Los Rally, cualquiera sean, son actividades de más riesgo para los espectadores que cualquier otra categoría automovilística. El Dakar mucho más. Porque hay que tener en cuenta que arriba de los vehículos más potentes del planeta van pilotos saturados por el cansacio, sobre todo cuando las etapas avanzan.
Mezclado con la adrenalina que genera correr, más allá de que muchos aspiran solo a llegar, esa combinación puede resultar fatal para terceros. Eso pasó ayer en Catamarca, cuando a un conductor de un Rastrojero ajeno totalmente a la competencia se le vino un auto encima y lo mató, agregando una víctima más a las del Dakar, que suman 58 y en su mayoría externas a la carrera.
El caso de Marcelo Reales, de 42 años, es el cuarto registrado de muertes ajenas al Dakar desde que se instaló en Sudamérica y el segundo de un argentino. Y es más grave aún porque el trabajador rural que conducía un Rastrojero por la ruta 60 cumplía sus tareas cuando la Hilux del bonaerense Eduardo Amor se le vino encima en una curva, le pegó oblicuo provocándole fracturas múltiples y luego la muerte en el hospital de Tinogasta de Catamarca.
Todo hace suponer que Amor, quien estaba transitando el tramo de enlace, se habría quedado dormido y en una curva se fue para el otro carril impactando con el Rastrojero. El piloto destrozó la parte delantera de la Toyota pero salió ileso y quedó demorado en Tinogasta. Un anticipo lo dio el propio Carlos Sainz, quien se topó con una combi en el enlace pero sin mayores consecuencias.
Los otros casos ocurrieron en el 2009 y 2010. El primero fue similar al de ayer, en una ruta de Chile. Un camión de asistencia conducido por un argentino se cruzó de carril e impactó de frente con una camioneta y dos chilenos murieron en el acto.
El año pasado, en cambio, la cordobesa Natalia Gallardo sí participaba como público pero en un lugar prohibido que le costó la vida, al despistarse el alemán Mirco Schultis.
Recién en 1998 se registró el primer accidente entre un vehículo de competencia y uno de calle con saldo luctuoso. Fue en el sur de Mauritania, cuando un taxi chocó con un auto de carrera y fallecieron cuatro personas. Tres años después, en la localidad francesa de Montauban, un ciudadano chocó su coche con uno de los del Dakar y murió.
La carrera del 2009, donde murió el piloto Pascal Thierry por un edema pulmonar sin sufrir un accidente, casi termina muy mal cuando el francés Eric Vigouroux atropelló en Casilda a un espectador que estaba del lado externo de una curva en lugar prohibido. Pero pudo contarlo.
Se sabe que el off road o los rally son peligrosos y merecen cuidados extremos de los espectadores. En cada lugar Gendarmería hace su trabajo previo y se preparan bolsones de público. Pero los riesgos existen. Lo peor es cuando la pagan los que no tienen nada que ver. l
Fuente: La Capital