Al Haití de futuro incierto le acosan ahora sus fantasmas del pasado

La incapacidad del Ejecutivo de Préval de responder de forma adecuada a las demandas de los haitianos ha llevado a muchos de ellos a aplicar el «cualquier tiempo pasado fue mejor» y mirar con nostalgia tiempos pasados, pese a que tanto el gobierno autoritario de Duvalier como el de Aristide estuvieron plagados de denuncias de violaciones de derechos humanos y violencia.

Puerto Príncipe. – Primero fue «Baby Doc» Duvalier, próximamente… ¿Aristide? A apenas una semana de conmemorar el primer aniversario del terremoto que destruyó y conmocionó Haití, y en medio de una continuada incertidumbre política sobre su futuro con unas elecciones presidenciales que no avanzan, la nación caribeña se ve acosada ahora por dos fantasmas que amenazan con complicarlo todo hasta límites aún imposibles de definir.

No habían pasado ni 72 horas desde que se conociera la sorpresiva vuelta a Puerto Príncipe del ex dictador Jean-Claude Duvalier cuando, desde su exilio en Sudáfrica, el ex presidente y controvertida figura política de Haití Jean-Bertrand Aristide enviaba una carta abierta en la que aseguraba estar «listo» para regresar a su país «en cualquier momento», manifestó DPA.

«En lo que a mí me concierne, estoy listo. Una vez más manifiesto mi disposición a partir hoy, mañana, en cualquier momento», dijo Aristide en su misiva, en la que llamó a los gobiernos de Sudáfrica y Haití a ponerse en contacto para que su retorno «suceda en los próximos días».

Tanto Duvalier como Aristide niegan un interés político tras sus esfuerzos por volver a Haití.

«He regresado para ayudar a los haitianos», proclamó Duvalier nada más aterrizar en el aeropuerto de Puerto Príncipe.

«Mi propósito es muy sencillo:ácontribuir al servicio de mis hermanos y hermanas haitianos como un simple ciudadano en el campo de la educación», aseguró por su parte Aristide.

Al controvertido ex presidente, quien sigue teniendo un gran peso político en Haití con su formación Fanmi Lavalas, no parece haberle arredrado el interrogatorio al que fue sometido Duvalier el martes y los posibles cargos por corrupción y desvío de capitales de los que estudia acusarle la Justicia haitiana.

Pero a nadie se le escapa la «oportunidad» en que se han producido estas dos noticias sucesivas que, por otra parte, le han servido al actual presidente, René Préval, para desviar la atención mediática nacional e internacional de un problema que le está ya quemando los dedos: la incertidumbre electoral que rodea a los controvertidos comicios presidenciales del pasado noviembre.

Haití es un país desesperado. Además de las terribles cifras de víctimas, el terremoto del 12 de enero de 2010 destruyó buena parte de su capital, incluida la infraestructura de un gobierno ya de por sí mermado en la nación más pobre del hemisferio occidental.

La incapacidad del Ejecutivo de Préval de responder de forma adecuada a las demandas de los haitianos ha llevado a muchos de ellos a aplicar el «cualquier tiempo pasado fue mejor» y mirar con nostalgia tiempos pasados, pese a que tanto el gobierno autoritario de Duvalier como el de Aristide estuvieron plagados de denuncias de violaciones de derechos humanos y violencia.

El propio Aristide hacía en su misiva una alusión no precisamente maquillada a su tirón popular al afirmar que la «determinación» del pueblo haitiano para que regrese se ha «incrementado» desde el terremoto de 2010.

Mientras, uno de los portavoces de Duvalier en los últimos días, su ex embajador en Francia Henry Robert Sterling, sembraba dudas el miércoles sobre las verdaderas intenciones del ex dictador al dejar abierta, si bien con mil rodeos, la posibilidad de una aspiración presidencial de «Baby Doc».

En declaraciones a periodistas apostados ante el lujoso hotel capitalino donde se aloja Duvalier desde su llegada el domingo, Sterling respondió ante la pregunta de si Duvalier estaría dispuesto a postularse a la presidencia diciendo que, aunque se trataría de una «hipótesis» muy poco probable por la actual evolución del proceso electoral, «si se anulan los comicios, todo es posible».

Mas si algo está quedando claro en Haití, al menos en materia electoral, es que ese «todo es posible» es, precisamente, posible.

A punto de cumplirse dos meses desde las elecciones presidenciales, todavía no está siquiera claro quiénes serán los candidatos que pasen a una segunda ronda, en medio de la -de nuevo- creciente tensión de una población que sabe que hasta que no haya nuevo gobierno la comunidad internacional no avanzará decisivamente en las tareas de reconstrucción que tanto necesita el país.

Pero mientras que buena parte del mundo ve con espanto cómo vuelven los fantasmas del pasado a Haití -el Departamento de Estado norteamericano afirmó esta semana que el país no necesita en estos momentos una «carga» como la que suponen Duvalier y Aristide- parece que en la nación caribeña algunos actores políticos, además de Préval, ven posibles ventajas en la nueva situación creada.

El candidato Michel Martelly declaró el miércoles a una emisora haitiana su disposición a trabajar con Duvalier e incluso dijo que de lograr la presidencia le gustaría que «todos los ex presidentes» hagan de «consejeros» suyos para «poder aprovechar su experiencia».

Fuente: El Universal