El equipo de Juan José López tiene claro que el glamour pertenece a otras épocas. Apuesta por el bloque defensivo, la presión en la marca y alguna individualidad. De aquí al final, no habrá mucho más para mostrar
El campeonato le dio a River una muestra gratis de su verdadero objetivo, como para no confundir roles: vos peleás por mantener la categoría, le dijo, y le puso a Tigre, uno de sus rivales más directos en esta lucha, como primer obstáculo. Tuvo más miedo que fútbol, pero quedó a mano.
«Yo no lo miento a nadie» dijo «J.J» y tenía razón. Advirtió que el equipo no está para campeón, aunque si se le da, peleará. Sin embargo, el desempeño ante «El Matador» dio cuenta que la temática es cero en mi arco, mucha garra, poco juego y si me queda una en el arco rival, veo qué hago.
El equipo no salió de la media, pero encontró seguridad en Leandro Chichizola, el juvenil elegido para reemplazar al lesionado Juan Pablo Carrizo.
La defensa arma un bloque cerrado que no se sonroja con tirarla afuera. El tema es no sufrir atrás, sacar puntos como sea. El mejor fue Alexis Ferrero, siempre ubicado, atento, perseverante, en alguna atolondrado pero atento para la reacción.
En el medio, Matías Almeyda es el guerrero. Acepta el juego que pide el momento y enseña que la vergüenza es perder la categoría, no raspar para mantenerla.
Manuel Lanzini, la contracara, el que intenta jugar, también salió airoso. Tuvo opciones pero chocó con Daniel Islas. Habilita, piensa, corre. Tiene ganas, y no es poco.
Arriba, el solitario Mariano Pavone hace lo que puede. Trata de ubicarse lo mejor posible como para disimular su aislamiento; recibe de espaldas, juega bien con el físico y, si logra darse vuelta, remata. No lo hace siempre porque no tiene descarga. Sabe que así será hasta el final.
Este River sabe a qué juega. Para pensar en tácticas, ahora mira para abajo.
Fuente:Infobae