Las autoridades tunecinas han tenido que emplear este mediodía gases lacrimógenos y tiros al aire en los alrededores del Ministerio del Interior para dispersar a los cientos de manifestantes que protestaban desde esta mañana pidiendo la salida del régimen cleptocrático que dirige el país desde hace más de tres décadas, informa la agencia Reuters.
El anuncio televisivo de ayer por parte del septuagenario presidente Ben Ali de que no se presentará a las elecciones de 2014 ha abierto la espita del cambio en el país magrebí. Tras el discurso del presidente, trece civiles murieron en la capital del país africano por disparos de las Fuerzas de Seguridad, según fuentes médicas citadas por Afp. Esta mañana, la cuarta jornada de protestas -la primera sin miedo ya a Ben Ali- ha comenzado con protestas sin precedentes en el centro de la capital pidiendo la dimisión del ministro del Interior.
Un río que no cesa de manifestantes se agrupó en la avenida Burguiba, en el corazón de la capital, rodeando la sede del ministerio del Interior. Y un grito unánime presidía la concentración: «¡Ben Ali asesino!». Los centenares de agentes antidisturbios desplegados se veían incapaces de imponer el estado de excepción en vigor.
La rebelión del «malestar» se desencadenó el pasado 19 de diciembre, cuando un joven se quemó a lo bonzo después de que la policía le confiscara su puesto de frutas. Su muerte el 4 de enero dio a la revuelta el mártir que necesitaba, y la confrontación con las autoridades subió de tono.
Ayer por la tarde-noche, la multitud se echó a las calles para celebrar el anuncio televisivo del presidente de que no se presentaría en 2014. Ben Ali, de 74 años, gobierna el país desde hace 23 combinando de forma eficaz hasta ahora, por una lado, el papel de aliado de Occidente por su defensa del laicismo y combate al yihadismo y, por otro, una férrea represión de la oposición interna.
Fuente: ABC