al presidente de un gobierno fragmentado y reactivo, que carece de iniciativa política, desconoce el funcionamiento del Estado y se concentra exclusivamente en la figura de un gobernante hiperactivo».

Coincidente es la visión del exministro Sergio Bitar, para quien la raíz de lo anterior está en que Piñera ha mantenido a distancia a los partidos que lo apoyan y seleccionó un equipo de gestión «sin autonomía ni liderazgo político propio, concentrando en él mismo la definición estratégica y las principales decisiones».

La omnipresencia de Piñera preocupa incluso a sus propios partidarios. «Un problema es la alta exposición del presidente en todos los temas, exponiéndose a críticas innecesarias», señala un documento difundido hoy por la Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los ejes de la coalición oficialista.

No obstante, para el analista político Patricio Navia, en su primer aniversario Piñera tiene razones para sentirse satisfecho: «la economía creció a un ritmo saludable, con una positiva expansión del empleo; aunque más lento que lo prometido la reconstrucción avanza de forma razonable», expresó.

«Aunque ha cometido errores infantiles, en general el gobierno ha cumplido su compromiso de introducir más eficiencia en el gasto público y de una mejor rendición de cuentas», añadió.

Los roces entre los partidos oficialistas han jugado también, para Escobar, contra la imagen del gobierno y a favor del desprestigio de instituciones como el parlamento o los partidos, con rechazos cercanos al 60% en las encuestas.

Las discrepancias reflejan, según el experto, una conducta histórica de la derecha chilena, «que siempre se ha acuchillado», al punto de que por mucho tiempo, buscó liderazgos de figuras independientes, por encima de los partidos, para mantener la unidad.

Piñera, miembro de Renovación Nacional (RN), ha roto con esa costumbre y, «para peor», «en la práctica, parece más bien un democristiano conservador», según Escobar.

Al deterioro de las instituciones contribuye también, según los analistas, una oposición todavía perpleja por la derrota de hace un año, que ha mostrado un actuar zigzagueante, cruzado por diferencias internas y sin liderazgos claros, como reconoció hace unos días la expresidenta Michelle Bachelet.

Para el presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, la Concertación ha sido «insuficiente para representar globalmente una oposición, ha sido incapaz de asumir un papel protagónico» y debe, para ello, integrarse con organizaciones sociales y sindicales que hoy actúan por su cuenta y sin representación política.

Según Marcos Moreno, analista de la Universidad de Chile, la Concertación «aún no hizo una autocrítica suficiente de su derrota», lo que le dificulta la tarea de organizar una oposición que, a juicio del presidente de la Democracia Cristiana, Ignacio Walker, debe ser «clara, firme y decidida, pero también constructiva».
Fuente: EFE