El copiloto de Germanwings ensayó la maniobra que provocó la tragedia en Francia

El copiloto de la línea aérea alemana Germanwings, acusado de estrellar a propósito el avión en los Alpes franceses, ensayó ya en el vuelo anterior un descenso como el que provocó la tragedia, informó el director de la oficina de investigación francesa (BEA).
“Cómo es posible que un piloto con problemas psicológicos pueda estar en la cabina de mando.”
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Las cajas negras del avión accidentado confirman que el copiloto del vuelo 4U9525, el alemán Andreas Lubitz, actuó de forma premeditada y que todas sus acciones tenían como objetivo estrellar el aparato, dijo Rémy Jouty, director de la BEA.
El análisis de las cajas negras del avión estrellado cuando volaba de Barcelona a Düsseldorf indica que Andreas Lubitz provocó ya en el vuelo de ida a Barcelona un «descenso injustificado» de varios minutos.
Las autoridades francesas aseguraron, sin embargo, que la maniobra del copiloto no podría haber sido detectada. Ni el resto de los tripulantes, ni el control aéreo francés, ni los ocupantes del avión pudieron darse cuenta de que Lubitz había programado el aparato para que bajase hasta la altura mínima posible, 100 pies, unos 30 metros, en cinco ocasiones durante el vuelo, aunque finalmente corrigió la maniobra.

Andreas Lubitz habría buscado información sobre formas de suicidio en internet.

Pasaron desapercibidas
Ante un grupo de periodistas internacionales, el responsable de la BEA detalló los elementos del informe preliminar de la investigación, publicado este miércoles, y anunció esta maniobra del trayecto de ida que había sido previamente revelada por el diario alemán Bild.
La información de las cajas negras del avión -encontradas en la escarpada zona alpina del choque-, cruzada con las comunicaciones con el centro de control francés, pusieron de manifiesto que Lubitz ensayó el choque voluntario del avión que llevó a cabo horas más tarde en el vuelo de retorno a Düsseldorf.
El aparato, un A320 del fabricante europeo Airbus, había partido a las 06:01 hora local de la ciudad alemana con destino a Barcelona con la misma tripulación que posteriormente haría la vuelta. A las 07:19 el piloto salió de la cabina y, solo en la misma, Lubitz reguló hasta en cinco ocasiones en apenas cuatro minutos el piloto automático en posición de 100 pies, la mínima que permite el avión, y la misma que unas horas más tarde ordenaría al aparato y que acabó en la colisión.

La lectura inicial de los datos mostró que el copiloto ajustó el dispositivo para acelerar el avión.

Esas manipulaciones pasaron desapercibidas para los pasajeros, para el resto de los miembros de la tripulación y para el control aéreo francés, puesto que en ese momento el avión se encontraba ya en una fase de descenso, señaló Jouty.
Los controladores de Burdeos habían ordenado al avión bajar de 37,000 pies a 35,000 pies en un primer momento y a 21,000 pies posteriormente, por motivos que todavía desconocen los investigadores del BEA pero que son normales en el tráfico aéreo.
«Esos motivos no son importantes para la investigación», indicó el director del BEA. Tras los ensayos, momentos antes de que el piloto volviera a su puesto de mando, Lubitz volvió a situar al avión en su altura normal, previa al inicio de la maniobra de aterrizaje, que se produjo sin problemas a las 07:57 horas.

Las autoridades alemanas ponen su mayor esfuerzo para descubrir quien era Andreas Lubitz.

«Difícil de conciliar»
A las 09:00, el avión despegó del aeropuerto de Barcelona con destino a Dusseldorf y 41 minutos más tarde se estrelló en la montaña después de que el copiloto, otra vez solo en la cabina, volviera a dirigirlo a una altura de 100 pies.
El informe preliminar publicado hoy miércoles confirma que Lubitz manipuló de forma voluntaria el avión para estrellarlo y abre la puerta a la siguiente fase de las pesquisas, que pasa por «examinar el sistema de evaluación de actitud de los pilotos» de líneas aéreas, según Jouty.
«Tenemos que tratar de determinar cómo es posible que un piloto con problemas psicológicos pueda estar en la cabina de mando pese a que hay todo un sistema de seguimiento», afirmó Jouty, quien reconoció que hay «exigencias contradictorias difíciles de conciliar» entre los imperativos de seguridad que permiten a los pilotos aislarse en la cabina y los imprevistos psiquiátricos.

Fuente: Univisión