Tras su adiós a los rings, el quilmeño se manifestó satisfecho con su carrera; «Ya no tengo más hambre de gloria», reconoció
Tocó la fama. Ganó y perdió con los mejores. Se empalagó de satisfacciones cosechando lo que sembró en los inviernos crudos de las indiferencias pasadas. Conoció, en fin, los sutiles halagos que llenan el alma de los deportistas de elite. Sin embargo, a poco más de un año de haber perdido la corona mundial a manos de Miguel Cotto y cansado de luchar con las lesiones acumuladas en 20 años de boxeo profesional, Sergio Maravilla Martínez definitivamente se animó a colgar los guantes. «Mi cuerpo ya no es el mismo, está muy maltrecho. Basta de exigirlo. Además, ya no tengo más hambre de gloria. Hice lo que tenía que hacer», comentó Maravilla, apenas arrancó la modesta conferencia de prensa que brindó en el Buenos Aires Grand Hotel, en Recoleta.
«Los médicos que me trataron pusieron mucho interés y preocupación en mis dolencias, en especial en la rodilla derecha, que está destrozada. Pero cuando un médico se preocupa demasiado es porque es seria la lesión. A mi edad no puedo estar jodiendo con tratamientos que no me garantizan cien por cien una recuperación para entrenarme en el alto rendimiento», explicó Martínez, recién llegado del museo del International Hall de la Fama del Boxeo, en Canastota, Nueva York, donde ya había anticipado públicamente el retiro con un escueto comunicado que decía «gracias por todo, aquí termina una etapa de mi vida; hasta la victoria siempre».
Considerado el mejor boxeador argentino de las últimas dos décadas por la prensa especializada, Maravilla se convirtió en uno de los campeones más carismáticos de la historia del pugilismo argentino en base a una personalidad contradictoria que potenció con el épico knock-out sobre Paul Williams, en 2010, y los populares combates con Julio César Chávez (h.), en 2012 en Las Vegas, y su reto ante el inglés Martin Murray, ante una multitud que soportó estoica bajo la lluvia en la cancha de Vélez, en 2013. Sin embargo, a la hora de recordar los momentos más importantes de su trayectoria, Maravilla se remite a la noche en que se consagró campeón mundial welter IBO, ante Richard Williams, en 2003, y el día en que venció al congoleño Alex Bunema y se proclamó campeón mundial superwelter, en 2010. «No tengo dudas de que esos dos combates fueron los más importantes en mi carrera boxística. El primero, en Manchester, me permitió hacerme un nombre en Europa; y el otro, en California, fue la bisagra para hacer mi carrera en Estados Unidos. Sin estas victorias no habrían existido mis triunfos ante Cintron, Williams, Pavlik, Dzinziruk, Barker Macklin y Chávez; tampoco habría perdido con Cotto», comentó, distendido.
En relación con la dura derrota con el puertorriqueño Cotto en el Madison Square Garden de Nueva York, el quilmeño reconoció fallas importantes en la preparación. «Al combate con Cotto subí sin armas. Nunca encontré el tiempo ni la distancia justas. Y eso en el boxeo es todo. ¿Por qué? Hice un mal trabajo de guanteo con los sparrings. Me ganó muy bien, todavía me duelen el cuerpo y el alma», ironizó.
Hoy, a 384 días de aquella fatídica pelea, Martínez parece haber vencido el ego que le sostenía las ilusiones de volver al ring. Manso por dentro, con heridas de vida y cicatrices de batallas aún frescas, admite haberse retirado muy feliz: «No es el retiro que soñé, pero dejo el boxeo con mucha felicidad. Nunca imaginé que iba a lograr tanto como lo hice. No tengo nada que reprocharme. En la vida me caí mil veces y mil veces me levanté». Y tampoco le quedó nada por saldar. «No me quedó ninguna cuenta pendiente en mi carrera. Floyd Mayweather en un momento fue un objetivo, pero como en ese momento -entre 2010 y 2012- no se dio, dejó de serlo. Porque yo después me fui dando cuenta de que no estaba en condiciones físicas para enfrentarlo.».
Hoy su vida parece estar enfocada al máximo en la promotora de boxeo que creó con su amigo Miguel De Pablos (ver recuadro) y en el espectáculo teatral que él mismo protagoniza, «A veces me dicen Maravilla», con el que, según anticipó, en los próximos días desembarcará en Córdoba. «En el stand up encontré una nueva manera de ser feliz. Y esta supuesta vida de actor me la tomé muy en serio. Me gustaría poder incursionar en alguna película o tira diaria», confesó.
La historia -pese a lo que pasó- debiera minimizar la dura derrota con Cotto para rescatar su dimensión de gran boxeador. Y registrarlo en sus páginas más selectas. O al menos reconocerle su originalidad y el rotundo argumento de las estadísticas que indican un total de 51 triunfos (28 KO) y tres derrotas. «Tuve éxito y llegué adonde llegué porque hice las cosas bien y tuve grandeza. Dejé la vida cada pelea, nadie me regaló nada», dijo eufórico Martínez, quien de la mano de Gabriel Sarmiento, su técnico, obtuvo los cetros mundiales superwelter CMB y mediano OMB y CMB.
Lo hecho por Sergio Gabriel Martínez arriba de un ring tendrá la vivencia de lo producido por un fenómeno capaz de convertirse en inolvidable. Tal vez a partir de ahora asuma el desafío de vivir como un hombre joven. «Le he dado todo al boxeo y el boxeo me lo dio a mí. Estamos a mano. Es hora de vivir otras experiencias», cerró.
EL ALTO RENDIMIENTO Y EL CASO BATISTUTA
«Entrenar en el alto rendimiento nos obliga a maltratar nuestro cuerpo de una manera desproporcionada. Quienes piensan que nuestra salud es óptima por el hecho de vivir entrenando están muy equivocados. Es todo lo contrario. Tanto yo como Batistuta hoy estamos pagando las consecuencias de exigir nuestro cuerpo al límite», expresó Maravilla.
MOLESTO CON LA AIBA, SU PRÓXIMO ADVERSARIO
Más allá de la actividad boxística que desempeñó durante tantos años, Maravilla Martínez creó con su amigo y socio Miguel De Pablos la promotora Maravilla Boxing, en 2011, que tiene entre sus boxeadores más importantes al español Kiko Martínez y al dominicano Javier Fortuna. «Siempre seguiré ligado al boxeo, nunca dejaré de luchar por los boxeadores», comentó el quilmeño, que además mostró su disconformismo con el desembarco de la AIBA (Asociación Internacional de Boxeo). «Desde mi posición trataré de combatir a la AIBA, porque se quiere quedar con el boxeo. Tomaron una posición dictatorial peligrosa. Quieren borrar al Consejo Mundial, a la AMB, la OMB, la FIB… Los enfrentaré sin miedo», aseguró Martínez, contrariado con los manejos de aquella entidad..
Fuente: La Nación