Si bien el monto es la mitad de lo que exigía inicialmente, aún está muy lejos de lo que ofrece el Gobierno para encauzar la negociación.
Un mes antes de la negociación formal prevista con la Argentina, el Club de París pretende un pago mayor en efectivo, pero flexibilizó su postura respecto del rol del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fuentes diplomáticas consultadas por La Nación indicaron que la intención de los acreedores oficiales del país es exigir un monto superior a los u$s250 millones ofrecidos por la Argentina como pago inicial, por considerarlo insuficiente frente a la deuda total de u$s10.000 millones que se acumuló desde fines de 2001.
En este sentido, la pretensión de los acreedores se ubicaría a mitad de camino de su postura inicial, cuando pedían u$s2.000 millones, al considerar que un upfront payment (pago inicial, en la jerga) de u$s1.000 millones podría ser considerado muy razonable para llegar a un acuerdo. A medida que se acerca la fecha del 28 de mayo, cuando la Argentina y sus acreedores comenzarán a negociar, ambas partes van avanzando en los detalles para llegar a acercar las posiciones todo lo posible.
El tema que más preocupa a los acreedores es el pago inicial y, luego, las cuotas a pagarse en un plazo de cinco años, si se aceptara el modelo de refinanciación propuesto por la Argentina a principios de año. El Gobierno, de hecho, dejó una puerta abierta para realizar un pago inicial mayor si los países acreedores le facilitaran su reingreso al mercado internacional de capitales, algo que aparece complicado en tanto no se resuelva la causa que promueven los fondos buitre en la Corte Suprema de Estados Unidos.
Además del mencionado pago inicial, propuso cuotas desde 2015 de 1.500 millones, 1.000 millones, 1.600 millones y 1.650 millones de dólares, sucesivamente. Estos montos también fueron objetados por algunos países que quieren cobrar rápido (antes de que supuestamente la Argentina caiga en otra crisis), mientras que otros, como Estados Unidos, insisten en que no hay que presionar demasiado al Gobierno con un pago grande para, justamente, no provocar un estrés excesivo sobre el nivel de las reservas del Banco Central.
La buena noticia es que, a cambio de pedir un pago mayor, la mayoría de los países parece estar cediendo en su exigencia previa de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) cumpla el rol de auditor del plan de pagos de la Argentina, indicaron las tres fuentes consultadas para esta nota.
Incluso Alemania, que por ser el principal acreedor del país, con más de u$s2.600 millones, aparece como uno de los más duros en esta cuestión, podría conceder algún cambio en este sentido. Una fuente diplomática aclaró que la participación del FMI es «un principio y no una regla» del Club, por lo que puede ser revisado si la propuesta económica argentina les resulta atractiva.
Esto no significa que acepten un organismo alternativo, como trascendió que planteó la Argentina (al hablar del Banco Interamericano de Desarrollo), pero no necesariamente exigirían que antes de la firma del acuerdo tenga que realizarse un artículo IV -la revisión anual de las economías que realiza el staff del FMI-, que en el país no se realiza desde 2006.
«Si ésta fuera una exigencia previa al acuerdo, le habrían dicho al Gobierno que primero haga el artículo IV y luego vaya a negociar al Club, pero ése no fue el caso», indicó otra fuente.
La otra cuestión clave para la Argentina es cuán rápido recibirá inversiones y financiamiento una vez que empiece a pagarles a los países acreedores. Y si bien hubo una exigencia inicial del Gobierno para que el desembolso de las inversiones extranjeras sea inmediato y casi similar al monto de los pagos que tiene previsto realizar, con el correr de las semanas «todas las partes entendieron que eso no era posible».
Al respecto, la fuente indicó que «va a depender del criterio de cada país para rehabilitar las líneas de financiamiento para inversiones y comercio exterior, pero sin duda no puede ser automático ni simultáneo».
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