13/13: la cifra que hace huir a los niños de un país

13/13: la cifra que hace huir a los niños de un país

Los padres de Guatemala mandan a sus chicos a Estados Unidos. ¿Qué pasa en ese país con la violencia? No hay solo muertos: los sobrevivientes.
La prensa, cuando habla de víctimas de alguna tragedia, suele referirse, exclusiva y erróneamente, a los muertos. Las cifras de gente que es asesinada o que muere causan furor.

Es probable que la culpa de esto no sea solamente de los periodistas y medios, sino de los que “consumen” noticias y juegan al mismo y lúgubre juego de contar cuántos ya no están más entre nosotros.
Las cifras de muertes son un indicador de cuánto se desvaloriza la vida, en mundo al que a todo le pone un precio.
Pero pocos, sin embargo, ponen la lupa sobre los que no mueren y, sin embargo, igual perdieron parte de su vida al quedar imposibilitados de cumplir con la agenda que ya tenían.
La mirada puesta en los heridos, en los que quedan lisiados es central, porque son testimonios vivientes de que pudieron morir, integrar aquella cifra poderosa y oscura, pero sin embargo están aquí para echar luz y evitar, si se puede, que su tragedia se multiplique.

Un país latinoamericano tiene un curioso juego de cifras: 13/13. Trece personas mueren por día y otras trece, quedan con algún tipo de discapacidad para el resto de sus días. Se trata de Guatemala y ese es el promedio de los estudios realizados en los últimos seis años.

Una organización que trabaja en la difícil tarea de pacificar a una población que todos los días porfía con extinguirse del mapa centroamericano y, por suerte, en muchos casos fallan, es Iepades, el Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible.
Sus integrantes han cobrado, ya, relevancia internacional: su experiencia local los hace expertos para opinar y convocar al trabajo por la convivencia en cualquier otro lugar. Allí el número 13/13 fue transformado en oportunidad, con una campaña que despierta polémica, pero cuyo mensaje es real, directo, claro y conmovedor: «Un balazo no me mató. Pero me quitó la vida», reza.

Los datos obtenidos por Iepades con estadísticas de la Policía Nacional Civil, indican que muertes y heridos van de la mano. Sin embargo, la información estadística parece ser la primera víctima, casi siempre, en un continente como el nuestro en el que tener bien diagnosticado lo que pasa podría ser la fuente de políticas públicas menos ocasionales y predictivas.

Mayda de León es una de las directivas de la organización y así lo reconoció, en diálogo con MDZ. No hay una buena sistematización y las estimaciones del Consejo de Discapacidad de Guatemala indica, a ojo de buen cubero, que entre 6 y 7 personas quedan discapacitadas por la violencia, por semana. No es menor abordar la problemática de la violencia en ese país.

Es uno de los lugares de Centroamérica en donde los niños son puestos a migrar en dirección a Estados Unidos. Allí será, realmente (y para los creyentes) «lo que Dios quiera».

Morir en el camino, sufrir todo tipo de otras violencias, además de las que los empujaron a salir de su propia tierra. Abusos, destino incierto, maltrato y, en todo caso, en el mejor de ellos, caer en manos de la vigilancia migratoria estadounidense para terminar viviendo en jaulas, en alguna base militar abandonada, sin saber nada de los suyos. Ni conocer qué será de su futuro, lo que, tratándose de niños, ¿no es acaso lo más cercano a la muerte?

Iepades, explicó De León, tiene en funcionamiento programas que buscan sensibilizar, capacitar a funcionarios públicos para que su tarea sea efectiva y, además, llamar la atención de la sociedad y los medios de comunicación para que se hable de la situación y no se la niegue u oculte.

Para ello, tienen como programas: Reforma del sector seguridad, Gestión local de la seguridad y la justicia, Seguridad humana y Poder local. Elevan su voz dentro y fuera de su país, ya que, además, son voceros de la situación ante la OEA y la ONU y participan de redes internacionales que permiten generar experiencia comparada, mostrar y comprartir lecciones aprendidas y buscar salidas de conjunto a problemas similares.

Los heridos, esas «víctimas» de las que los medios no siempre hablamos, logran visibilizarse en el país del 13/13.

13/13: la cifra que hace huir a los niños de un país
CONTALO
Compartilo1
Twittealo1
Los padres de Guatemala mandan a sus chicos a Estados Unidos. ¿Qué pasa en ese país con la violencia? No hay solo muertos: los sobrevivientes.
por Gabriel Conte@ConteGabriel30 de Julio de 2014 | 06:00Opiná
Enviar por mail esta nota:
Tu nombre
Email del destinatario
Mensaje

La prensa, cuando habla de víctimas de alguna tragedia, suele referirse, exclusiva y erróneamente, a los muertos. Las cifras de gente que es asesinada o que muere causan furor.

Es probable que la culpa de esto no sea solamente de los periodistas y medios, sino de los que “consumen” noticias y juegan al mismo y lúgubre juego de contar cuántos ya no están más entre nosotros.

Las cifras de muertes son un indicador de cuánto se desvaloriza la vida, en mundo al que a todo le pone un precio.
COMPARTILO
CompartiloTwittealo

Pero pocos, sin embargo, ponen la lupa sobre los que no mueren y, sin embargo, igual perdieron parte de su vida al quedar imposibilitados de cumplir con la agenda que ya tenían.

La mirada puesta en los heridos, en los que quedan lisiados es central, porque son testimonios vivientes de que pudieron morir, integrar aquella cifra poderosa y oscura, pero sin embargo están aquí para echar luz y evitar, si se puede, que su tragedia se multiplique.

Un país latinoamericano tiene un curioso juego de cifras: 13/13. Trece personas mueren por día y otras trece, quedan con algún tipo de discapacidad para el resto de sus días. Se trata de Guatemala y ese es el promedio de los estudios realizados en los últimos seis años.

Una organización que trabaja en la difícil tarea de pacificar a una población que todos los días porfía con extinguirse del mapa centroamericano y, por suerte, en muchos casos fallan, es Iepades, el Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible.

Sus integrantes han cobrado, ya, relevancia internacional: su experiencia local los hace expertos para opinar y convocar al trabajo por la convivencia en cualquier otro lugar. Allí el número 13/13 fue transformado en oportunidad, con una campaña que despierta polémica, pero cuyo mensaje es real, directo, claro y conmovedor: «Un balazo no me mató. Pero me quitó la vida», reza.

Los datos obtenidos por Iepades con estadísticas de la Policía Nacional Civil, indican que muertes y heridos van de la mano. Sin embargo, la información estadística parece ser la primera víctima, casi siempre, en un continente como el nuestro en el que tener bien diagnosticado lo que pasa podría ser la fuente de políticas públicas menos ocasionales y predictivas.

Mayda de León es una de las directivas de la organización y así lo reconoció, en diálogo con MDZ. No hay una buena sistematización y las estimaciones del Consejo de Discapacidad de Guatemala indica, a ojo de buen cubero, que entre 6 y 7 personas quedan discapacitadas por la violencia, por semana. No es menor abordar la problemática de la violencia en ese país.

Es uno de los lugares de Centroamérica en donde los niños son puestos a migrar en dirección a Estados Unidos. Allí será, realmente (y para los creyentes) «lo que Dios quiera».
COMPARTILO
CompartiloTwittealo

Morir en el camino, sufrir todo tipo de otras violencias, además de las que los empujaron a salir de su propia tierra. Abusos, destino incierto, maltrato y, en todo caso, en el mejor de ellos, caer en manos de la vigilancia migratoria estadounidense para terminar viviendo en jaulas, en alguna base militar abandonada, sin saber nada de los suyos. Ni conocer qué será de su futuro, lo que, tratándose de niños, ¿no es acaso lo más cercano a la muerte?

Iepades, explicó De León, tiene en funcionamiento programas que buscan sensibilizar, capacitar a funcionarios públicos para que su tarea sea efectiva y, además, llamar la atención de la sociedad y los medios de comunicación para que se hable de la situación y no se la niegue u oculte.

Para ello, tienen como programas: Reforma del sector seguridad, Gestión local de la seguridad y la justicia, Seguridad humana y Poder local. Elevan su voz dentro y fuera de su país, ya que, además, son voceros de la situación ante la OEA y la ONU y participan de redes internacionales que permiten generar experiencia comparada, mostrar y comprartir lecciones aprendidas y buscar salidas de conjunto a problemas similares.

Los heridos, esas «víctimas» de las que los medios no siempre hablamos, logran visibilizarse en el país del 13/13.
COMPARTILO
CompartiloTwittealo

«Lanzamos la campaña -explicó De León- precisamente porque detectamos que cada semana salen pacientes con discapacidad de los hospitales nacionales y no todos tienen acceso a la rehabilitación.

Si se tiene seguro privado, recursos o el seguro social se puede asegurar una rehabilitación más o menos adecuada, pero la mayoría de personas que no tiene seguros queda a expensas de la rehabilitación en los hospitales nacionales que no te aseguran ni una silla china ni muletas».
No están solos. Organizaciones como Transiciones, que reúne a personas que quedaron discapacitadas por la violencia, no reciben ningún apoyo estatal. Pero lo interesante es que Transiciones es una organización de personas con discapacidad ayudando a otros que también la tienen, la mayoría por violencia armada.

«Entre ellos se dan ánimos y les enseñan a moverse en la silla, a curarse las llagas, a ir al baño, entre otros», cuenta De León (foto), de Iepades, sobre sus colegas.

¿Qué falta?

– Hicimos un estudio con UNICEF en los hospitales nacionales y el principal resultado es que no se asegura tampoco la asistencia psicosocial a los pacientes de violencia armada.

Claro, es como si no existieran. Para los medios es más fácil recordar un hecho violento por la cantidad de muertos que arrojó que por las personas heridas que dejó como consecuencia, porque habría que seguir su evolución y preocuparse por ello. «Muy oneroso». «Otras noticias ocupan nuestro tiempo».

La campaña

La fuerte campaña de Iepades en Guatemala se mostró en varias etapas: «La primera, que es ahora, en la que el objetivo era visibilizar a las víctimas sobrevivientes de la violencia armada, queríamos que se viera más allá de las cifras frías de muertos y heridos», explicó De León.

Más adelante, explicó que «queríamos poner a cada persona que viera nuestra campaña en el lugar de la persona que queda con una discapacidad por el uso irresponsable y descontrol de las armas; queríamos que se pusieran en el lugar de la persona que le acaban de decir que no podrá caminar o que sufrirá de por vida cualquier otro tipo de discapacidad. Sabíamos que sería una campaña súper fuerte pero qué hacer en un país en donde tenemos estas cifras de violencia diaria y no pasa nada, en donde podés desayunar, almorzar y cenar viendo el noticiero con noticias de este tipo».

¿Qué sigue?

– La etapa que sigue es la presentación de una propuesta de ley para asegurar que al menos se tenga una atención física y psicosocial para todas las personas que quedan con discapacidad, incluso queremos que las familias de las personas con discapacidad tengan alguna atención para que sepan cómo abordar el tema y facilitar la rehabilitación. Viene una parte también de apoyar para que existan más facilidades para las personas con discapacidad, que se apoye puestos de trabajo obligatorios, que se arreglen las aceras para poder facilitar la movilización en sillas o muletas, que se mejore el sistema de semáforos, en fin.
mdzol.com