Imputabilidad: frente a problemas concretos, debates absurdos

Está bueno debatir los grandes temas del país. pero hacerlo cíclicamente, cada dos años, es una burla. Ya existe una agenda en torno a la Responsabilidad Penal Juvenil y es eso lo que debe tratar el Congreso, no la sociedad. ¿Alguien sabe en qué cárceles meteremos a los niños y para qué?.
Nuevamente, dos años después, se reinstala en los medios de comunicación un debate que suena absurdo: ¿a qué edad debe imputarse a un joven que comete un delito?

Lócamente, como acostumbramos, se lanza que los chicos deberían someterse a juicio en Tribunales “a los 14 años”. Se lo dice con la misma liviandad con la que cualquiera podría agregar, en una charla de café, “a los 8”, “a los 6” o bien, “desde el momento de nacimiento”.

Tan ridículo es debatir el tema en medio de una situación de inseguridad real para la que no se aportan remedios -sino entretenidas discusiones- que de un debate sale otro, y de ese otro, alguna nueva apuesta en torno a cuál es la edad justa para meter en una celda de nuestras detestables cárceles a un niño. Así, llegaríamos a dividir a la sociedad, al final del círculo vicioso, en torno a si hay que imputar al niño antes de nacer o no, de acuerdo a las más íntimas convicciones religiosas de cada uno, lo que nos entretendría en otro largo cruce de palabras, durante meses.

El debate prende, sin dudas. Lo hace porque la sociedad necesita respuestas y apuesta a discutir salidas a la problemática de la seguridad. Pero la respuesta del Estado no puede ser tan sólo esto.

Probablemente tengan razón nuestros lectores cuando en la encuesta del día le otorgan un 80 por ciento de los votos a favor de que los chicos de 14 años vayan a juicio. Pero hay algo que no debe ser debate sino acción concreta, y no sólo del actual Gobierno, sino de los anteriores: ¿en qué cárceles y bajo qué condiciones de reeducación piensan someterlos?, ¿qué asistencia le darán a sus familiares y hermanos, medios en el cual se criaron cercanos a la transgresión a las normas, por malaeducación o reacción frente a la sociedad que los ningunea?; ¿qué otros pasos se dará para evitar que los mayores de 14 y más aún, los adultos, delincuentes comunes -y no tan comunes- no reincidan en el delito, habida cuenta que las cárceles se han transformado en escuelas de criminalidad?

Hoy, el gobierno nacional sintoniza con la demanda social del “hay que hacer con estos pibes” y le da vía libre al gobernador bonaerense Daniel Scioli para hablar del tema como si se tratara de un comentarista de la realidad y no como el conductor de una fuerza policial de 50 mil hombres en la provincia más cuestionada por la corrupción policial.

Pero no está claro si esta discusión es para avanzar en la Ley de Responsabilidad Penal Juvenil que espera su sanción en el Congreso. De ser así, el debate se le tiene que reclamar al Congreso, y no a la sociedad que está esperando cosas bastante más concretas.

En realidad, la idea que se genera es que no se sabe qué hacer, y eso es lo peor. Con un caso bastante evidente tres ministros, por ejemplo, han dicho cosas terriblemente diferentes. Un avión argentino llevó 900 kilos de drogas a España. Un ministro dijo que la droga salió desde la Argentina. Otro, lo negó categóricamente. Y uno más indicó una pista que empieza a verse como bastante distractiva: que fue cargada en Cabo Verde.

Hay formas de discutir la violencia de los jóvenes y está bien que lo hagamos. Pero ya hay una agenda en torno al tema y hay que avanzar sobre los puntos marcados. Hace dos años MDZ participó de un muy amplio debate sobre el particular. Fue espuma aquella vez y nada indica que vaya a ser algo diferente ahora.

Fuente: www.mdzonline.com.ar