Margarita De Agrrou, uruguaya residente Nueva Zelanda relató a Espectador.com su experiencia en el terremoto que afectó aquel país y se mostró sorprendida cuando leyó en internet que el Gobierno anunció que ningún uruguayo había sido afectado y denuncia que nadie en representación del gobierno uruguayo se contactó con ella.
Margarita De Garrou vive en Christchurch, ciudad del epicentro del temblor que sacudió Nueva Zelanda el pasado 21 de febrero. Vive allí desde hace 12 años, trabajando en una empresa de software.
– ¿Dónde estaba al momento del terremoto?
– Estaba en mi trabajo, estaba en mi escritorio. Y la verdad es que como hubo otro terremoto en setiembre, todos estamos un poco acostumbrados a losa temblores. Al principio no nos afecta para nada., pasa que este fue bastante más fuerte. Fue más leve que el primer terremoto, pero fue más cerca de la ciudad y más superficial, entonces se sintió mucho más fuerte. Y por eso todo el daño material y de la gente, las muertes.
– ¿Hay algún tipo de advertencia para estos casos?
– Normalmente te dicen que te pongas debajo del escritorio. Yo no atiné ni a eso, me quedé sentada en mi silla y me agarré del escritorio. O si estás en una casa, te dicen que te pongas debajo de un umbral.
– ¿Se pudo comunicar con familiares uruguayos en el momento?
– Por suerte pude contactarme rápidamente. Lo primero que pensé fue llamar a mi madre y a mis hermanos porque son los primeros que se preocupan. Las comunicaciones estaban sobresaturadas, me llevó un par de horas poder comunicarme, pero finalmente seguís tratando y podés.
– Cuando salió de la oficina, inmediatamente después del temblor, ¿cuál fue la sensación inmediata?
– La cara de la gente. No sé si de terror, pero de no saber dónde estás parado, de dónde vas a ir. Y después, el amontonamiento de gente: cruzar la calle llevaba diez minutos, cuando normalmente te lleva 30 segundos.
– ¿Cómo definiría ‘el día después’ al siniestro?
– El centro de la ciudad todavía está cerrado, no se puede entrar. Normalmente el viaje de mi casa a la oficina me lleva 15 minutos de auto. Para volver a casa en el día del terremoto me llevó una hora y media; a mi novio le lleva media hora de casa a la oficina, ese día le llevó cuatro horas y media. Además, hay un efecto que se llama licuefacción, que es como arena mojada que brota desde la tierra. En mi jardín hay como un volcán de eso, y se tapan las cañerías y afecta a toda la ciudad.
– Respecto a las necesidades básicas, ¿cómo lo han resuelto?
– Son muy organizados, y el intendente de acá es increíble, trabaja 24 horas desde el día del terremoto. Los supermercados, que estuvieron afectados como todo el mundo, fueron lo primero que trataron de abrir. Yo en mi casa en este momento no tengo ni luz ni agua, pero tengo un generador que me proveé de luz, y agua voy a buscar a casa de mi jefe. Pero el 60% de la ciudad sí tiene agua y el 85% de la ciudad sí tiene luz. Y el día del terremoto, sólo el 10% tenía luz.
– ¿Hay más uruguayos en la ciudad?
– Sí, hay. No me he contacto con ellos, pero sé que hay. Hubo un reporte que dice que todos estaban bien, pero no sé cómo saben, porque yo no me contacté con nadie y nadie se contactó conmigo. Yo tengo doble nacionalidad, uruguaya e italiana. Los italianos me llamaron el otro día, a ver si necesitaba algo; los uruguayos, no.
– ¿Sintió miedo o que se trataba de un temblor distinto a los anteriores?
– Miedo no sentí, porque la verdad es que te fluye la adrenalina. Pero sí lo sentí mucho más fuerte. El primer terremoto, que fue el 4 de setiembre, fue a las cuatro y media de la mañana, estábamos todos durmiendo. Te levantás porque se te mueve el piso, se te mueve la cama. Pero no fue tanta la sensación como éste. También el ruido. No sé de dónde sale el ruido, pero hubo mucho ruido.
– ¿Se le pasó por la cabeza volver a Uruguay?
– No, la verdad que no. Muchísima gente se está yendo, pero a mí no se me pasó. Hay muchas familias que han decidido irse por el momento, hasta que recuperen la luz y el agua. Pero no, a mí no.
Fuente: espectador.com