Latinoamérica: Ganan candidatos sin partidos a pesar del boom económico en Costa Rica, Panamá y Colombia

Profundos cambios electorales se produjeron en las tres últimas elecciones presidenciales en Latinoamérica, en las que ganaron candidatos que se presentaron al margen de los partidos tradicionales. Esto en medio de una expansión económica sin precedentes y con los electorados castigando la corrupción y, en el caso colombiano, la impunidad de la guerrilla alentada desde la Habana. En el caso de Costa Rica, país sin fuerzas armadas, donde siempre ganaba el Partido de la Liberación Nacional del fallecido presidente José Figueras, surgió triunfador Luis Guillermo Solís, un profesor que viene de ese partido pero que no cuenta con estructura partidaria, ni fondos para la campaña, en la cual reinó su austeridad personal. Y así derrotó al candidato del aparato del FLN, Johnny Araya, lo que obligó a este último a abandonar el ballotage, porque las encuestas señalaban que hubiera perdido por amplia mayoría como le hubiera pasado a Carlos Menem en el 2003.

El cambio de tendencia

En Panamá, a su vez, el presidente Ricardo Martinelli buscó como vicepresidente a un extrapartidario, Juan Carlos Varela, que rápidamente denunció la injerencia del poder ejecutivo en el poder judicial y por tanto fue aislado y vilipendiado como le ocurriera al ingeniero Julio Cobos en nuestro país. Pero desde su cargo de vicepresidente denunció la corrupción y el autoritarismo durante todo su mandato y bloqueó los intentos reeleccionistas de Martinelli y también el proyecto nepotista de colocar a su mujer como vice del candidato oficial José Arias. En estos dos países de Centro América había un boom económico y la corrupción de los viejos aparatos fue el factor clave que precipitó las derrotas oficialistas cambiando la tendencia predominante en Latinoamérica, donde ganaban los que estaban en el gobierno. En Colombia, la elección tiene otros matices, como el proceso de paz con la guerrilla de las FARC en La Habana. Esta negociación dividía al país. El presidente Manuel Santos iba por la reelección empujado por un extraordinario boom económico y con todo el aparato del Estado bajo su control. Pero perdió en la primera vuelta contra el candidato opositor Oscar Zuluaga, carente de un aparato partidario pero con una estructura organizada por el ex presidente Álvaro Uribe desde una cuenta de Twitter que usó durante cuatro años para castigar por “traidor” al presidente Santos por sus continuas claudicaciones ante la izquierda y las FARC. Es que, tal como van las cosas, en el actual proceso de paz se consagraría la impunidad de la guerrilla, que cometió delitos de lesa humanidad.

Como vemos, en esos tres países pasa lo contrario de lo que viene ocurriendo en la Argentina. Pero hay un hecho destacable y es que en nuestra América Latina no se acepta más el “roban pero hacen”, frase que se inventó en Brasil pero se refiere a que en todo el subcontinente se votan a candidatos corruptos si hacen obras públicas y si hay un “boom” económico, como ocurrió en nuestro país en octubre del 2011. Entonces la ciudadanía votó masivamente al gobierno más corrupto de la historia argentina. Por el contrario, el panorama actual presupone malos vientos para el cristinismo, ya que en las elecciones legislativas del 2013, con una economía creciendo al 2% -aunque para el INDEC era del 5%- el oficialismo mantuvo la primera minoría con el 32%. Parece claro que ahora, en medio de la recesión con inflación, que durará hasta el 2015, encima el cristinismo no tendrá expresión electoral propia, ya que su principal candidato, Daniel Scioli, tiene diferencias con el cristinismo en materia de inseguridad e inflación, aunque se pronunció por la “continuidad con cambio”. Pero su estilo dialoguista no tiene nada que ver con la lógica amigo-enemigo del chavismo cristinista.
Guillermo Cherashny/informadorpublico.com