River sigue en la Copa después del escándalo y tras un polémico fallo de la Conmebol: Boca fue descalificado pero podrá jugar la Libertadores del año que viene y no lo sacan de la Bombonera…
Son las ruinas circulares. Boca salió de la Copa Libertadores por el mismo lugar por el que entró: por debajo de un escritorio. Y Boca salió de la Copa por el mismo lugar por el que había salido el año pasado, también: contra River. Sí, River volvió a eliminar a Boca. Lo hizo en la cancha durante 135 minutos y también afuera.
“Nos cagaron”, le dice a Olé entre fallos y madrugadas un alto dirigente de Boca, de mesa chica: “Nos cagaron”, repite.
-¿Quiénes?
-El mundo.
El mundo vio cómo Boca protagonizó un papelón, acaso el más grande de la historia del fútbol sudamericano. Y ese papelón del que no se salvaron ni barras, ni hinchas, ni dirigentes, ni jugadores, ni cuerpo técnico tuvo la consecuencia más temida por Angelici y compañía: el jueves a las 22 horas, River recibirá a Cruzeiro por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Después, 200 mil dólares, cuatro partidos a puertas cerradas y cuatro sin hinchas como visitante. Sí, suena barato, sobre todo si a Gallardo casi lo expulsan del planeta para siempre por decir la palabra “sinvergüenza”.
El sábado, Asunción fue la sede de un millón cuatrocientas mil quinientas noventa y tres (las contamos) especulaciones que terminaron a las 22.37, cuando la Conmebol anunció a través de sus medios de comunicación online que Boca está afuera del torneo. Especulaciones que fueron desde una “sanción ejemplar”, con la eliminación y con el club y la Bombonera dados de baja para futuras competencias internacionales, hasta la posibilidad de jugar los 45 minutos que le faltaron al clásico del jueves. Especulaciones, además de un incompatible y enmarañado cruce de intereses: la FIFA había pedido mano dura; la televisión, clemencia: a sus intereses no les servían futuras Copas sin Boca; Macri, de línea directa con el presidente paraguayo Horacio Cartes personalmente rogó piedad para Boca y para la carrera política (¿no había terminado, acaso, el mismo jueves?) de Daniel Angelici, uno de sus alfiles judiciales; el propio Angelici se apersonó en la sede de la Conmebol amparándose insólitamente (después de pasar todo el viernes internado en el departamento de Legales) en una palabra del artículo 23, que debía dar y dio a River clasificado a cuartos de final. Ese mismo artículo, además de todos los documentos y pruebas del cobarde ataque químico en la manga que recopiló River, hicieron que Rodolfo D’Onofrio pasara la tarde (antes de ir a ver a Driussi) en Benavídez, donde se jugó la final del Nacional de Clubes de rugby en la que Hindú le ganó a Newman. Sí, desde River ya lo sabían: el partido no se podía reanudar de ninguna manera. A Paraguay viajaron el jefe de seguridad, Pablo Alvarez, y el abogado del club, Ignacio Villarroel, que desde ayer a la mañana sabían cuál sería el resultado de octavos, aún cuando no había fumata. Sí, mientras el Tano transpiraba y daba manotazos bajo el agua en Paraguay, D’Onofrio estaba en paz. El sólo actuó, paradójicamente, dentro de la cancha el jueves (y no fue sancionado como se especulaba).
A River le interesaba hacer cumplir el reglamento y pasar a cuartos y, en definitiva, eso fue lo que sucedió, más allá del alcance que pudiera tener la sanción a Boca. Boca, que se va de la Libertadores por donde entró. Sus abogados, que siguen en Asunción, tienen un tiempo para apelar todos los puntos del fallo menos uno: la Copa la seguirá mirando por televisión.
Fuente: Olé