El Banco Central de Europa mantendrá a los bancos griegos con fondos suficientes para que puedan mantener abiertas sus puertas, pero a cambio Atenas se compromete a cumplir una serie de recortes laborales, pensiones y privatizaciones, que golpean en la credibilidad del primer ministro Alexis Tsipras con su pueblo.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, confirmaron un acuerdo con Grecia para el tercer rescate, comprometiendo al Banco Central de Europa a sostener la “liquidez de emergencia” para la banca griega. El Gobierno de Atenas tiene un plazo máximo hasta el miércoles para endurecer sus propuestas en pensiones y jubilaciones, además de reformar el mercado laboral y aceptar un fondo de privatizaciones que eliminará muchos de los beneficios al consumidor que mantienen aún las empresas públicas helenas.
Durante tres años Grecia recibirá 50.000 millones de euros, a cambio de lo cual el Estado griego debe privatizar activos y los beneficios destinarlos a reducir la deuda. Por supuesto que los principales clientes para este negocio son los bancos acreedores, hasta el momento. El Gobierno de Grecia tendrá manejo de los 50.000 millones (una cifra inédita en la materia en Europa), pero a cambio permitirá “la supervisión de las instituciones europeas relevantes”, dice el acuerdo.
De la masa de dinero, solamente un 25% servirá para Grecia haga algún tipo de inversión productiva. El 50% se irá a los bancos para la recapitalización, urgente en el país por la difícil situación que atraviesan sus bancos. El 25% restante servirá para ir reduciendo la deuda y sus intereses.
La Unión Europea ha exigido además un déficit 0 del erario público. El capítulo que más impacta ahora en Grecia es el de las pensiones, que llevarán la edad de jubilación mínima a los 67 años, y congelará las pensiones hasta el 2021, todo lo que ahora debe ser aprobado por el Parlamento antes del miércoles.
Tsipras en su hora de la verdad
“Es un acuerdo difícil, pero hemos tomado la decisión correcta para apoyar al país y a su sistema financiero, y para, en este contexto, tener posibilidades de crecer. Grecia necesita reformas radicales que favorezcan a la sociedad y no a los oligarcas protegidos por los Gobierno anteriores. Hemos demostrado la soberanía popular, ahora debemos trabajar para restablecer la soberanía nacional. Pese a las difíciles medidas, el Grexit ya pertenece al pasado”, dijo Alexis Tsipras en sus primeras declaraciones tras conocerse el acuerdo.
Ahora se aproxima su peor hora, cuando deba volver a Grecia donde miles de sus partidarios lo consideran un traidor a la causa, mientras desde su propio partido se anuncia que no acompañarán lo aprobado cuando tengan que votar en el Parlamento lo que acordó el primer ministro en Bruselas.
El ministro de Trabajo, Panos Skurletis, conocido incondicional de Tsipras, dijo en la mañana del lunes a la televisión pública que habrá elecciones, probablemente en otoño, lo que es considerado un reconocimiento a una crisis interna y nacional que no esperaba el oficialismo.
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