Juzgan a un comerciante y su hijo por decapitar y enterrar a una joven de 22 años

Solange Aguirre tenía 22 años. Fue asesinada en la localidad bonaerense de Benavídez, en septiembre de 2012. Su ex pareja, Alejandro Reynoso, de 40 años, y su hijo de 21 años serán juzgados en San Isidro.

Un comerciante y su hijo de 21 años comenzarán a ser juzgados hoy por el asesinato de Solange Aguirre, una joven de la localidad bonaerense de Benavídez que en 2012 apareció enterrada y decapitada en una isla del delta de Entre Ríos.

Fuentes judiciales informaron que el debate se iniciará a los a las 9, en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de San Isidro, en el la sede de Ituzaingó 340, en la zona norte del conurbano.

Los acusados son Alejandro Reynoso (40), ex pareja de la víctima, dueño de una pollería de Benavídez y quien está detenido desde con prisión preventiva, y su hijo Sergio (21), que llega al juicio en libertad con una falta de mérito.

El tribunal a cargo del debate estará integrado por los jueces Alberto Ortolani, María Elena Márquez y Gonzalo Aquino, mientras que la acusación quedará a en manos del fiscal de Benavídez, Sebastián Fitipaldi, el mismo que realizó la instrucción de la causa.

Por su parte, la familia de la víctima estará representada por el abogado José Vera y los acusados tendrán un defensor particular.

Según las fuentes, Reynoso padre está confeso en la causa y cuando admitió el crimen trató de desvincular por completo a su hijo, que resultó beneficiado con la falta de mérito.

Pero luego se conocieron informes forenses que determinaron que Solange había sido asesinada en el mismo sitio donde la decapitaron y mutilaron, es decir, en la isla del delta donde estuvieron juntos padre e hijo, razón por la cual el fiscal Fitipaldi y el particular damnificado solicitaron que Sergio Reynoso también sea juzgado como presunto coautor del crimen.

Padre e hijo enfrentan una imputación por «homicidio agravado por alevosía», que prevé una pena de prisión perpetua.

Aguirre (22) fue vista por última vez el 5 de septiembre de 2012, cuando salió a comprar cigarrillos a un supermercado chino de Benavídez, partido de Tigre, donde quedó grabada por cámaras de seguridad del comercio.

La joven era madre de dos niños, un varón que ahora tiene 7 años y una nena de 4, que es hija de Reynoso padre, a pesar de que ellos nunca fueron una pareja formal.

De acuerdo a lo establecido en la causa, Aguirre dijo que después de ir al supermercado que iría a hablar con el padre de su hija a una de sus pollerías ubicadas en la ruta 9, también en Benavídez, para pedirle el dinero de la manutención de la menor.

Mientras que Reynoso fue detenido, se quebró y confesó el crimen ante el primer fiscal de la causa, Marcelo Fuenzalida, en ese momento a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Delitos Conexos a la Violencia de Género de San Isidro.

El acusado admitió en esa oportunidad que la tarde en que Solange lo fue a ver a uno de sus comercios discutieron y él le pegó un golpe en la sien con una chaira para afilar cuchillos.

El imputado declaró que al advertir que la había matado -ahora se sabe por los peritajes que aún estaba viva-, colocó el cuerpo en unas bolsas de consorcio grandes que había en el local, lo cargó en su camioneta y concurrió a su casa de Boulogne, donde estaba su hijo Sergio.

Ya en horas de la madrugada del día siguiente, Reynoso padre aseguró que fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo Largo, un lugar que conocían porque solían ir a pescar, pero que Sergio nunca supo que él llevaba un cadáver ni que en ese sitio lo enterró.

El pollero también confesó que antes de esconder el cuerpo y para dificultar su identificación, le seccionó la cabeza, le cortó las yemas de los dedos de las manos y tajeó los tatuajes que Solange se había hecho en un hombro con las letras «A» y «L».

El 8 de septiembre de ese año, a tres días de la desaparición, en un camino vecinal próximo al puente Urquiza de la isla de Talavera, a metros del límite con la provincia de Buenos Aires pero del lado de Entre Ríos, cuatro pescadores paraguayos que habían visto a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y completamente desnudo de una mujer, que luego se determinó que era el de Solange.

La cabeza de la víctima recién fue encontrada tres semanas después, el 28 de septiembre de 2012, cuando el propio asesino confeso participó de una inspección del lugar con los investigadores y marcó el sitio exacto donde la había escondido, a cuatro o cinco metros de donde había enterrado el cuerpo.

En abril de 2013, los estudios histopatológicos realizados sobre algunos tejidos del cuello y otras heridas que presentaba el cadáver determinaron que hubo irrigación sanguínea al momento en el que a Solange le rebanaron las yemas de los dedos y los tatuajes y luego la decapitaron.

La cabeza de la víctima presentaba una fractura con hundimiento de cráneo, por lo que los peritos creen que la joven pudo haber estado inconsciente por ese golpe pero que en realidad murió desangrada al momento de la decapitación.

«Esto demuestra que Reynoso mintió para desincriminar a su hijo. Solange sangró y por lo tanto aún estaba con vida cuando el asesino estaba con su hijo y la llevó a la isla del delta donde la mutiló y luego la decapitó de una manera salvaje», dijo a Télam el abogado Vera, para quien los dos imputados «deben ser condenados».

Fuente: Online-911