En la causa judicial denominada “Mafia de los medicamentos”, que lleva adelante el juez Oyarbide, continúan los desvelos del magistrado que se debate entre firmar el procesamiento de Gerónimo “Momo” Venegas, líder de UATRE y de las 62 Organizaciones Peronistas, “con” o “sin” prisión preventiva, siendo un detalle menor el descomunal embargo preventivo ya consignado en la resolución redactada y lista para su signatura.
Por reglamentación y costumbre, los expedientes judiciales van acumulando fojas que se glosan a “cuerpos” formados por 200 hojas. La resolución donde se dispone el procesamiento del líder sindical perseguido por el oficialismo atento su cercanía con el ex presidente Eduardo Duhalde, supera con creces los dos cuerpos y tiene confeccionados dos cierres resolutivos: uno disponiendo la prisión preventiva y otro sin esa forma de sujeción personal de Venegas. En cuestión de horas podría definirse esta situación y ello ha generado una verdadera estampida en las filas políticas y sindicales afines al kirchnerismo y en el bando opositor. En ambas facciones pocos dirigen y muchos se ven arrastrados más por conveniencia y necesidad que por convicción.
Cualquier político argentino que se precie de conocer el juego político sabe que ningún gobierno resiste sin el apoyo de las fuerzas sindicales. A ninguno les interesan otros sectores que resultan fácilmente disciplinables por la fuerza de las vías de hecho, pues es sabido que las personas de bien no responden los agravios más que con razones y convicciones, elementos despreciables en la alquimia del poder. Si los poderosos sectores industriales alzaren la voz inmediatamente se los bloquearía y perseguiría con todas las herramientas disponibles: AFIP-DGI, Secretaría de Comercio, Servicio de Inteligencia y mutros otros etc. entre los cuales se cuenta la utilización de toda otra laya de serviles funcionarios, algunos pertenecientes al poder judicial, muchos de los cuales se tornan colaboracionistas temerosos de carpetazos y “disciplinamientos” del Consejo de la Magistratura.
Es por ello que los cabildeos que pretenden influir en la decisión del juez Oyarbide hacen que éste se encuentre cavilando aún sobre qué actitud tomar. Ducho en el arte de la supervivencia, soldado de muchas batallas, y sabedor de las herramientas formidables de que dispone, pero conocedor de los manejos y deslealtades de inescrupulosos que podrían oscurecer su horizonte, se debate entre su desafiante y firme voluntad de detener al sindicalista réprobo de la “Kaja Robada” y su íntima convicción del revuelo que ello generaría, espiral que podría llevar al naufragio a sus circunstanciales protectores y arrastrándolo al mismo abismo.
Un enrarecido aire se respira en los tribunales federales de Comodoro Py. Especialmente en el cuarto piso donde un sospechoso incendio podría perturbar el trabajo de quienes, a las órdenes del juez Oyarbide, llevan causas vinculadas a Ricardo Jaime y los hermanos Cirigliano.
Allí no puede disimularse la tensa calma que precede a la tormenta.
Cosas veredes que non crederes, Sancho…
Fuente: periodicotribuna.com.ar/Enrique Piragini