Desde hace varios meses, el parque Lezama, en San Telmo, es el hogar de unos 100 indigentes. Al caer el sol, una veintena de familias se instalan en viviendas improvisadas y pasan la noche allí. Dicen que los han desplazado de otros predios públicos y que en esa zona los dejan permanecer. Además, aseguran que lo prefieren por la cercanía con comedores comunitarios, donde cenan o retiran viandas en forma gratuita.
«En el día están tranquilos, ni se sienten, son cuatro o cinco grupos. Pero a la noche, cuando llegan de juntar cartón, vienen hasta 20 familias; algunas hasta con seis chicos. Es como su centro de acopio y de vivienda», contó Laureano Fernández, un joven de 25 años vecino de la zona.
Así, el parque se ha transformado en un nuevo espacio público tomado en la Capital.
Roxana Maciel tiene 45 años y dice vivir en parque Lezama desde hace meses. Junto a su pareja, Luis Alberto Goitea, dos amigos y un gato, pasan allí día y noche.
«Nos corren de todos lados. Antes vivíamos en la plaza del Congreso. Acá no hemos tenido tantos problemas; la policía nos ve y no nos molesta.»
Pasar los días
Maciel dice que recibe $ 450 de una oficina de asistencia social cercana y con ese dinero más el que recolecta su pareja con su trabajo de reciclaje pasan los días. «Tenemos un fogón en el que cocinamos y, cuando cae la noche, conseguimos agua para bañarnos.»
Como la de Maciel, son varias las familias que montaron su «casa» en este parque. Rubén Franco tiene 50 años y es de Santa Fe. Vino a la Capital con sus cuatro hijos: el más pequeño, de apenas dos años. Asegura que vive en el parque Lezama porque le queda cerca de un comedor comunitario. Franco espera que la Dirección General del Sistema de Atención Inmediata le dé un subsidio. «Ya hice los trámites, mientras tanto paso el día acá junto a mis hijas», dijo mientras mostraba un documento en el que consta la solicitud que realizó ante el Ministerio Público Fiscal.
Alejandro Escobar, de Tucumán, es otra de las personas que habitan en el parque y que confirman que la cercanía con los comedores es uno de los motivos por los cuales muchos ocupantes ilegales deciden pasar el tiempo allí. «Podemos comer en Nuestro Hogar, Boquitas o Barrios de Pie, comedores comunitarios que nos dan comida gratis. Yo vengo acá con mi hijo de un año y siete meses y trabajo de limpiavidrios; no ha venido nadie a decirnos nada», dijo.
Algunos de los vecinos que concurren con mayor frecuencia al parque, donde en el día se realizan torneos de ajedrez, confirmaron la situación: «Hay muchos pibes por ahí dando vueltas, están todos los días, especialmente por el costado del parque que da a la calle Brasil y la avenida Paseo Colón: tienen todo armado para llegar a eso de las 8 de la noche y quedarse», contó Valentín Gómez.
La comisaría 14a. de la Policía Federal es la responsable de vigilar ese espacio verde. Cuando LA NACION
hizo la recorrida varios uniformados se encontraban en la plaza, cerca de las familias instaladas. Ante la pregunta de cómo se manejaba la situación durante la noche, momento en el que llegan más personas a instalarse, dijeron que la Policía Metropolitana tenía que custodiar en ese horario y que no lo estaban haciendo.
Voceros de la Metropolitana aseguran que por el momento ésa no es su jurisdicción (la comuna 4) y que si bien podrían prestar apoyo en caso de que la Policía Federal lo solicitara, esa fuerza no se lo reclamó.
Miedo a los robos
Los vecinos se quejan de que no pueden circular de noche por allí, por miedo a robos o arrebatos.
«Hacen asados y fogones. Se instalan aprovechando que el parque es grande y hacen sus vidas. A mis chicos no los dejo pasar cerca de aquí», comentó Ernestina López, que paseaba por el lugar.
Para otros habitantes de San Telmo el tema pasa por el tipo de ocupantes. «Puede ser gente necesitada, pero muchos se la pasan todo el día ahí, no salen a trabajar ni a hacer nada. Puede ser que no le hagan nada a nadie, pero no vale quedarse ahí esperando», comentó Oscar Fernández.
Fuentes del Ministerio de Desarrollo Social porteño dijeron conocer el tema. «Hemos ido tres veces este mes y sabemos de seis familias que viven ahí, aunque en la noche pueden ser más. Dos de ellas ya habían recibido subsidios, pero lo perdieron por no probar que lo gastaban en vivienda. Por ahora, estamos en trámites con las otras familias y les ofrecimos un lugar en un parador en la Costanera, pero no han querido ir allá», dijeron voceros del área ante la consulta de LA NACION
Fuente: La Nación