Rousseff marcha segura, pero se pelea duro el segundo lugar

La presidenta, que busca la reelección, es amplia favorita. El segundo puesto está peleado cabeza a cabeza entre el líder socialdemócrata Neves y la ecologista Silva con vistas a un eventual balotaje.

Votan hoy 141,8 millones de brasileños, con un electorado muy concentrado en el sur, el sudeste y el nordeste de Brasil. Pero, ¿cómo llegan y a qué aspiran los ciudadanos que hoy irán a las urnas a lo largo y ancho de los 8 millones de kilómetros cuadrados de superficie de este país? Los estudios poblacionales demuestran, sin excepción, los avances socioeconómicos de la última década.

Y explican la mayor politización observada en este proceso, donde se discutió desde la igualdad de derechos matrimoniales de los homosexuales, la criminalización de la homofobia hasta la “independencia” del Banco Central o el destino de los recursos petroleros descubiertos en la llamada “capa pre sal” de la plataforma marina brasileña.

Los datos son apabullantes. En 1995, cuando el sociólogo Fernando Henrique Cardoso asumió la presidencia de su país, la tasa de pobreza extrema era de 15,19%. Al concluir sus 8 años de gobierno, estaba exactamente en el mismo nivel: 15,19%.

Fueron sus sucesores, Luiz Inácio Lula da Silva y la actual jefa de Estado Rousseff, quienes produjeron un dramático descenso de ese indicador: la extrema pobreza cayó a 5,29%, según datos del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA). De igual modo, mientras los pobres de Brasil, que representaban 35,08% de la población en 1995 y que continuaban con la misma proporción (35,09%) en 2001; debieron aguardar la instauración de los gobiernos de Lula y Dilma para experimentar un fuerte retroceso. Declinó el año pasado a 15,93%.

En 1995, el 10% más rico de la población tenía un ingreso medio per capita 68 veces mayor que la renta del 10% más pobre; en 2001 la tasa había saltado a 69 veces. En 2013 la distancia cayó en forma considerable: las remuneraciones de los más ricos superan en 40,9 veces la renta individual de los más pobres. Esos cambios en las economías de las familias más pobres se tradujeron en un aumento de la escolarización y en una ampliación radical del acceso a estudios terciarios o a la universidad. Como marcan las últimas encuestas difundidas ayer es por todo este conjunto de razones que Dilma Rousseff aventajará por un margen considerable a sus adversarios; aún cuando parece consolidarse la tendencia a una segunda vuelta.

Pero algo si se quiere más novedoso puede surgir de los comicios de hoy: es el ocaso de Marina Silva y la recuperación de último momento del presidenciable de la socialdemocracia, una agrupación fundada en 1988 por Cardoso y el ex gobernador de San Pablo José Serra. Ese partido, cuyos militantes reciben el nombre de “tucanes”, llega a estos comicios con una crisis difícil: su candidato Aécio Neves recién ahora sobrepasó, de acuerdo con las consultoras Datafolha e Ibope, a la “advenediza” socialista que durante las últimas semanas le disputó el lugar de segunda. Aun así, para Datafolha el ex gobernador de Minas Gerais sólo podrá cantar “victoria” (y desde luego parcial) esta noche tras el recuento de votos. La distancia entre ambos es lo suficientemente pequeña como para colocar un manto de incertidumbre sobre quien disputará con Rousseff.

La luz estelar de Marina, ministra de Medio Ambiente durante 6 años de Lula, empezó a apagarse a poco de comenzar a andar. Ungida por el Partido Socialista Brasileño luego de la muerte trágica de Eduardo Campos, tuvo y tiene como principal capital político en esta carrera hacia el Palacio de Planalto, su pasado de campesina pobre y esforzada; y su militancia en el Partido de los Trabajadores, que abandonó en 2009.

Por su origen, sus propuestas deberían distar del opositor Aécio, un hombre que entró en la vida política por la puerta grande. Pero Marina no demoró en borrar las diferencias originarias con su adversario. Hoy sus proyectos son tan idénticos que es difícil pensar un futuro distinto, sea uno y otro el eventual presidente hasta 2018.

No es casual: sus respectivos programas fueron elaborados por asesores económicos procedentes de la misma cuna; todos ellos próximos o miembros activos de los dos gobiernos de Cardoso. Es el caso de Arminio Fraga, ex presidente del Banco Central hasta 2002, a quien Neves sueña con convertir en su ministro de Hacienda. Y ni hablar de los asesores de Marina, André Lara Resende y Eduardo Gianetti da Fonseca, públicamente ligados a la socialdemocracia “cardosista”. Estos “técnicos” hacen la misma apuesta: un fuerte ajuste fiscal; independencia y no sólo autonomía del Banco Central; la liquidación y privatización de bancos públicos, especialmente el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES); y en política externa, desmontar las estrategia que llevó a Brasil durante 12 años a priorizar el Mercosur, la Unasur y el multilateralismo.
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