La Asociación Civil Mascolor usa la pintura y el revoque para mejorar la situación habitacional de las personas más vulnerables
Se sumergen en comunidades vulnerables y visitan casa por casa, golpean puerta por puerta. Hablan con los vecinos y las familias de cada lugar, conocen de cerca sus realidades y les hacen una propuesta: darle vida y color al lugar donde viven. Ese es el espíritu de la Asociación Civil Mascolor, que trabaja para lograr el mejoramiento de viviendas humildes, involucrando a sus habitantes que se convierten en los protagonistas de la transformación a través de la pintura y el revoque, que son realizados por ellos mismos con el acompañamiento de la ONG.
Hace 13 años que la ayuda de Mascolor llega a villas, barrios precarios, hogares de niños y de ancianos, comedores, escuelas, hospitales, ONG y centros comunitarios en diferentes provincias del país como: Tucumán, Salta, Santa Cruz, Chubut, distintos puntos de la ciudad y del Gran Buenos. Hasta el momento han impactado positivamente en más de 3715 viviendas y 45 proyectos sociales. Para ello articulan con empresas, instituciones, gobiernos, organizaciones, y trabajan también junto a voluntarios y a la comunidad para embellecer y pintar el espacio donde se lleva a cabo cada intervención.
Diana Goransky, que es artista plástica y además se desempeña en el área institucional de esta entidad, explica: «Generamos un diálogo a partir del color, que es muchas veces una excusa para acercarnos y estar con la gente. Les preguntamos qué emociones y sensaciones les generan ciertos colores y qué quieren que ocurra en el lugar donde están.» Entre las respuestas que reciben, la que más se repite es: queremos más alegría, más energía, más luz. Y sus deseos son órdenes.
De acuerdo a los gustos y necesidades de cada sitio, arman una paleta de colores personalizada. El que tiene la última palabra es el beneficiario: verde, azul, rosa, naranja.cada quien elige su color. Luego, el equipo técnico de Mascolor se encarga de capacitar a los vecinos para la pintura y el revoque, facilita las herramientas y gestiona los materiales necesarios -como por ejemplo la pintura o los rodillos- para la mejora de la situación habitacional.
La huella de esta ONG marca un antes y un después que es posible comprobar a simple vista, por ejemplo, al caminar por las calles del barrio INTA, en Lugano, donde Mascolor actualmente está trabajando de la mano de la Secretaría de Hábitat e Inclusión del Gobierno de la Ciudad (Sechi). Sus casas, ahora rejuvenecidas, y sobre todo sus habitantes, transmiten alegría, fuerza y armonía.
Una de ellas es Sonia-quien tiene 70 años y hace más de 30 que vive en INTA- y que sale orgullosa al encuentro para mostrar su vivienda recién pintada de amarillo y bordó. «Vivo con mi hijo, mi nuera y mi nieto y desde que estoy acá, nunca habíamos pintado por un tema de costos. Cuando terminamos la tarea, me generó mucha felicidad y satisfacción verla tan hermosa, es otra cosa. Estoy muy agradecida, el barrio se ve lindo, diferente. Me encanta caminar y ver cómo quedaron las otras casas», dice con una sonrisa.
Además Sonia también está orgullosa por otra decisión que piensa encarar este año: terminar la secundaria. No caben dudas, se siente empoderada. En este sentido Diana Goransky expresa: «El hecho de mirarlos como como constructores de su propia mejora desata muchas energías. Por ejemplo, empiezan a ordenar y a limpiar sus casas, a preocuparse por la higiene, algunos sienten ganas de salir a trabajar o empezar a estudiar. Después de que pintaron es otra historia. Es como un efecto dominó, una cosa trae la otra.»
Por otro lado, Juan Vinuesa de Mascolor, cuenta: «Cuando los vecinos vienen y nos preguntan ¿quién me va a pintar la casa o quién va a revocar? Nos reímos y les decimos: acá la idea es que terminemos todos cansados. Incentivamos a que ellos lo hagan. El desafío es lograr que personas que viven situaciones difíciles, descubran la capacidad que tienen para transformar un poco esa realidad, y que puedan ser protagonistas de parte del cambio. Además al pintarla y arreglarla ellos mismos, la valoran y cuidan mucho más.»
A unas pocas cuadras de la casa de Sonia, en INTA, viven Juan y Delfina junto a sus tres hijos. «Uno quiere mejorar pero no siempre se puede. La gente de Mascolor vino a ofrecer esta buena ayuda que sirvió un montón. Lo hicimos entre todos y quedó muy lindo. Uno se siente bien», asegura Juan mientras muestra su hogar renovado y aclara que eligió el color verde manzana porque es su preferido.
Además cuenta que el día de la «pintada comunitaria» sumó sus manos en otras casas porque «está bueno unirse y ayudarse entre vecinos». Ese es también un objetivo de Mascolor: generar lazos solidarios entre la comunidad. Por eso, quienes no pueden arreglar sus viviendas, ya sea por alguna discapacidad o por cuestiones de ancianidad, reciben la colaboración de sus vecinos y voluntarios.
La artista plástica resume: «La palabra clave es dignidad. Nos ha pasado de chicos que nos dicen que ahora sí quieren invitar a jugar a su casa o familias que comienzan a abrir sus puertas para celebrar las fiestas. Se les despierta el orgullo por sus hogares. Lo lindo de todo esto son las historias, esas caras llenas de alegría.» Y concluye convencida: «Cuando ayudás, te das cuenta de que en realidad te estás ayudando a vos mismo, es un ida y vuelta.»
Mascolor necesita un espacio de oficina en zona norte. Quienes quieran colaborar o conocer más sobre la organización pueden escribir a info@mascolor.org.ar o ingresar al sitio web www.mascolor.org.ar
Fuente: La Nacion