La reelección de Cristina: hay razones que la razón no entiende


La incertidumbre por el silencio oficial provoca especulaciones en uno y otro sentido. Las “razones” a favor o en contra de su postulación en las mesas de directorio de grandes empresas y los despachos de políticos oficialistas y opositores. El “medio” candidato.
Cristina Kirchner no va a ser candidata a la reelección. La afirmación, que puede escucharse hoy en mesas de directorio de grandes empresas, pero también en las de los bares de la City, se completa con un análisis de las razones por las cuales la Presidente ya tomó la decisión de dejar en manos del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, la postulación presidencial del oficialismo en octubre de este año.

Ese análisis comienza advirtiendo que la Presidente no hará público su renunciamiento hasta último momento por dos razones obvias: porque no necesita hacerlo antes; y porque no le conviene hacerlo antes.

La hipótesis que apunta a la caída de la postulación de Cristina señala que la muerte de su esposo, Néstor Kirchner, habría agotado las energías políticas de la primera mandataria. Y que su depresión no le permitiría imaginar siquiera la alternativa de permanecer en el poder otros cuatro años más. Esta línea de especulación añade que su renuncia a postularse sería “lo racional”, lo que debería hacer y a partir de lo cual podría aspirar a dejar el poder con un alto nivel de adhesión, al estilo de lo que ocurrió con Michelle Bachelet en Chile y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, salvando las diferencias tanto entre ellos como entre ellos y Cristina. “Podría dedicarse a recorrer el mundo dando conferencias y hasta podría pensar en tener un nuevo futuro político, quién sabe”, pensó en voz alta ante Gaceta Mercantil un importante dirigente empresario, naturalmente más cerca de la oposición que del oficialismo. Como es evidente a esta altura, toda este “relato” fluye naturalmente en los despachos de aquellos que, siendo hombres de negocios, dirigentes sectoriales o prelados, nunca vieron con muy buenos ojos al kirchnerismo.

Lógica. El renunciamiento de Cristina tendría, además, motivaciones políticas de peso, como es claro. La principal sería que ella no maneja el aparato que dejó acéfalo su esposo; y en segundo lugar, que no le interesa la construcción política, no al menos al estilo de Néstor, quien, como parte de su “legado”, se llevó con él todos los “defectos” de su manera de conducir y todas las posibles consecuencias jurídicas de ese manejo presuntamente poco transparente. En este caso, el ADN de estas afirmaciones, su génesis, puede encontrarse más bien en las columnas y las crónicas con opinión de los principales medios opositores.

Por último, siempre siguiendo con la hipótesis de que Cristina ya decidió “bajarse” de la candidatura, se advierte que la jefe de Estado no vive con naturalidad su soledad personal y política. Desde la muerte de Kirchner, la Presidente se recluyó en alguna medida en el frente familiar y también en el político, en el que su círculo de íntimos puede contarse con los dedos de una mano. Por otra parte, ninguno de los “leales” puede mostrar una andadura política importante. “Pueden acompañar un gobierno, pero no darle forma”, advirtió un analista político que ahora asesora a la distancia.

En ese sentido, destaca el voluntarismo de Julio de Vido para sostener los acuerdos macro con empresarios que Néstor bendecía y maldecía, según sus necesidades. Y la guía de Carlos Zannini, el secretario Legal y Técnico. Pero a Cristina no la acompaña un equipo político que le pueda dar sostén a su Gobierno. ¿Se rodearía de otro equipo para encarar un nuevo período?

Las enormes dudas que despierta el futuro político de la Presidente son entendibles. Sucede que no todas ellas están basadas en un ejercicio intelectual neutro o libre de intereses. La lista de razones que explicarían un paso al costado incluyen otras de carácter económico: por ejemplo, que la inflación es un problema hoy, lo será durante la campaña, naturalmente en las elecciones y -nadie quiere pensar en eso- será un potro muy duro de domar en 2012. Encima, el monto de los subsidios ha llegado a un nivel difícil de manejar. Estos dos factores llevan a otra pregunta: ¿querrá Cristina heredarse a sí misma con este panorama?

Por la positiva. Cristina Kirchner sí va a ser candidata. En esta hipótesis, oída en las mismas mesas de directorio y en las oficinas de encumbrados dirigentes de la oposición, se enlistan los motivos por los cuales la Presidente se presentará para su reelección.

El primer motivo, esgrimido por aquellos que más cerca estaban de Néstor, es que “hay que terminar la tarea”. Este mandato, este imperativo advierte que quedan cosas por hacer, que la “revolución” iniciada por el kirchnerismo en la política argentina en 2003 tiene déficits y hace falta al menos otro mandato de cuatro años para cubrirlos. En este punto, alguien recordará las interminables elucubraciones sobre si Néstor y Cristina pensaban quedarse 8, 12 o 16 años en el poder. Las alternativas eran varias, pero la más “visitada” por los analistas era que la que anunciaba un período para Néstor, otro para Cristina y dos para Néstor.

Ya no podrá ser, pero cerca de la jefe de Estado hay quien piensa en Scioli Presidente 2015 como una salida “tranquila” del kirchnerismo, un aterrizaje suave. Entretanto, y aunque la lógica diga lo contrario, la opción por la reelección se sustenta además en la ausencia absoluta de candidatos opositores. “Cristina tiene que ir porque nunca el peronismo se suicidó: tiene el 53% de intención de voto y hasta los encuestadores opositores la dan ganadora”. ¿En primera vuelta? “No importan si en primera o en segunda vuelta. Gana”, apura sin reflexionar demasiado el dirigente devenido “cristinista” a última hora.

La frase, que pudo haber salido a mediados de diciembre de la boca de un alto dirigente “cristinista”, si tal cosa existe, es discutida por algunos peronistas más autocríticos. “La Presidente no tiene que decidir nada antes de abril p mayo y ahí se verá como mide”, admitió uno de esos equilibrados dirigentes, que sí existen, ante este cronista.

Pero la mayor incertidumbre hoy, aparte de la decisión de Cristina, se llama Hugo Moyano. La relación entre el líder de la CGT y la Presidente nunca fue tranquila, pero el camionero insiste en cada acto al que va que los asalariados no deben cejar hasta conseguir que haya un “candidato de los trabajadores” a la Presidencia. Fue lo mismo que dijo en River diez días antes de la muerte de Kirchner y es algo que exaspera a Cristina.

En la última semana, la Presidente les pidió “responsabilidad” a los dirigentes sindicales por sus reclamos de aumentos salariales. Aunque algunos medios aseguraron que se dirigía a Moyano, una lectura menos interesada permite advertir que el público “tirón de orejas” fue más para dejar en evidencia al inefable Luis Barrionuevo, líder de la duhaldista CGT “Azul y Blanca”, y su exigencia desestabilizadora de empezar a discutir paritarias con un aumento de piso del 35%.

No obstante, la admisión de que hay que esperar para ver no encubre el hecho de que todo es posible. Y esto sí que es lógica pura: con una oposición atomizada (otro legado de Néstor), el kirchnerismo puede hacer la plancha y dejar que pase el tiempo. “Nunca nadie construyó un candidato en menos de seis meses”, advierte el peronista lúcido, en alusión a los sucesivos intentos opositores, incluido el del radical Ernesto Sanz, muy promovido por algunos medios.

Un “medio candidato”, sin embargo, ya tiene nombre y apellido: se llama Mauricio Macri y aspira a convertirse en el recipiente de todo el antikirchnerismo disperso en una segunda vuelta. Claro, nadie sabe si esa oposición al oficialismo tiene el mismo tamaño que en junio de 2009, cuando dos de cada tres argentinos votaron candidatos anti-K.

Fuente: Julio Villalonga/MDZ