El cristinismo está desesperado por la suerte de Amado Boudou. Hace un mes que falló el operativo del estudio jurídico Richarte-Pirota, los abogados defensores del vicepresidente, que por la amistad que tiene el segundo con el camarista de casación Mariano Borinsky, intentaron que este tribunal otorgara la excepción de falta de acción. Pero sólo Borinsky tenía jurisprudencia en varios fallos en el sentido de que hay que acatar lo que pide el fiscal de casación, en este caso Javier de Luca. Pero Roberto Hornos, que en algún momento dudaba de su voto, se dio cuenta de que se convertiría en un escándalo judicial su voto positivo. El de Borinsky sería, en cambio, coherente con sus fallos, además de tener una amistad con el abogado defensor que no lo inhabilita para fallar.
Un juez solicitado
Cuando el gobierno tomó conciencia del fallo en contra de Boudou, Carlos Zannini y el general César Milani activaron la banda mafiosa que baleó al auditor Javier Fernández en su auto en el barrio de Colegiales. La semana pasada señalamos que el ex sushi y actual vicerrector de la UBA Darío Richarte decidió tomar distancia de Fernández y no sólo se pasó a las filas del cristinismo sino que mantiene una línea de comunicación con el massismo a través de Eduardo Molea, presidente del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora y rector de la universidad local, que estuvo manejada por el grupo Sushi y entró al FpV de la mano del “Chino” Fernando Navarro. El problema grave radica que en el estudio jurídico Richarte-Pirota estarían en conocimiento de los “aprietes” de las bandas mafiosas de Zannini y Milani, que amenazarían a cuatro testigos contra Amado Boudou, el último de los cuales, José Capdevila, huyó del país.
Esta situación, de confirmarse, sería muy grave para la ética de la profesión de abogado, ya que el mismo Capdevila, desde el exterior, dijo que Pirota, al afirmar que está incurriendo en falso testimonio, lo estaría amenazando, como ocurrió las tres veces que lo obligaron a huir del país.
La estrategia del cristinismo para zafar a Boudou no sólo cuenta con la habilidad de Richarte, que de ser un ex subsecretario de la SIDE de De la Rúa pasó a ser operador jurídico del gobierno y ahora vicerrector de la UBA, sin tener un libro escrito en una universidad que, debido a varios motivos razonables, pasó al lugar 286 en el mundo, cuando supo estar entre las principales del 58 al 66 con Risieri Frondizi, Julio Olivera e Hilario Fernández Long. Pues bien, el fiscal Jorge di Lello pidió la indagatoria al vice. También pidió la de los Ciccone y Guillermo Reinwick, cuyos testimonios son la prueba fundamental que tiene el juez federal Ariel Lijo, quien discrepa en este punto con Di Lello, que apelaría esta cuestión ante la Sala I de la Cámara Federal y después a Casación, con posibilidades de éxito, ya que los Ciccone aceptaron las condiciones leoninas de Boudou y José María Núñez Carmona. Por si esto fuera poco, el Papa Francisco recibió en Roma a Lijo junto al legislador porteño Gustavo Vera, con el argumento de que el juez quería conocer al flamante Papa. Pero resulta que Lijo es integrante de la comisión de seguridad de Boca Juniors y, por tanto, muy cercano a Mauricio Macri, quien tiene un pacto de impunidad con la presidente. Según nuestras fuentes, el Sumo Pontífice le habría insinuado a Lijo que demore la causa hasta el próximo gobierno, porque cuidar a Boudou sería cuidar a Cristina, por lo menos hasta que ella finalice su mandato.
Guillermo Cherashny/informadorpublico.com