Un nuevo episodio de posible violencia religiosa encendió las alarmas en Afganistán a pocos meses del retiro masivo de tropas internacionales y pese al acuerdo de seguridad entre dicho país centroasiático y los Estados Unidos, recientemente refrendado por ambos gobiernos. Las autoridades en el oeste del país están investigando si unos 100 estudiantes de entre 10 y 14 años de edad que fueron hospitalizados tras perder el conocimiento, sufrieron algún tipo de envenenamiento, un día después de que cinco ayudantes humanitarios de la organización Save The Children secuestrados por parte del grupo radical de los Talibanes, fueran encontrados muertos.
De acuerdo con el jefe de la Policía local, Jabar Rozi, un vendedor ambulante arrestado luego en medio de las pesquisas, en las afueras del recinto escolar coránico ubicado en la localidad de Herat les vendíó a los infantes una comida que en sus palabras, les ayudaría a pasar sus exámenes. Aunque las intoxicaciones ocurridas en colegios no son inéditas en el país, especialmente en aquellos en los que sólo acuden niñas, usualmente no son sino episodios aislados si bien en esta ocasión, arrecian las acusaciones contra elementos de los Talibanes, quienes han acrecentado sus atentados terroristas en todo el país.
Empero, los insurgentes de inmediato rechazaron las acusaciones.
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