Tres albañiles bolivianos y dos chicos fueron secuestrados por una banda. Los subieron a todos en un auto. Hubo un forcejeo y balearon al nene delante del padre. En la camioneta de las victimas había $100 mil.
Un chico de 13 años fue asesinado ayer de un balazo en el pecho delante de su padre cuando tomaron de rehenes a toda su familia, llamada Quispe. Tres delincuentes, que los seguían en un auto Nissan Tiida blanco, los abordaron en la Autopista del Oeste, en Luján. En la camioneta de las víctimas, una Volkswagen Amarok negra, había 100.000 pesos escondidos debajo de uno de los asientos. La Policía investiga si el robo fue al voleo o si la banda quería el dinero.
A las 6.30 de la mañana, tres albañiles bolivianos -entre ellos el padre del nene- que viven en Santa Cruz, tomaron la autopista en dirección a Lincoln para arreglar un trabajo. Luego pensaban seguir camino de regreso a su provincia. Con ellos iban el nene asesinado y su primo de 11 años. Venían de una vivienda de la localidad de Villa Celina, propiedad de otro familiar.
Pero al pasar el peaje de Luján se perdieron. Luego de dar un par de vueltas por calles paralelas y buscar en un mapa, fueron interceptados por los delincuentes.
Los obligaron a bajar de la camioneta y entrar todos juntos en el asiento trasero del Nissan. Entonces, uno de los ladrones se subió a la camioneta y arrancó.
“Iban los tres mayores sentados y los dos niños en las faldas de los mayores”, dijo un jefe policial. Cuando los dos autos ya estaban en la ruta, Roberto Quispe (33), -tío de la víctima- se tiró del auto y avisó a la Policía. En tanto, con el resto de los cautivos la banda siguió por la ruta 28.
Al parecer, en ese momento, el joven José Luis Quispe forcejeó con uno de los ladrones y éste lo baleó. El chico, ya grave. y su padre, Eduardo Quispe (40), fueron liberados a la vera de la ruta, mientras que los otros dos tripulantes, Elvis Quispe y David Maite (41), fueron dejados unos metros más adelante, ilesos. La banda huyó a toda velocidad.
El pequeño José Quispe murió pocos después en el hospital de General Rodríguez.
Fuente: La Razón