Un símbolo de la corrupción en el país más pobre de América. Tenía 63 años. No llegó a ser juzgado por la variedad de crímenes de lesa humanidad de los que estaba acusado.
Fue, con 19 años, el jefe de Estado más joven del mundo al heredar, tras la muerte de su padre, las riendas de un régimen de terror brutal y corrupto en Haití. Desde 1971, ejerció el poder con mano de hierro hasta que una revuelta popular lo derrocó y lo obligó a exiliarse en 1986. Aunque había vuelto al país más pobre de América en 2011, Jean Claude Duvalier, el feroz “Baby Doc”, no llegó a ser juzgado por los crímenes contra la humanidad de los que estaba acusado. Murió ayer a los 63 años de un paro cardíaco en su casa, en las afueras de Puerto Príncipe.
Si el nombre de su padre, François Duvalier (“Papa Doc”), está asociado a un régimen de terror opresivo, el suyo sumó, además, la corrupción y el despilfarro, en un país sumido en la pobreza extrema.
La persecución política, las torturas y las desapariciones que se llevaron a cabo durante sus casi 15 años en el poder fueron documentados en detalle por organizaciones defensoras de los derechos humanos, como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, que reflejaron además la malversación de millones de dólares en esos años.
Aún así, el actual presidente, Michel Martelly, eligió palabras conciliadoras al anunciar la muerte de “Baby Doc”. “El antiguo presidente de Haití, Jean-Claude Duvalier, ha muerto”, escribió en Twitter. “El amor y la reconciliación deben superar siempre nuestras luchas internas”, pidió. “Pese a nuestras luchas y nuestras divergencias, saludamos la partida de un auténtico hijo de Haití”, agregó.
Nombrado “presidente vitalicio” apenas llegó al poder, “Baby Doc” continuó el régimen forjado por su padre. “Papa Doc”, como se conoció al médico que llegó al poder en las elecciones de 1957, consolidó pronto su poder pese a un temprano intento de golpe militar. Con la creación de la sanguinaria milicia de los “Tontons Macoutes” y sirviéndose de las creencias del vudú haitiano para cimentar el culto a su persona entre las capas más desfavorecidas de la población, erigió un sólido régimen autoritario. Antes de morir designó a su hijo como su heredero.
Aunque puso en marcha inicialmente algunas reformas y abrió el país a la inversión extranjera y al turismo, “Baby Doc” siguió gobernando con mano de hierro. A los “Tontons Macoutes” (“hombres de saco”) sumó otra milicia, los “Leopardos”, para asegurar su poder. Introdujo una ley de prensa que prohibió críticas al presidente, al gobierno o a los oficiales de seguridad y que llevó a la deportación de periodistas y opositores.
Formado como abogado, desde muy joven “Baby Doc” forjó una fuerte imagen de play boy . Si su padre cimentó su poder sobre su popularidad entre las clases bajas de raza negra, Jean-Claude se apoyó sobre todo en las clases media y alta de los mulatos. En 1980, Baby Doc se casó con Michelle Bennett, hija de un importante empresario cafetalero, en una ceremonia que se transmitió en vivo por TV y causó escándalo por sus lujos y extravagancias –una fiesta con champagne importado y fuegos artificiales– que costaron unos cinco millones de dólares del erario público, según se estimó entonces.
“Baby Doc” Duvalier fue derrocado por una insurrección armada el 7 de febrero de 1986, después de que Estados Unidos le retirara su apoyo militar y económico. El dictador debió huir en un avión militar estadounidense y se asiló en Francia, donde fue arrestado temporalmente a su llegada. Ya en libertad, vivió en París y Cannes y se lo solía ver en la Costa Azul.
El 16 de enero de 2011 llegó de forma inesperada a Haití. “He vuelto para ayudar”, aseguró al aterrizar en Puerto Príncipe, un año después del devastador terremoto que mató a cientos de miles de personas y destruyó la capital.
Fue arrestado 48 horas después de su llegada, aunque recuperó su libertad enseguida. Las organizaciones haitianas e internacionales de derechos humanos no cesaron en su esfuerzo por llevarlo ante la justicia. Después de varias negativas, Duvalier se presentó ante el tribunal de Apelaciones de Puerto Príncipe en febrero de 2013.
Recibido entre los aplausos de sus simpatizantes, “Baby Doc” aseguró a la audiencia que había hecho “lo máximo para asegurar una vida decente a (sus) compatriotas” durante sus años en el poder. “Las muertes ocurren en todos los países”, justificó.
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