Los actos delictivos no dejan de crecer en todo el continente, aumentando la sensación de inseguridad que vive la población a nivel general. Los números de un estudio que demuestra que a pesar de las palabras, los gobiernos han hecho bastante poco para darle seguridad a sus sociedades.
No sólo en la Argentina la inseguridad ocupa la atención de la sociedad en su conjunto, sino que es algo que nos une a los habitantes de toda Iberoamérica, ya que según un trabajo efectuado por el Barómetro de las Américas del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), denominado “Perspectivas desde el Barómetro de las Américas: 2011” , la victimización por crimen no ha parado de subir en el último año.
La sensación de miedo en la población americana es alta y el sentido de inseguridad ciudadana se ha incrementado como revelan los datos de encuestas realizadas en los últimas dos décadas. Después de aumentar consistentemente entre 1994 y el 2006, se produjo una reducción en los niveles de inseguridad entre el 2007 y 2008, pero volvió a aumentar en el 2010.
Los resultados de este trabajo invitan a pensar algo que desde hace tiempo venimos remarcando desde la Agencia de Noticias CNA, como es que el mayor deterioro que ha sufrido la situación social, con una mayor desigualdad entre aquellos que más tienen y los que menos tienen, con las consecuentes injusticias sociales que ello acarrea, ha convertido a los países de Iberoamérica en caldo de cultivo para un aumento sin límite de los hechos delictivos, así como también para el desastre de las relaciones laborales, donde tener un empleo digno ya pasa a ser un lujo para buena parte de la población.
Basta ver los medios de comunicación para darse cuenta que los actos delincuenciales se cometen cada vez con mayor violencia y sin causa alguna que los lleve adelante, lo que ha abierto un debate con una polémica que se bifurca por todos los sectores de la sociedad, que intenta buscar soluciones rápidas y urgentes para uno de los flagelos que viene acabando con el delicado equilibrio de convivencia en la región.
La mayoría de los delitos se cometieron en el hogar o en el barrio, y el delito más común fue robo sin arma y sin agresión física. Los grupos sociales más proclives a reportar actos delincuenciales fueron los de menos recursos económicos, asó como los que tienen una evaluación más negativa de su situación económica, las personas más jóvenes, y aquellos que viven en las ciudades más grandes.
Victimización por crimen
Perú: 31,1%
Ecuador: 29,1%
Venezuela: 26,2%
Bolivia: 26,2%
Argentina: 26,2%
México: 25,9%
El Salvador: 24,2%
Guatemala: 23,3%
Surinam: 21,4%
Uruguay: 20,9%
Colombia: 20,5%
Nicaragua: 19,2%
Costa Rica: 19,0%
Paraguay: 18,2%
Chile: 16,7%
República Dominicana: 16,5%
Estados Unidos: 16,4%
Brasil: 15,8%
Canadá: 15,3%
Honduras: 14,0%
Trinidad y Tobago: 13,7%
Bélice: 11,8%
Panamá: 11,3%
Jamaica: 10,1%
Guyana: 09,0%
Fuente: Barómetro de las Américas por LAPOP
Como se ve en estos números señalados con antelación, la Argentina se encuentra en tercer lugar en cuanto a sensación de inseguridad, junto a Venezuela y Bolivia, sólo por debajo de Perú y Ecuador que encabezan dicho ranking. Los estudios oficiales y no oficiales, marcan que casi un tercio de los argentinos ha sido pasible de un delito o por lo menos algún miembro del grupo familiar fue víctima de un delito en los últimos 24 meses, registrándose el valor más elevado de la historia reciente de nuestro país.
Ante el creciente avance de la inseguridad en nuestro país, y luego de los hechos delictivos que vienen siendo portada de los principales medios de la Argentina , las políticas de seguridad encarnada por el gobierno nacional y los provinciales, ha vuelto a ser puesto en tela de juicio, reclamándose cambios urgentes que brinden una solución rápida a tan dramático problema que vive la sociedad.
En la región no hay sólo un factor que sea determinante en el aumento de estas problemáticas en la consideración popular, sino que son muchas las que contribuyen a que las mismas aumenten en vez de descender, y todas ellas pasan por la situación de pobreza, miseria y marginalidad a la que se ha sumergido a buena parte de la población desde hace varias décadas, sobre todo con la implementación de las políticas neoliberales de los ’90.
En una sociedad donde la educación y la salud está cerrada a sólo una pequeña parte de la población, donde la vivienda propia y digna está destinada a unos pocos privilegiados, donde el trabajo pasa a ser un lujo y no un derecho, y se incentiva más al pillo que está en el poder y hace todo por izquierda en vez de subir peldaños legalmente, todo esto termina siendo el principal caldo de cultivo para que las personas no tengan otra salida que la delincuencia.
Una cuestión complicada la del futuro en la región, con sociedades partidas al medio por la desigualdad y las impericias gubernamentales para resolver los problemas de fondo de las mismas, por lo cual todo lo que se implemente de cara al futuro, tendrá injerencia en la vida de millones de ciudadanos de Latinoamérica, que esperan vivir en paz y sin problemas su vida.